Cirugía en la Edad Moderna

EDAD MODERNA

La "Edad Moderna" es el periodo comprendido entre el descubrimiento de América en 1492, hasta el inicio de la Revolución Francesa en 1789.

LA MEDICINA EN LA EDAD RENACENTISTA

Las condiciones sociales, económicas y políticas de Europa sufrieron una transformación interna notable que culminó en el siglo XV con el llamado Renacimiento, así denominado por su creencia en la vuelta a los clásicos grecolatinos. Factores decisivos fueron la difusión de la información debido a la invención de la imprenta, o el desarrollo del comercio e intercambio, gracias primero a los desplazamientos en las Cruzadas y después al interés económico en las rutas marinas.

El equilibrio político entre el Papado y el Sacro Imperio permitió el auge de ciudades-estado en el norte de Italia y la concentración en ellas de una economía artesanal y mercantil en expansión. También se produjo allí el florecimiento de Universidades y centros del conocimiento, con la acogida masiva de griegos que abandonaron Constantinopla tras su caída en poder de los turcos en 1453 (Aguilar, 2006).

La Italia del siglo XVI atrajo a tal cantidad de intelectuales que posibilitó el cambio y la ruptura con el modo de pensar previo. Astronomía, ingeniería, matemáticas, química, medicina, escultura, etc., experimentaron mayores cambios que en la totalidad de los siglos precedentes. En la Italia renacentista cambia el concepto del universo (Galileo), se edifica la cúpula de la Catedral de Florencia (Brunelleschi) y Miguel Ángel esculpe el David. En lo referente a la anatomía, en ese momento y lugar coincidieron tal cantidad de observadores y científicos, que, tanto con su labor individual como colectiva, pudieron romper con la teleología galénica imperante hasta la fecha. Este conocimiento anatómico fue el motor de las ciencias médicas en general y de la cirugía en particular.

USO DE CATAPLASMAS

HISTORIA Y SUSTANCIAS APLICADAS

CATAPLASMAS, ALCANFORES Y OTROS PREPARADOS

Otro medicamento aún recordado por los no muy entrados en años fueron las cataplasmas de la harina de lino extraída de las semillas de dicha planta, y que se aplicaban sobre determinadas regiones del cuerpo (sobre todo en el pecho) en forma de emplastos calientes para calmar los estados de congestión bronquial.

La preparación era netamente doméstica y la harina se mezclaba con agua a alta temperatura, lo que no pocas veces terminaba en severas quemaduras, ya que los beneficios expectorantes o antiespásticos dependían del calor que se soportara.

Las cataplasmas también se usaban con harina de mostaza con las mismas aplicaciones que la de harina de lino, mezclando el polvo con agua caliente y envolviéndola en un lienzo de hilo, para aplicarse bien caliente sobre el pecho.

La mostaza se usó también como eficaz vomitivo en casos de envenenamiento y como rubefaciente (revulsivo, que enrojecía la piel por acumulación de sangre en los pequeños vasos) de acción rápida en los casos de síncopes y peligro de asfixia.


Muchos todavía recordarán el uso francamente amplio de una sustancia que acompañaba a nuestros abuelos a donde fueran en cualesquiera de sus formas, que no eran pocas a decir verdad.

Nos referimos al Alcanfor, obtenido del árbol del mismo nombre y que también ha sido sintetizado.

¿Pero quién que pase el medio siglo de vida no recuerda la inseparable bolsita de alcanfor para evitar “las infecciones que andan por el aire” que nuestros antepasados portaban en el bolsillo o su cartera?.

¿Quién alguna vez no fue friccionado con pomadas que dejaban a su paso la indisimulable estela del alcanfor?

En realidad el alcanfor hoy todavía se utiliza en algunos preparados, pero fue en siglo pasado cuando constituyó una especie de remedio o esencia multiuso para una impensable cantidad de males y previsiones, que iban desde el alejamiento de “malos espíritus” y pantalla microbiana, hasta el dolor de muelas y oídos, las más diversas fricciones (sobre todo como alcohol y aceite alcanforado), estimulante cardíaco en uso interno, en la neumonía y cientos de malestares sin diagnóstico cierto.

Posiblemente el alcanfor haya sido una de las sustancias que se utilizó para la mayor cantidad de propósitos y que hoy aún tiene vigencia, aunque, claro está, en combinaciones propias del adelanto de la farmacopea.

Y hablando de fricciones, vale la pena recordar dos preparados que han actuado sobre pacientes desde hace algo más de cien años y casi hasta la actualidad: la untura blanca y el unto sin sal.

El primero (conocido en el laboratorio como linimento de Stockes) era una composición que contenía esencia de trementina con un vehículo oleoso, que producía al friccionarse un calor casi irresistible en la zona y el correspondiente enrojecimiento de la piel.

En cuanto al unto sin sal no se trataba de otra cosa que de grasa de cerdo, que se expendía debidamente envuelta en el también antiguo papel manteca y se usaba en los casos de “empacho”.

La aplicación era la siguiente: Se untaba con abundante grasa el vientre del doliente (sobre todos niños) y luego se colocaba sobre la zona friccionada una hoja de amplias dimensiones de repollo o acelga y hasta se podía cubrir todo el emplasto con un lienzo, lo cual, por esos misterios de la naturaleza quizá trajera algún alivio, pero lo que con seguridad provocaba era un olor casi irresistible.

POMADA O UNGÜENTO DEL SOLDADO

Otro preparado universalmente usado y que aún en cercanías a la mitad del siglo XX se creyó de uso obligado y acción segura, fue la llamada "pomada o ungüento del soldado", que no era otra cosa que una pomada mercurial (medicada desde la época de Paracelso) preparada en base de mercurio, lanolina, aceite de girasol, manteca de cerdo y sebo de toro, entre otras variantes de fórmulas.

Este preparado debe su nombre de batalla (nunca mejor aplicado el sustantivo) a que en una pequeña cajita de latón era entregada a los soldados licenciados o cuando realizaban viajes fuera de la zona de los cuarteles, como curativo y preventivo de la sífilis.

Quienes hayan cumplido con el hoy extinguido servicio militar allá por los años 20 podrán recordar esta infaltable pomada en las enfermerías de los cuarteles o en la chaqueta del soldado.

Por supuesto que la pomada no era suficiente para evitar el avance del mal, aunque podía prevenir alguna infección menor y, muchas veces, también causar graves consecuencias.

El avance científico (allá por los cuarenta) que aportó la penicilina obligó a dejar olvidada en algún rincón de las también en desuso mochilas militares la “maravillosa” pomada castrense, que, por supuesto, no le era ajena a los “calaveras” civiles de la época.

Finalmente, y para no olvidar uno de los perfumes más característicos y agradables de la familia argentina acatarrada, vale la pena mencionar el eucalipto.

Difícilmente no se recuerde en casa de nuestros abuelos un recipiente con agua y hojas de eucalipto hirviendo sobre una estufa o un calentador en la habitación del constipado, cuyas emanaciones bastaban para crear en los ambientes un clima de asepsia y pronto restablecimiento.

El Eucalipto fue (y es aún) utilizado de las más diversas formas: como aceites, pastillas, ungüentos, apósitos, válidos para, también, una infinita gama de malestares.

Si bien es cierto que los medicamentos y prácticas que el hombre fue aplicando con la consigna de derrotar el dolor, la enfermedad y hasta a la misma muerte pasaron por momentos de desorientación y caos entre lo científico, lo mágico, lo religioso, la charlatanería y los caprichos más absurdos, no cabe duda que cada aporte de la medicina antigua sirvió para que alguien buscase siempre más y convirtiera al siglo XX en el que mayores adelantos dio a la humanidad en la materia.

EL LABORATORIO DE LOS CAPUCHINOS

Lo que hoy conocemos como laboratorios de especialidades medicinales era aquello que, en un verdadero alarde de dedicación a la farmacopea y a química.

Instalaron los Capuchinos del Louvre, bajo la protección del rey Luis XIV, quien, claro está, intentaría asegurarse con este mecenazgo una larga y cómoda existencia libre de males mayores, cosa que al parecer logró ya que murió a los 72 años, un verdadero privilegio dado el promedio de vida de la época.

De los medicamentos que elaboraron los capuchinos del Louvre los más importantes eran los conocidos como esencias” entre las que se encontraban las de esmeralda, de orina, y de víbora, además de la famosa y muy requerida Agua de la Reina de Hungría.

Del uso y efecto de las dos primeras esencias han quedado los testimonios de Madame Sevigné, quien elogiaba los preparados pero nada decía de los efectos “sociales”, los cuales no debían de ser muy agradables ya que en los dos específicos la base principal era la orina humana.


Sobre la "Esencia de Esmeralda" (donde no intervenía la orina) se conserva una carta en la que la dama aseguraba haber curado una úlcera en la pierna “frotando con el preparado” la zona afectada.

Pero también la esencia de orina era usada por la noble francesa, quien aseguraba en sus cartas que con diez a doce gotas (bebidas, por supuesto) tenía “propiedades maravillosas”.

La misiva aseguraba a los investigadores capuchinos que lo empleaba en pequeñas dosis (“algunas gotas”, aclaraba) para combatir sus “vapores” (que no eran otra cosa que accesos histéricos o hipocondríacos, atribuidos por los antiguos a ciertos “vapores” que suponían generados en la matriz y que “subían hasta la cabeza”).

Las indicaciones sobre la preparación de esta esencia de orina se encuentran registradas en una receta exhumada por Vieillard, que, además, habla por sí sola del sacrificio que significaría la ingesta del tal remedio: “Procurar orina de un hombre sano de unos 12 años (en lo posible después de que éste haya bebido un buen vino) y descomponer esta orina sobre estiércol durante un año filosófico (30 días)… “.

Luego, la desagradable mixtura se destilaba en un alambique, se sellaba herméticamente el recipiente y el residual se recogía en un vaso de vidrio.

Por último se indicaba que “el color será blanco y de un olor ligeramente pútrido”, pero para darle “un sabor más suave” se le podía agregar canela, después de lo cual no creemos que ningún ex paciente tratado con esta pócima se atreviera con el arroz con leche.

Para la hemorragia nasal se recomendaba una práctica no menos repugnante: “Aquel que se ponga orina en las narices conseguirá parar la hemorragia”.

No menos heroico era el tratamiento para la fiebre cuartana, en cuyo caso no bastaba con friccionarse el cuerpo con orina, sino que, además, se debía beber, aunque no se trataba de cualquier deposición , pues se aseguraba que “aquel que de un león su carne comiera y su agua bebiera durante tres días salvarse de la fiebre cuartana logrará”.

La cuestión (más allá de la subjetividad) que predomina en el criterio de los sabores-pasaría, suponemos, por quién se animaba a arrimarle la bacinilla al rey de la selva para que cediera sus orines.

Pero estos no son casos únicos, porque, curiosamente, y contrariamente a lo que pueda creerse, la orina estuvo casi siempre presente entre los antiguos como elemento entre mágico y real, tal que se recomendaron con fervor los masajes de orina humana o animal a quienes padecían de reumatismo, por lo que deberíamos suponer que, trasladada dicha práctica a nuestros días y nuestro clima, un tercio de la población no olería ni siquiera lo mínimo de lo soportable.

ABATE ROUSSEAU (Siglo XVII)

Fraile capuchino hermano de un abogado del Parlamento francés que en 1697 publicó un folleto titulado “Secrets et remédes éprouvés dont les préparations on été faites au Louvre par deffunct M. L’Abbé Rousseau cy devant capucin et medecin de sa majeste”. El folleto muestra que los religiosos del Louvre preparaban multitud de medicamentos, como las esencias de esmeralda y de víbora, el elixir de la propiedad y muchos más.

Otro de los horribles medicamentos que tuvieron auge en la época que va entre los siglos XVII y XVIII era el llamado "Elixir de la propiedad" o su sustituto la "Esencia de Víbora", ambos inventados por el abate Rousseau.

Si bien el primero era bastante digerible (fermentación y destilación de azafrán, mirra y alóes) el otro no debía encontrar muchos voluntarios para su uso.

En efecto, la esencia de víbora resultaba de la fermentación sobre una estufa de miel con carne desecada de víbora pulverizada.

Con el mencionado extracto viperino, el buen abate aseguraba que había devuelto la vida al duque de Chartres, cuando el noble tenía 4 años de edad y su enfermedad lo había postrado sin habla y en una larga agonía, que, por supuesto, había cortado la milagrosa esencia. también contaba Roussea que su panacea había sacado de una apoplejía al cardenal Caraffa, en presencia de unos treinta prelados.

Hay autores que consideran que el monje capuchino Rousseau creó su láudano fermentado vertiendo coñac sobre el opio. Habiendo ganado el favor de Luis XIV con este medicamento, le fue otorgado un laboratorio especial en el Louvre y recibió el grado de doctor en la Facultad de Medicina por insistencia personal del monarca.

El mismo capuchino también preparaba un bálsamo al que había que agregarle “tantos sapos vivos y grandes como libras de aceite llevaba, los cuales es necesario hervir hasta tostarlos, casi quemados en el aceite, con lo que su jugo y su grasa se mezclan con lo que aumenta en mucho la excelencia del remedio…

Luego a beberlo y ¡salud!, aunque para digerir semejante medicina hubiera que apretar la nariz de la “víctima” para obligarlo a abrir la boca y así vaciar el bálsamo en su interior.

Pero no debe creerse que esa pócima resultaba una excepción, ya que en esa época los sapos desecados y reducidos a polvo (“bufoterapia") eran tenidos como medicina infalible contra los envenenamientos. Las dosis que se recomendaban iban de 1 a 2 escrúpulos (medida farmacéutica antigua equivalente a 24 gramos), y también se aplicaban sobre los riñones y en el ombligo como efectivo diurético.

Después de todo y hasta la actualidad existe en algunos lugares de la campaña la costumbre de atarse un sapo vivo sobre ciertas erupciones (culebrilla o herpes) y hasta en la cara para calmar el dolor de muelas.

Para quienes hasta no hace más de 50 años seguían la escuela de la bufoterapia, basándose en los principios activos de la secreción irritante de los batracios y los supuestos resultados en el plano fisiológico y terapéutico, no es desconocido que en la antigüedad las prácticas con estos animales llegaron a tornarse uno de los símbolos de la magia negra, hasta tal punto que podía condenarse a la pena de muerte a aquellos que los tenían en sus casas.

Alambique


Láudano de Rousseau

Farmacológicamente se daba antiguamente el nombre de láudano al opio y a los diferentes preparados que se hacían a partir de él. Uno de los más usados es el de Rousseau que se preparaba desliendo el opio en agua caliente, a la que se añadía una cierta cantidad de miel, haciendo fermentar el líquido una vez enfriado mediante levadura de cerveza, y concentrándolo después al baño maría. Por último se agregaba cierta proporción de alcohol y se filtraba. Antiguamente se destilaba el líquido fermentado, y el alcohol recogido era el que se añadía al final, con lo que la preparación resultaba más aromática. Se introdujo en numerosas farmacopeas la fórmula.

Efectivamente, el láudano, del latín ladanu, es una tintura alcohólica de opio preparada por primera vez, según la tradición, por Paracelso. Para ser más exacto es una preparación compuesta por vino blanco, azafrán, clavo, canela y otras sustancias además del opio. Usada con fines medicinales en una gran variedad de drogas patentadas durante el siglo XIX, las más famosas mezclas de alcohol y opio fueron aquellas comercializadas por Thomas Sydenham, que usaba vino de Málaga, el abate Rousseau y W. K. Harrison.

Se usaba comúnmente para reducir cualquier tipo de dolor, desde el dolor provocado por la salida de los dientes en los niños a los típicos dolores producidos por el cáncer y otras enfermedades terminales; para adormecer, para la ansiedad, para el tratamiento de la diarrea (prescripción que aún sigue teniendo en algunos casos) y para eliminar la tos en todo tipo de procesos, desde una simple gripe a una tuberculosis.

Su principio más activo es la morfina, aunque también incluye cantidades menores de codeína y de narcotina, si bien existía una versión de láudano sin narcotina que, paradójicamente, no tiene propiedades narcóticas, y sólo provoca molestias estomacales y vómitos. Al láudano y al opio se les consideraba los medicamentos más importantes de todos los que existían en la farmacopea de aquella época. Algunos de sus usos no han sido superados por ningún otro fármaco moderno, y sigue estando disponible en varios países, entre ellos España, mediante suelaboración como fórmula magistral, concretamente el láudano de Sydenham. En España se vendía en las boticas al precio de 30 céntimos por gramo, en el año 1925.

En el siglo XVII creó extraordinario interés lo que dio en llamarse "crisoterapia", es decir, la curación por medio de todas aquellas mezclas que contuvieran oro.

Un ejemplo fue el jarabe de oro que preparaba Nicolás de Blégny, charlatán de la época que amasó una verdadera fortuna con su bebedizo.

Para prepararlo, Blégny recomendaba elegir un gallo joven y bien alimentado, desplumarlo vivo a efectos de que su sangre reaccionando excitase la temperatura normal. A consecuencia de lo cual la carne del ave ganaría en espíritu y tendría mayor virtud para actuar sobre el oro”.

Luego, una vez cortado el cuello y desentrañado el pobre gallo, se le levantaba la piel en diversos sitios, practicándosele incisiones en la carne en las cuales se aplicaban láminas de oro.

Cosida la piel se rellenaba el vientre con un jugo de perlas finas pulverizadas y canela, y se lo colocaba en un recipiente herméticamente cerrado para cocinarlo en un horno de panadería.

Del jugo resultaba el famoso jarabe, que, presumimos, si bien no aliviaba ningún mal al menos constituía toda una paquetería para la sociedad palaciega.

PARACELSO

Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, ​ también Theophrastus Bombast von Hohenheim, ​​ conocido como "Paracelso" o Teofrasto Paracelso, fue un alquimista, médico y astrólogo suizo.​ Nació en 1493 en Einsiedeln (cerca de Zurich, Suiza) y falleció el 24 de septiembre de 1541 en Salzburgo (Austria).

Cautivador y polémico, Paracelso chocaba con las autoridades donde quiera que fuera. Su gran logro tuvo que ver con las drogas químicas.

Algunos historiadores lo consideran un precursor de la biología, la antropología y la bioquímica. Carl Jung incluso lo creyó un pionero del psicoanálisis. Pero Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim (más conocido por su alias, Paracelso) vivió mucho antes de que todas esas disciplinas se crearan.

Además de doctor era astrólogo y alquimista y su principal aporte a la medicina fue la creación de las primeras drogas basadas en químicos y minerales.

La vida de este hombre, que se apodó a sí mismo Paracelso (literalmente en latín: superior a Celso, un famoso médico romano del siglo I) fue tan colorida y polémica que inspiró a incontables escritores a través del tiempo, desde Goethe hasta Jorge Luis Borges.


A pesar de haber recibido una formación universitaria, Paracelso se oponía a la enseñanza reglada de la medicina y chocó con el establishment médico.

Cuestionó los textos de Hipócrates, Galeno, Avicena y otros autores clásicos, y hasta quemó públicamente algunos de sus libros.

En lugar de seguir las tradiciones antiguas, heredadas de los griegos y los árabes, propuso que la práctica médica se basara en principios de la alquimia y la astronomía.

Él creía que los seres humanos son un microcosmos y que un buen médico no es el que más se prepara académicamente, sino el que mejor entiende la naturaleza y el orden cósmico.

Pensaba que solo los médicos con este talento innato debían practicar la medicina.

Su principal obra fue "Opera Omnia Médico-Chemico-Chiriugica", aunque también escribió un tratado de cirugía "Magna Chirurgia" en el que se recogen sus criterios quirúrgico-traumatológicos más importantes. Paracelso optó por intervenir lo menos posible a la hora de solucionar heridas, fracturas y luxaciones, dejando al tiempo y a la naturaleza ejercer su acción, evitando a sus pacientes el trauma sobreañadido de una manipulación de dudosos resultados. Destacan sus experiencias sobre heridas por arma de fuego.

Hoy podríamos asemejar su rol con el de un Chamán. Sin embargo, su visión también era profundamente religiosa.

Paracelso creía que la clave para sanar era separar lo puro de lo impuro y esto se lograba a través de la alquimia (separar para curar).

"Muchos han dicho de la alquimia que es para hacer oro y plata. Para mí no es el objetivo, sino considerar qué virtud y poder hay en la medicina", escribió.


"Es de gran importancia que la alquimia se entienda en la medicina, debido a las virtudes latentes que residen en las cosas naturales, que pueden no ser evidentes para nadie, salvo en la medida en que sean reveladas por la alquimia", señaló.


Para separar químicos y minerales Paracelso utilizaba tres métodos: la destilación, la calcinación y la sublimación. Todos estos procesos producían sustancias más puras, intensas y poderosas.

La alquimia para Paracelso no era solo un método para adquirir medicamentos en estado puro. Era algo mucho más místico.

Él creía que las plantas y minerales tenían fuerzas ocultas y que solo un médico inspirado por Dios (y no uno con título universitario) podía reconocer y separar esas fuerzas, que tenían el poder espiritual para sanar.

Veía la purificación y la separación del espíritu de lo material como algo divino y creía que su medicina era profundamente cristiana y había llegado para reemplazar a la medicina de Hipócrates y Galeno, que era pagana.

Paracelso

Paracelso, el alquimista rebelde que revolucionó la farmacología

Paracelso gozó de mucha popularidad en su época. Al usar químicos y minerales para tratar enfermedades logró curar a pacientes que habían sido considerados incurables por la medicina tradicional.

Hay testimonios de que sanó a pacientes con lepra, epilepsia y gota, entre otros males supuestamente intratables.

Su mayor logro profesional fue ser el primer médico en describir clínicamente la sífilis y en tratarla usando mercurio.

También inventó el láudano, una mezcla de alcohol y opio considerada uno de los primeros analgésicos, que cobraría gran fama en el siglo XIX por sus adictos más famosos: Percy Bysshe Shelly, Lord Byron y Samuel Taylor Coleridge, entre otros.

Algunos consideran a Paracelso el "padre" de la toxicología porque fue el primero en entender que ciertos venenos, administrados en pequeñas dosis, podían funcionar óptimamente como medicamentos.

"Dosis sola facit venenum" (la dosis hace al veneno) es una de sus frases más célebres y la máxima de esa disciplina.

También era querido porque era accesible: daba discursos en el idioma local (el alemán suizo) para que todas las personas del común pudieran entenderlo.

Su medicina se conoció como la medicina popular y fue el primer gran desafío a la medicina ortodoxa.Se sabe poco del hombre detrás de la leyenda. Se cree que su padre era médico y que se crió en regiones mineras, lo que le habría dado un conocimiento de la química de los metales y de cómo trabajarlos.

También que siempre chocaba con las autoridades donde estuviera, por lo que habría vivido casi como un nómade.

Hubo muchas versiones sobre él: una era que era un alcohólico. Otra que estaba castrado. Es difícil determinar mito de realidad. Pero lo que es indudable es que Paracelso causó un sismo en la medicina de su tiempo.

Paracelso realizó la primera descripción clínica de la sífilis y utilizó sustancias minerales como el plomo, el mercurio y el azufre para combatir esta y otras enfermedades consideradas intratables.

FIN DE LOS BARBEROS

El ejercicio de esta profesión fue difícil, ya que en el siglo XV–XVI los Reyes Católicos, instauran un nuevo régimen sanitario y de leyes imperantes, solicitando que se rindiera un examen teórico–práctico a todo profesional con misión curadora, es decir: médicos con titulación universitaria, llamados también “físicos”, cirujanos y prácticos carentes de formación formal, entre los que se encontraban los barberos, sangradores y empíricos. Este examen seria receptado por el Tribunal del Protomedicato y solo quien lo aprobara, tendría la certificación para ejercer su profesión.

En este contexto, la preocupación por los problemas de salud y enfermedad se extendió a la flota naval, tanto comercial como de guerra, exigiendo que a bordo de las galeras existiera un profesional médico, concepto no nuevo pues ya en 1359 se dio la primera ordenanza que obligaba a tener personal médico en las galeras “metge o barber”. En la práctica, el número de barberos que sirvieron en las galeras superó por mucho a la de los médicos, incluso recibían la denominación de “barbero de galera”, Lluís Cifuentes Comenta: “En efecto, un análisis de los ´médicos´ documentados ejerciendo en las galeras en los siglos XIV y XV demuestra que se trataba de cirujanos (solo en contadas ocasiones con estudios universitarios) y, sobre todo, de barberos. Salvo en el caso de galeras o flotillas que transportaban a personajes de rango (que excepcionalmente incluso podían embarcar a un físico), los barberos dominan crecientemente el panorama de la medicina naval, hasta coparlo en exclusiva ya a partir de la segunda mitad del siglo XIV”.

Generalmente la mayoría de barberos que ejercían su profesión en los navíos eran jóvenes recién destetados de sus maestros, o de muy bajos recursos, por lo tanto, su enrolamiento en la galera ofrecía “un medio de superveniencia tanto como una ocasión para ejercitarse en el oficio médico quirúrgico, que podría proporcionarles ganancias más elevadas que en tierra”.

El barbero es considerado un artesano (estatus que conservara en la nueva España), por lo tanto, está en el nivel más bajo del estrato de la galera, grupalmente hablando, ya que, en realidad, es muy bien apreciado y valorado por su labor, pues dentro de sus quehaceres estaban: el corta el pelo, afeitar barbas y atender a los enfermos a bordo de la nave y curar sus heridas.

La paga más económica, el poco espacio, las exigencias del viaje, la indiferencia por el bajo estatus y su mayor versatilidad nos permite entender por qué el barbero era el mejor candidato para estas labores que otros profesionales sanitarios.

Para su labor los barberos recurrían a un sinnúmero de herramientas y drogas que eran embarcadas, las mismas que servían para preparar remedios, curar y suturar heridas.

Aventura, prestigio, fortuna, eludir las reglamentaciones del protomedicato y protobarberato español fueron, entre otras, las motivaciones que atrajeron a los cirujanos y barberos al nuevo mundo.

Este hecho es singular a tal punto que existía una superioridad de barberos y cirujanos en relación a médicos. Saturno Canelón reporta que, entre 1493-1519, existían: 13 barberos, 8 cirujanos y 4 médicos; y entre 1520-1539: 13 barberos, 9 cirujanos y 9 médicos. Recién el Rey Carlos V, en 1535 promulga una ley en la que se prohíbe el ejercicio de 103 artesanos de servicio de la medicina o cirugía a aquellos que no poseyeran grado académico: “Los prohibidos de ser médicos, cirujanos y boticarios por leyes pragmáticas de estos reinos de Castilla, tengan la misma prohibición en las Indias (América), y ninguno se titule doctor, maestro o bachiller, sin ser examinado y graduado en universidad aprobada; y el que contraviniere, incurra en las penas establecidas por derecho, que harán ejecutar las justicias reales,

haciendo que exhiban títulos para que conste la verdad”

Pese a la ordenanza de imponer el Protomedicato en América esta institución no se estableció de la misma manera en toda su geografía. Muchos de los médicos que querían examinarse se veían sometidos a penurias, esto hizo infactible mantener esta institución a tal grado que en muchas poblaciones nunca se implementó.

Pero sólo en el siglo XVIII se producen oficialmente los cambios decisivos con la fundación de la Académie Royale de Chirurgie, la ordenanza de Luis XV prohíbe a los barberos el ejercicio de la cirugía y, después de la Revolución francesa, la abolición de las diferencias entre médicos y cirujanos con la creación de las Escuelas de Salud y el título de Doctor.

EL BARBERO CONVERTIDO EN MÉDICO DE LOS REYES DE FRANCIA QUE CAMBIÓ LA CIRUGÍA PARA SIEMPRE...

Ambrose Paré

"La cirugía tiene cinco cometidos: eliminar lo superfluo, restaurar lo que ha sido dislocado, separar lo unido, unir lo separado y modificar lo que la naturaleza ha deformado".

Fue el francés Ambroise Paré quien estableció que esas debían ser las bases de dicha práctica médica.

Esta teoría, pero sobre todo sus aportes en el campo, llevaron a este hombre del Renacimiento, de origen humilde y limitada educación, a dejar de ser barbero y convertirse en médico de reyes.

Pero por encima de todo logró transformar su profesión en la disciplina puntera que es hoy, ajustándola a los avances científicos y a una visión humanista a la hora de tratar a sus pacientes.

Tal como Sherwin B. Nuland, cirujano y profesor de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, escribió en su obra Doctors: The Biography of Medicine ("Médicos: la biografía de la medicina"), publicada originalmente en 1988, Paré se distinguió por "su humanidad en una era de crueldad".

Origen humilde

Paré nació en Bourg-Hersen, a unos 300 kilómetros al oeste de París, en 1509.

Se dice que su padre era un humilde lacayo y su madre una prostituta, por lo que la familia pertenecía al estrato social más bajo. Por tanto, su educación era muy limitada y las opciones de hacer una profesión académica, eran casi imposibles.

Fue un clérigo quien le enseñó las primeras letras, aunque nunca aprendió ni latín ni griego. Comenzó como aprendiz de barbero, que como ya vimos, era un gremio de muy poco prestigio, actividad en la que, además de afeitar a paisanos, a veces, extraía dientes. Su interés en progresar lo llevó a París, donde a los 18 años logró ser admitido en el Hôtel Dieu, un importante hospital de esa época, como interno de cirujano-barbero.

El francés Ambroise Paré estableció las bases de la cirugía moderna.

Según los expertos, Ambroise Paré se destacó en parte por su humanidad en una época en la que los tratamientos médicos y la cirugía eran atroces.

Sin pasar por la Facultad de Medicina de París (en la imagen), Ambroise Paré comenzó su carrera profesional como aprendiz de barbero-cirujano en el Hôtel-dieu, un gran hospital de la capital francesa fundado en el siglo VII.

Situación de la Cirugía

En este hospital, las condiciones eran bastante precarias; las operaciones se hacían en los pasillos y la mortalidad era muy alta, razón por la que la cirugía tenía poco prestigio. En aquella época, los llamados cirujanos de bata larga estudiaban en la Escuela de San Cosme en latín y griego. Los cirujanos-barberos eran considerados como una clase inferior de cirujanos o trabajadores manuales.

Se les llamaba también cirujanos de bata corta, para distinguirlos de los de bata larga.

Los primeros eran los que llevaban a cabo la labor práctica y los segundos, aquellos que pertenecían a la Hermandad de San Cosme y San Damián, la primera asociación de cirujanos profesionales de Francia fundada en el siglo XIII, quienes sabían latín y griego, diagnosticaban y se encargaban de las labores académicas.

En 1529, a los 18 años, Paré logró ingresar en el Hôtel-dieu, un gran hospital de París fundado en el siglo VII, como cirujano-barbero, donde aprendió las nociones básicas de la cirugía.

Cuando empezó las prácticas en el hôtel-Dieu, la cirugía no era una práctica con prestigio, ya que se llevaba a cabo en los pasillos del hospital con un alto índice de mortalidad.

Por aquel entonces la práctica no contaba con el prestigio de hoy, sino que se llevaba a cabo en los pasillos del centro de salud y contaba con una mortalidad muy alta.

Pero gracias a lo aprendido allí, en 1536 fue contratado por un oficial francés para que lo acompañara como su cirujano personal en las campañas en Italia contra los españoles.

Lecciones de guerra

Luego de tres años, se incorporó al ejército de Francisco I como cirujano-barbero. Paré no hacía distinciones: protestantes o católicos, españoles, franceses, alemanes, flamencos o italianos recibirían su atención. Por no saber latín ni griego, Paré no pudo leer las obras de Hipócrates ni de Galeno, ni las traducciones al latín del Canon de Avicena. Sin embargo, aprendió cirugía por sus propios medios atendiendo a los heridos.

Una vez en el campo de batalla, no hizo distinciones entre protestantes y católicos, españoles, franceses, alemanes, flamencos o italianos. Atendió por igual a cualquier herido, por lo que los historiadores de la medicina subrayan que recuperó la ética hipocrática de ayudar al necesitado sin hacer distinciones.

Y su práctica allí supuso una revelación para su ámbito científico: "que un cirujano podía atender a pacientes al mismo tiempo que minimizaba el dolor resultante de un tratamiento".

Así lo describe Charles B. Drucker en su artículo Ambroise Paré and the Birth of the Gentle Art of Surgery ("Ambroise Paré y el nacimiento del amable arte de la cirugía"), publicado en 2008 en la Yale Journal of Biology and Medicine.

Ambroise Paré inventó la ligadura de arterias para las amputaciones.

Los barberos-cirujanos anteriores a Paré creían que una técnica quirúrgica siempre requería que el paciente experimentara dolor, un dolor en ocasiones tan extremo que éste perdía la consciencia durante el procedimiento.

Paré descubrió que un cirujano podía ser amable en su práctica y que eso mejoraba los resultados.

Su primer descubrimiento

Paré hizo su primer descubrimiento en la curación de heridas de bala. Los disparos tenían muy poco alcance, por lo que se disparaban a corta distancia y además de la herida por la bala, producían grandes quemaduras por la pólvora.

La opinión de esa época era que la pólvora envenenaba la herida, por lo que se vertía en ella aceite de sauco hirviendo, lo que en muchas ocasiones provocaba la muerte del malherido y los que sobrevivían solían agonizar por las heridas inflamadas.

En una batalla, asistiendo a muchos heridos, se terminó el aceite, y por ello Paré empleó una antigua receta romana haciendo una pomada con yema de huevo, aceite de rosas y aceite de trementina; y comprobó su efecto benéfico.

Para sorpresa de todos, al día siguiente las heridas estaban empezando a cicatrizar, los pacientes estaban sin dolor ni fiebre o inflamación, mientras que ocurría lo contrario con quienes habían sido cauterizados.


La ligadura arterial en las amputaciones

Otro de los avances más importantes que introdujo el francés fue la ligadura de las arterias para reducir las hemorragias. Hasta entonces, el único medio conocido era la cauterización con un hierro candente del muñón sangrante, lo que era poco efectivo. Él utilizaba fórceps y puntos de sutura. Esto significó un gran avance en los procedimientos quirúrgicos.

Basándose en la observación empírica, el razonamiento y cierta experimentación, fue mejorando constantemente las técnicas y el instrumental quirúrgico que ilustraba en sus libros, otra absoluta novedad.

Tal fue la fama que iba ganando con sus actos médicos que, en una oportunidad, habiendo caído preso del duque de Saboya, este le concedió su libertad por haber curado y salvado la vida de uno de sus nobles.

Otras innovaciones de Paré

Paré tuvo también un papel destacado en el desarrollo de otros procedimientos quirúrgicos, técnicas para la extracción de proyectiles y empleo de tubos para drenar abscesos. En obstetricia, desarrolló y perfeccionó técnicas para la posición podálica. Hizo bragueros para hernias y prótesis de miembros amputados. Fue el primero en describir una fractura expuesta tratada con éxito sin amputación. Inclusive, se automedicó cuando sufrió una fractura expuesta de la pierna, y logró salvarla. Asimismo. diseñó ingeniosos aparatos ortopédicos y prótesis para manos, brazos y piernas y ojos con gran perfección., y consiguió tratar por primera vez una fractura abierta sin tener que amputar la extremidad.


Su obra escrita

Como desconocía el latín y el griego, Paré escribió todos sus textos en francés para redactar sus obras, su escritura clara y el uso de la lengua vernácula, le garantizaron que sus textos y técnicas se convirtieran en las bases de la nueva cirugía, Esto le permitió una amplia difusión de sus tratados entre los profesionales de la medicina y el público en general. En 1545, publicó el tratado "Método de tratar las heridas causadas por arcabuces y otros bastones de fuego" que luego fue traducido a varias lenguas. Él defendía la fuerza de curación de la naturaleza, lo que sintetizó en una frase: “Yo lo vendé, Dios lo curó”, y es una de sus citas que más eco tuvo y en la que sintetizó sus creencias.

En 1553, publicó la segunda edición de su obra. Publicó también otros tratados acerca del tratamiento de heridas y enfermedades. En 1575, editó una recopilación de sus obras, que luego se reimprimió en varias ocasiones y se tradujo al inglés, alemán y neerlandés.

Cuando apareció la primera edición de sus Obras completas, que además de temas de Cirugía contenían mucho de Medicina, la Facultad de París trató de evitar que se publicara. Como no lo logró, trató de desprestigiarlo públicamente, a lo que Paré contestó con mucha calma.


Su gran prestigio

De barbero a médico de reyes

En una batalla de las guerras de religión que se libraron en ese siglo, el duque de Guisa sufrió una herida que sus médicos definieron como mortal y desistieron de tratarlo, más aún cuando se llamó a Paré, pues su orgullo les impedía aceptar que un cirujano no académico pudiera hacer algo que para ellos era imposible. No sin muchos impedimentos, Paré consiguió salvar al duque.

Después de las campañas, y debido a sus aportaciones y éxitos, se convirtió en médico de cámara y consejero real asistiendo a cuatro reyes: Enrique II, Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Enrique II había estado casado con Catalina de Medicis y, durante 10 años, no habían logrado tener hijos. Paré operó al rey y, luego, lograron tener nada menos que 10 vástagos.

Su reputación fue creciendo, en particular tras tratar al duque de Guisa, paladín de los católicos en las guerras de religión francesas, a quien, herido grave, sus doctores habían dado por insalvable.

Pero Paré consiguió curarlo y eso le abrió la puerta para convertirse en el médico de cámara y consejero de cuatro reyes de Francia: Enrique II, Francisco II, Carlos IX y Enrique III.

En 1561, obviando lo que establecían sus estatutos, la Hermandad de San Cosme y San Damián lo recibió en su seno y le otorgó el grado de "Maestro en Cirugía".

Los reconocimientos no acabaron ahí. Finalmente, debido a sus logros, la Escuela de Medicina de la Universidad de París acabó concediéndole en 1584 el bonete de "Doctor en Medicina" cuando tenía 74 años. Diez años antes se había casado y llegó a tener seis hijos.

Quizá la contribución más importante de Paré a la Cirugía y a la Medicina en general fueron su tenacidad y su ejemplo demostrando el valor real del esfuerzo serio y continuo y la importancia de perfeccionar y aumentar los conocimientos y habilidades para poder aliviar mejor y en una forma mas efectivamente el sufrimiento de los pacientes.

El cirujano escribía sus textos en francés y no en griego o latín, lo que les garantizó una gran difusión.


El cirujano incluía ilustraciones en sus tratados, otra novedad.

Paré llegó a ser el médico de cabecera de cuatro reyes de Francia: Enrique II, Francisco II (en la imagen), Carlos IX y Enrique III.

Fue humilde en una era de arrogancia, fue objetivo en una época de superstición, fue original en una era de conservadurismo, y fue independiente en una era de autoridad. Su lógica racional desentonaba en una era de teorías irracionales e ilógicas, y su hondo sentido moral no se correspondía con la hipocresía pragmática que reinaba, y en donde las masacres eran perpetradas en nombre de la religión sectaria.

Murió por causas naturales en 1590, a los 80 años, en París, habiendo revolucionado la cirugía para siempre, quien durante el curso de su vida hizo avanzar la cirugía más de lo que la humanidad entera había hecho en 1.500 años de nuestra era".

LOS GRANDES CIRUJANOS ANATOMISTAS

LEONARDO DA VINCI

Leonardo nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de una campesina, Caterina (que se casó poco después con un artesano de la región), y de Ser Piero, un rico notario florentino. Italia era entonces un mosaico de ciudades-estado como Florencia, pequeñas repúblicas como Venecia y feudos bajo el poder de los príncipes o el papa.

El Imperio romano de Oriente cayó en 1453 ante los turcos y apenas sobrevivía aún, muy reducido, el Sacro Imperio Romano Germánico; era una época violenta en la que, sin embargo, el esplendor de las cortes no tenía límites. Considerado el paradigma del homo universalis, del sabio renacentista versado en todos los ámbitos del conocimiento humano, Leonardo da Vinci (1452-1519) gran inventor; incursionó en campos tan variados como la aerodinámica, la hidráulica, la anatomía y medicina, la botánica, el dibujo, la pintura, el diseño, la escultura, la música, la ingeniería y la arquitectura, entre otros.

Sus investigaciones científicas fueron, en gran medida, olvidadas y minusvaloradas por sus contemporáneos; su producción pictórica, en cambio, fue de inmediato reconocida como la de un maestro capaz de materializar el ideal de belleza en obras de turbadora sugestión y delicada poesía.

En el plano artístico, Leonardo conforma, junto con Miguel Ángel y Rafael, la tríada de los grandes maestros del Cinquecento, y, pese a la parquedad de su obra, la historia de la pintura lo cuenta entre sus mayores genios. Por los demás, es posible que de la poderosa fascinación que suscitan sus obras maestras proceda aquella otra fascinación en torno a su figura que no ha cesado de crecer con los siglos, alimentada por los múltiples enigmas que envuelven su biografía, algunos de ellos triviales, como la escritura de derecha a izquierda, y otros ciertamente inquietantes, como aquellas visionarias invenciones cinco siglos adelantadas a su tiempo.

La formación de Leonardo da Vinci en Anatomía Humana comenzó a los dieciocho años. Sus primeros trabajos sobre anatomía de que hay constancia, los realizó en el hospital Santa María Nuovoa en Florencia. Sin embargo se dedica mas formalmente al estudio de la anatomía humana hacia el año 1489 cuando prepara la publicación de un texto con sus observaciones. Da Vinci fue el inventor de los cortes anatómicos y de la representación de la figura humana en diferentes planos. La raíz de sus trabajos anatómicos se sitúa en sus intereses artísticos por la exploración del cuerpo humano y su funcionamiento; tenía como objetivo perfeccionar la representación de la figura humana. Sus trabajos abarcaron diferentes campos, según su “tratado anatómico”, y se basaron, hasta 1507, en la observación de la superficie de los cuerpos, momento en que comenzó a practicar la disección. Se interesó por las estructuras profundas (óseas, musculares y viscerales) y trató de comprender sus mecanismos funcionales a través del sustento de las disecciones y el análisis gráfico.

Durante 20 años, Leonardo da Vinci, estudió la anatomía humana realizando múltiples anotaciones y dibujos, trabajo que se ve reflejado en 1510 cuando desarrolla diversos métodos para la realización de ilustraciones precisas sobre anatomía humana, que son modelos que se han mantenido durante siglos.

Entre sus recomendaciones mas significativas en este campo, Leonardo recomendaba una parte anatómica a partir de estructuras internas, culminando con las externas. Por ejemplo, para la realización de una extremidad, se debía iniciar con la ilustración de los huesos, seguido de tendones y músculos, etc. y finalmente la piel. También concibe la idea del "hombre de cristal", es decir, en sus obras se puede apreciar una cavidad transparente y en su interior, las estructuras en ella contenidas; o bien visualizarse la red vascular "eliminado" piel y músculos, este estilo de representación fue utilizado por los anatomistas que le siguieron, como Andreas Vesalio en el siglo XVI.

Incursionó en diferentes ramas de la medicina: a través de la Neurología estudió el ojo y el cerebro (el corte transversal del cráneo, en el que se pueden observar la cavidad craneana, el cigoma y los maxilares, y el sagital, en el que se ven los senos frontal y maxilar, son algunos de sus dibujos más importantes); estudió la Osteología y la Miología, el sistema cardiovascular, los aparatos respiratorio y digestivo y los sistemas genitourinario y reproductor, de los que realizó los dibujos más asombrosos de su Corpus anatómico, los que corresponden a los órganos sexuales y reproductores y, además, se introdujo en la Embriología y dibujó el primer feto en útero, una de las primeras representaciones de un feto humano.

Sus estudios anatómicos recogidos en el "Manuscrito Anatómico A" (1510-1511) se centran en la osteología y la miología, y en sus láminas se plasman los intentos de comprender el funcionamiento humano. Además del aporte científico, las láminas resultantes de los estudios de Leonardo contienen algunos de los dibujos anatómicos más brillantes jamás creados. A finales de 1513, Leonardo realizó sus investigaciones anatómicas en el Hospital del Espíritu Santo de Roma, pero se vio obligado a renunciar a sus estudios cuando en 1515, fue acusado de prácticas sacrílegas y el Papa León X le prohibió la entrada en el Hospital, truncando así su carrera anatómica. Leonardo proyectó, aunque nunca llegó a escribir, un tratado de Anatomía ("Il libro dell´Anatomia"). Aunque existen bosquejos y partes del mismo, la mayor parte de su trabajo anatómico se ha perdido. Leonardo fue un genio en todos los campos que cultivó, y aunque fue uno de los más originales y perspicaces anatomistas de todas las épocas, y mientras que sus pinturas eran ampliamente conocidas, tan solo algunos amigos y colaboradores tenían algún conocimiento de la profundidad de sus investigaciones médicas.

Leonardo Da Vinci

Hombre de Vitruvio

Pese a que en la actualidad se tiene el consenso de la gran influencia de da Vinci en la concepción anatómica de las siguientes generaciones, en virtud de que su trabajo, como anatomista, estuvo olvidado desde 1570 hasta 1778. Hubo detractores al respecto, sin embargo hay evidencias confiables de que sus dibujos tuvieron amplia difusión entre la comunidad científica de sus contemporáneos.

ANDRÉAS VESALIO

Hasta el siglo XVI la medicina siguió teniendo un planteamiento tradicional y se apoyó básicamente en el galenismo. La primera disciplina médica que se independizó de estos supuestos fue la anatomía. A finales del siglo XIII se inició en Bolonia la práctica regular de la disección de cadáveres que se propagó a Padua, Montpellier y Lérida.

La finalidad era comprender mejor la obra de Galeno, que no se ponía en duda. Pero la observación independiente fue abriéndose camino poco a poco. Los comienzos del siglo XVI trajeron a esta disciplina nombres tan destacados como Gabrielle Zerbi o Gerbi y Alessandro Achilini, que introdujeron juicios y descripciones propias basadas en su experiencia. Hay que mencionar también a Berengario da Carpi quien, descontento con las descripciones tradicionales, escribió su propio tratado, y al español Andrés Laguna, que en su "Anatomica methodus" (1535), incorporó observaciones personales realizadas en las disecciones de cadáveres. A todos se les considera autores de la época prevesaliana, lo que significa que la obra de Vesalio fue decisiva.

El punto culminante, el ápice de este proceso de crítica y desestructuración del dogma galénico lo representa Vesalio con su De humani corporis fabrica, recién en 1543. Por eso la historia de la anatomía se puede dividir en una época prevesaliana y otra posvesaliana.

Efectivamente según los principales historiadores de la medicina, lo fue, y de ello nos ocupamos a continuación.


Andrés Vesalio o Andreas Vesalio nació el 31 de diciembre de 1514 en Bruselas. Procedía de una estirpe renana consagrada en sus últimas generaciones al servicio médico de los emperadores de Alemania. Hijo del boticario del emperador Maximiliano. Recibió su primera educación en Bruselas y Lovaina donde, entre otras materias, aprendió latín, griego, árabe y hebreo. Parece que admiró desde pequeño la obra biológica de Alberto Magno y también tuvo cierta tendencia a la disección de animales.A los dieciocho años se trasladó a París para estudiar medicina. Allí permaneció durante tres años (1533-1536) en un ambiente en el que prevalecía el galenismo. La enseñanza de la anatomía corría a cargo de Jacobo Silvio y Günther von Andernach. Este último tradujo la obra de Galeno "De anatomicis administrationibus" y publicó un tratado de disección ("Institutionum anatomicarum libri quatuor", 1536).

Silvio utilizaba como libro de texto el "De Usu partium" de Galeno, aunque suspendía la enseñanza a la mitad del primer libro por considerar que era demasiado difícil para los estudiantes.

Descontento Vesalio, pero profundamente seducido por la materia, trató de completar su formación osteológica con huesos sustraídos del Cementerio de los Inocentes y ayudó a realizar algunas disecciones en las que también participó su compañero Miguel Servet.

Si bien algunos colegas le despreciaban, al considerarle un simple barbero, Vesalio fue distinguido por Felipe II con el título de conde palatino e incluso intentó curar a su vástago loco, el príncipe Carlos, practicándole una trepanación. De todo ello se deduce que la peregrinación a Tierra Santa que emprendió en 1564 no estaba motivada por un enfrentamiento con el monarca o la persecución de la Inquisición, (presuntamente, por haber iniciado la disección del cuerpo de una aristócrata que aún vivía); no sería más que un caso curioso de la clásica Leyenda Negra, pues el rumor nació de Hubert Languet, médico de Carlos V que luego se puso al servicio de Guillermo de Orange.

El estallido de la guerra entre Francisco I y Carlos V condujo de nuevo a Vesalio a Lovaina, donde permaneció por espacio de dos años (1536-1537). Allí le fue otorgado el grado de bachiller en medicina en 1537. Había hecho su primera disección en 1537, nada más graduarse, con la particularidad de que se trató de una didáctica demostración pública. Ello impresionó tanto a las autoridades venecianas que le dieron la cátedra de anatomía y cirugía de la Universidad de Padua, facilitándole cadáveres de asesinos ajusticiados para sus prácticas.

En Lovaina realizó disecciones y publicó su primera obra: "Paraphrasis in nonum librum Rhazae ad Almansorem" que se editó en Basilea (1537). En ella compara la terapéutica galénica con la árabe, inclinándose por la primera pero intentando salvar en lo posible la reputación de Rhazes. Marchó después a Italia. Pasó primero por Venecia, donde conoció a su futuro colaborador y discípulo de Tiziano Jan Stefan Calcar, y fue después a Padua, que era la ciudad universitaria de la República Véneta, para inscribirse en su escuela médica.

En Padua realizó su prueba doctoral el 5 de diciembre de 1537 y al día siguiente fue nombrado "Explicator chirurgiae" o profesor de cirugía con la responsabilidad de explicar cirugía y anatomía. A los pocos días ya había llamado la atención. ¿Por qué?

Vesalio rompió con el método didáctico medieval: abandonó la cátedra para bajar y situarse junto al cadáver, disecando y mostrando por sí mismo la parte a la que la explicación se refería.

Completaba además con dibujos lo que en el cadáver era difícil de observar. Aunque esto hoy perezca raro, supuso un cambio importante, tanto que tuvo un gran éxito entre sus colegas docentes y entre los estudiantes. Tuvo que editar sus propios dibujos junto con otros que encargó a Calcar porque le sustrajeron uno de los que usaba habitualmente y con el fin de proteger la autoría.

Este fue el origen de las "Tabulae anatomicae Sex" (Venecia, 1538). Las tres láminas osteológicas son de Calcar, las tres viscerales (hígado, porta y genitales; hígado y cava; corazón y aorta) son del propio Vesalio. Aunque sigue siendo galénico, el cambio que esto significó en la ilustración anatómica fue enorme. Hay que tener en cuenta que los tratados de anatomía de entonces no solían contener ningún tipo de ilustración. Algunos suelen referirse a las láminas de Leonardo da Vinci, mucho más conocidas entre el público actual que las de Vesalio. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en ese momento esas láminas permanecían inéditas.

En 1538 Vesalio publicó una revisión de las Instituciones Anatomicae de su maestro von Andernach, es decir, un manual de disección para sus estudiantes.

En 1539 con el fin de aportar claridad a una polémica sobre la sangría en las afecciones neumónicas monolaterales, el médico de Carlos V, Nicolás Florena, encargó a Vesalio un exploración disectiva del sistema venoso endotorácico. Descubrió así la vena azigos mayor y su desembocadura en la vena cava superior (si seguimos la idea galénica de la circulación de la sangre sería el origen y no el final). Publicó los resultados ese mismo año (Epistola docens venam axillarem dextri cubiti in dolre laterali secandam) y también aceptó el encargo de la Giunta, una afamada casa editorial veneciana, para revisar la edición latina de varios escritos anatómicos de Galeno. Como se puede apreciar, nos encontramos con una de las características del Renacimiento: revisar y corregir. Concluyó el trabajo apenas un año después.

Todas estas actividades fueron muy apreciadas por el claustro de profesores y por los estudiantes. En el documento oficial que prorroga el nombramiento de Vesalio se dice claramente que “había suscitado gran admiración entre todos los estudiantes”.

El estrecho contacto con Galeno a través de sus obras, le llevó a darse cuenta de que dejaba traslucir en sus escritos su experiencia disectiva con monos. Al comprobar personalmente en las disecciones tantos errores, Vesalio abandonó hasta entonces al indiscutible Galeno de la enseñanza de la anatomía. El hecho causó cierto revuelo en el claustro de Padua, pero Vesalio se comprometió a escribir un nuevo tratado de anatomía. En 1542 ya estaba redactado su conocido "De humani corporis fabrica libri septem". Unos días después también terminó el "Epitome", una especie de Fabrica compendiada para uso de los estudiantes. El texto, al que se unieron trescientas planchas grabadas en madera por Calcar, salieron en mula hacia Basilea al taller de Juan Oporino. Poco después vieron la luz los primeros ejemplares. Los conocimientos de Vesalio se plasmaron en su obra titulada De humani corporis fabrica, editada en Basilea en siete volúmenes y dedicada al emperador Carlos V, que luego reeditó en versión reducida para los estudiantes, siendo esta vez Felipe II, el heredero del trono, el destinatario de la dedicatoria.

Vesalio tenía entonces 29 años. La obra originó una reacción airada de algunos galenistas. Uno de los que le atacó ferozmente fue su maestro parisino Jacobo Silvio quien le propinó calificativos como desvergonzado, impío, calumniador e ignorante.

Andrés Vesalio regresó a Padua, pero siguiendo la tradición familiar, fue requerido por Carlos V para que formara parte de su servicio médico; por tanto, marchó a Bruselas. Allí se casó, ejerció la medicina y escribió. Publicó un opúsculo sobre el uso de la raíz de China o zarzaparrilla, donde aprovechó para defenderse de los que le atacaban por abandonar a Galeno. Mientras preparaba la segunda edición de la Fabrica (1555) también acompañaba al emperador en sus viajes; su función era la de médico “internista” y no la de cirujano.

Tras abdicar Carlos V en 1556 pasó al servicio de Felipe II, lo que le obligó a trasladarse a Madrid en 1559. Su estancia no fue demasiado grata por un desgraciado acontecimiento con el infante, las relaciones con el resto de los médicos de la casa real y, quizás, por la ausencia de cadáveres para disecar. Tuvo en España, sin embargo, ardientes defensores como Pedro Jimeno y Luis Collado, profesores en la Universidad de Valencia.

Estando en Madrid recibió unas Observationes anatomicae (Venise, Marco Antonio Ulmo et Gratioso Perchachino, 1561) redactadas por Falopio en Padua en las que incluía rectificaciones a la Fabrica. Vesalio le contestó pero su escrito no llegó a manos de Gabrielle Falopio, que murió prematuramente en octubre de 1562. El escrito quedó en manos del embajador y no pasó a la imprenta hasta 1564 cuando Vesalio pasó por Venecia camino de Tierra Santa. No llegó a verlo impreso ya que a su regreso enfermó y murió en la isla griega de Zante, junto al Peloponeso.

Ya hemos señalado aportaciones originales de Vesalio al conocimiento anatómico: cambiar el método didáctico, uso de ilustraciones, correcciones a Galeno, e incorporar nuevos hallazgos. A esto hay que añadir que Vesalio vio de otra manera la anatomía o al cuerpo humano, una forma nueva que podemos llamar renacentista.

En lo que se refiere a la idea descriptiva Vesalio pensó que debía seguir a Galeno: estudio de los músculos; venas, arterias y nervios; y vísceras. Sin embargo la concepción no es la misma exactamente. Para Vesalio los huesos eran el fundamento sustentador de un estabilidad arquitectónica, el sostén en el que se apoya un edificio entero. Por eso el término "Fabrica" equivale aquí a "edificio". Dedica el primer libro a los huesos y cartílagos; el segundo a los ligamentos y músculos; el tercero a las venas y arterias; el cuarto a los nervios; el quinto a los órganos de la nutrición y generación; el sexto al corazón y partes "que le auxilian" como los pulmones; finalmente el séptimo, al sistema nervioso central y a los órganos de los sentidos. Podemos verlo de esta forma: sistemas constructivos o edificativos (huesos, ligamentos y músculos); sistemas conectivos o unitivos (venas, arterias y nervios); sistemas impulsivos de la vida (órganos de la nutrición y la generación; corazón y órganos que le ayudan; cerebro y sentidos).

La idea descriptiva es híbrida en opinión de Laín: el cuerpo en los libros I y II se describe como una "edificación estática", potencialmente susceptible de movimiento local. Los libros V, VI y VII (órganos de las tres cavidades: natural, vital y animal) los estudia desde el punto de vista de los impulsos y las potencias (galénicamente entendidas) que le permiten moverse. La descripción anatómica de los órganos internos es original pero su conceptuación fisiológica (que sigue a Galeno) es, en parte, errónea. Los tres sistemas conectivos (libros III y IV) constituyen un lugar intermedio entre las partes arquitectónicas y las impulsivas del cuerpo.

En lo que se refiere a la idea descriptiva secundaria, es decir, la descripción de las partes singulares en cada libro, es como sigue: el de los sistemas edificativos o constructivos el orden es descendente, es decir, topográfico y espacial. Persiste la ordenación bizantina capite ad calcem pero desprovista del simbolismo que tuvo en la Edad Media. La descripción de las partes impulsivas es galénica, es decir, funcional. Los sistemas conectivos siguen una tendencia mixta.

La parte más brillante de la Fabrica es la que se refiere a la osteología. Se describe con detalle cada uno de los huesos. En la miología diferencia bien el ligamento del tendón, el nervio y el músculo, que hasta entonces era frecuente confundirlos. La parte dedicada a la angiología es bastante completa; niega rotundamente la existencia de la famosa rete mirabile. En cuanto a los nervios sigue clasificándolos en duros o motores y blandos o sensitivos. Niega la oquedad de los nervios de los sentidos y de forma especial la del nervio óptico.

Respecto a los órganos de la nutrición y generación sus descripciones de los genitales masculinos y femeninos suponen un avance. Describe bien el peritoneo y el estómago, pero desconoce otras estructuras como el páncreas. Habla por vez primera de la estructura interna del hígado.

En lo que se refiere a los órganos de la cavidad vital o torácica merece ser mencionada la descripción del corazón. Niega la existencia de los poros interventriculares pero su esquema de la circulación de la sangre sigue siendo galénica.

La descripción de los órganos de cavidad animal o craneal es cuidadosa. Destruye la concepción errónea de los tres ventrículos del cerebro, y señala la diferencia entre la sustancia gris y blanca del encéfalo entre otras cosas.

En definitiva, como señala muy acertadamente Laín, Vesalio no sólo enseñó más y mejor la anatomía, sino que también enseñó a hacerlo de otro modo, un modo totalmente renacentista.

Es casi imposible encontrar entre los historiadores de la medicina una opinión sobre Vesalio que no sea la que hemos expuesto. Sin embargo, en 1994, el catedrático ya jubilado de anatomía de la Universidad de Valencia (España), Juan José Barcia Goyanes (1901-2003), publicó el libro El mito de Vesalio. En éste expone la idea de que, en cuanto a contenido anatómico, Vesalio hizo poco por el avance de la anatomía. Para Barcia éste no sólo se limitó a descubrir los errores de Galeno sino que hizo de ellos toda la razón de ser de su investigación anatómica. Esta obra no es fruto de la especulación sino que su autor trata de demostrar lo dicho a través de sus doscientas cuarenta y una páginas. Hay que señalar que el profesor Barcia era conocedor, al menos, de las mismas lenguas clásicas que Vesalio y entre sus obras destaca la Onomatologia anatomica nova, una compilación de los términos anatómicos que aparecen en los textos clásicos griegos y latinos y su evolución a lo largo de la historia; alcanza ésta una extensión de diez volúmenes. Una cosa es cierta, este libro nos hace reflexionar y nos hace ver lo importante que es considerar la ciencia como un producto en cuya realización contribuyeron y contribuyen muchas personas.

Respecto a los epónimos que llevan el nombre de Vesalio, señalaremos estos:

"Agujero de Vesalio": Abertura en el lado interno del agujero oval del esfenoides. "Vena de Vesalio": Vena emisaria que pasa por el agujero de Vesalio. "Ligamento de Vesalio": ligamento, también conocido con el nombre de Poupart, o borde inferior de la aponeurosis del oblicuo mayor, desde la espina ilíaca anterosuperior a la espina del pubis.

La labor de Andreas Vesalio fue continuada por algunos de sus discípulos o contemporáneos, y también se convirtieron en epónimos anatómicos los nombres de: Gabriel Falopio de Módena (1523-1562) o Bartolomeo Eustachio o Eustaquio (1524-1574), o el español Miguel Servet, quien descubrió la circulación sanguínea pulmonar, y fue completada por el. inglés Guillermo Harvey.

Los resultados de la investigación permitirán formular claramente en el siglo siguiente los rumbos de la llamada ciencia nueva, haciendo triunfar al espíritu crítico y al racionalismo.

ANECDOTARIO

NOSTRADAMUS

Michel de Nôtre-Dame, también llamado Michel Nostradame, usualmente latinizado como "Nostradamus".

Nacido el 14 de diciembre de 1503 en Saint-Rémy-de-Provence (Francia), y falleció el 2 de julio de 1566 en Salón de Provenza (Francia).

Estudió en la Universidad de Aviñón, pero se vio obligado a dejar sus estudios después de poco más de un año cuando la universidad cerró debido a un brote de la plaga.

Trabajó como boticario durante varios años antes de ingresar a la Universidad de Montpellier, con la esperanza de obtener un doctorado, pero fue casi inmediatamente expulsado después de que se descubrió su trabajo como boticario (un comercio manual prohibido por los estatutos universitarios).

Fué Astrólogo, boticario, médico, escritor y traductor. Se casó por primera vez en 1531, pero su esposa y sus dos hijos murieron en 1534 durante otro brote de peste.

Trabajó junto a otros médicos contra la plaga antes de volver a casarse con Anne Ponsarde, con quien tuvo seis hijos.

Escribió un "almanaque" para 1550 y, como resultado de su éxito, continuó escribiéndolo para los años futuros mientras comenzaba a trabajar como astrólogo para varios clientes ricos.

Supuesto adivino, más conocido por su libro "Les Prophéties" (en español, "Las Profecías"), una colección de 942 cuartetas poéticas que supuestamente predicen eventos futuros.

El libro se publicó por primera vez en 1555, y la reina Catalina de Médici se convirtió en una de sus principales partidarias. En los años transcurridos desde la publicación de las profesias, Nostradamus atrajo a un gran número de partidarios que le atribuyeron haber predicho con precisión muchos de los principales eventos mundiales.

Nostradamus

Ambrose Paré, Andreas Vesalio y Nostradamus.

Ambrose Paré y Andreas Vesalio eran compremporáneos y tuvieron oportunidad de trabajar juntos en un caso relacionado con Nostradamus. La anécdota mas conocida fué ante la muerte de Enrique II de Francia. Enrique II, estaba casado con Catalina de Medici y tuvo diez hijos.

Sufrió varios reveses al final de su corto reinado. Fue derrotado en Italia y en los Países Bajos por España. Se vio obligado a aceptar, en 1559, la "Paz de Cateau-Cambrésis" firmada por Felipe II de España y Enrique II de Francia. Ésto ponía fin a un largo conflicto armado que España y Francia venían teniendo por el control de Italia. Tras la derrota francesa en la batalla de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558) se firma esta paz por la que Francia renuncia a Milán y Nápoles (ahora en manos de Felipe II). Esto supuso que el imperio hispánico se hacía con el control de la península italiana. Otro de los puntos del tratado fue la concertación del tercer matrimonio de Felipe II con la hija de Enrique II, Isabel de Valois.

Con motivo de la boda de su hija Isabel con Felipe II de España, se celebró con un torneo en París.

Precisamente, en las fiestas de celebración de este matrimonio, se produjo un accidente singular que supuestamente Nostradamus predijo en estos versos (cuatetas) cuatro años antes:


"El león joven al viejo sobrepasará.

En campo bélico por singular duelo,

En jaula de oro los ojos le atravesará,

Dos choques uno después morir muerte cruel".


Se dice que se pidió y advirtió a Enrique II de Francia que no participara en dichos festejos o que más bien lo hiciese de una forma moderada. Pero fue desafiado por Gabriel, Conde de Montgomery, y Enrique era muy fanático de este deporte y no perdía oportunidad de participar en él. Así pues, Enrique participó y ganó el primer duelo, pero durante el segundo, Enrique II salió seriamente herido. Antes de entrar en combate, sonaron las trompetas y los clarines, ensordeciendo hasta aturdir a los presentes. Pero cuando los combatientes entraron en liza y comenzaron a correr los caballos, todas las músicas se callaron como presintiendo el desdichado desastre que aconteció.

Al conde de Montgomery se le rompió la pica en la cabalgada y una astilla de madera se coló por la rejilla del casco del rey. Enrique II fue gravemente herido por la lanza que le atravesó el ojo derecho y el cerebro.

Enrique II de Francia.

Esta herida produjo en el rey una agonía de diez días. Fue atendido por los mejores médicos y cirujanos. Ambroise Paré fue autorizado a reproducir la herida en algunos condenados para investigar cómo y de qué forma curarla, sin obtener resultado alguno. Felipe II envió desde Bruselas a Andreas Vesalio, que no llegó a tiempo para tratar de salvar la vida del rey, pues este ya había muerto a su llegada. Murió el 10 de Julio de 1559.

BRILLANTE GENERACIÓN DE ANATOMISTAS ESPAÑOLES DEL RENACIMIENTO

En España, también se produjeron contribuciones importantes; unas veces en territorio español; otras, fueron españoles emigrados a la Italia Renacentista.

En España, el Protomedicato, fundado por los Reyes Católicos en 1477, era el responsable de la formación y protección de los cirujanos. En la misma época, en Francia se regularon los estudios de los cirujanos barberos (de toga corta) y los cirujanos de toga larga, que dependía de la Facultad de Medicina (Aguilar, 2006).

En España, las influencias de la cirugía renacentista llegaron con retraso. Aparecieron muchos autores que se ocuparon de las heridas de guerra. Antonio Pérez, de origen portugués, fue cirujano mayor de la Armada Invencible, y publicó en 1568 su obra "Summa y Examen de Chirurgia", dirigido hacia la docencia de los cirujanos romancistas. Luis Mercado (1525-1606) escribió "Institutiones Chirurgicae", para el aprendizaje de los cirujanos latinos. Otros autores publicaron obras quirúrgicas, siguiendo el indice expositivo medieval, incluyendo capítulos sobre fracturas y luxaciones. Entre estos destacan: Juan Fragoso (1530-1597), Francisco Díaz (1525-1590) y Dionisio Daza Chacón (1513-1596). Por sus aportaciones, merece ser destacado Bartolomé Hidalgo de Agüero (1530-1597), profesor de Cirugía de Sevilla, que recomendaba no convertir una fractura cerrada en abierta (Aguilar, 2006). Faltarían muchos médicos y cirujanos por reseñar, desde Luis Vasseo (Anatomia corporis humani) a Juan Sánchez Valdés de la Plata (Crónica e historia general del hombre), pasando por Luis Lobera de Ávila (que acompañó a Carlos V en la conquista de Túnez).

Juan Valverde de Amusco

Nació en Amusco (Amusco), provincia de Palencia alrededor de 1525. Se estima que emigró a Italia alrededor de 1542. Valverde, anatomista y médico, fue el físico de algunos hombres relevantes de la época, entre otros, del Cardenal Juan Alvarez de Toledo (hijo del Duque de Alba) Arzobispo de Santiago y Primer Inquisidor General de Roma. En 1555, enseña medicina en el Hospital del Espíritu Santo de Roma.

La obra princeps de Valverde, "Historia de la Composición del Cuerpo Humano", escrita en castellano, fue publicada en 1556. El palentino Juan Valverde de Hamusco, un graduado en Humanidades y Filosofía por la Universidad de Valladolid que en 1542 marchó a Italia precisamente para poder diseccionar cuerpos sin las limitaciones que había en España, tal cual habían hecho decenas de compatriotas, juntándose allí a lo largo de la primera mitad del siglo XVI una peculiar comunidad de médicos y científicos hispanos.

Ejerció su profesión en Roma labrándose un nombre, pero su fama vino de la publicación en 1556 de "La anatomía del cuerpo humano"; todo un best seller de la época. Pese a tener ediciones en varios idiomas hasta el siglo XVIII, aquella primera fue en castellano porque estaba pensada para los cirujanos romancistas (los que no habían estudiado en la universidad pero obtenían su licencia tras ejercer cinco años). El libro incluía medio centenar de láminas copiadas (ligeramente mejoradas) de la Fabrica de Vesalio, a quien, por cierto, no le hizo ninguna gracia pese a figurar debidamente acreditado, acusando al otro de no haber hecho nunca una disección.

Juan Valverde y dos láminas de su obra. La de la derecha está claramente inspirada en el autorretrato de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina

Pedro Jimeno

Nacido en Onda (Castellón) en 1515 y falleció en Alcalá de Henares (Madrid) en 1555. Anatomista. Fue Pedro Jimeno, un bachiller natural de Alcalá de Henares pero graduado en la Universidad de Valencia, a la que regresó tras su etapa italiana para hacerse cargo de la cátedra de anatomía y realizar disecciones ante los estudiantes. Fué alumno y discípulo de Vesalio en Padua, y adoptó sus métodos de enseñanza cuando ocupó la Cátedra de Anatomía y Materia Médica de Valencia en 1547. En 1549 publicó el primer libro de anatomía que incorporaba los resultados de los estudios de Vesalio, introduciendo también contribuciones propias. También escribió un libro sobre el tema, "Dialogus de re medica", desarrollado de forma muy original: como indica su título, en forma de diálogo entre un médico y un ciudadano. Posteriormente pasó a la universidad de su localidad natal, donde tuvo dos discípulos aventajados. Fue el primer docente español en utilizar un esqueleto completo montado en su clase.

Luis Collado

El valenciano Luis Collado también fue discípulo entusiasta de Vesalio, cuyas tesis defendió frente a los que seguían empeñados en seguir a Galeno. Se sabe que estudió medicina en Valencia. Fue otro ilustre anatomista, colaborador de Pedro Jimeno, y en 1576 fue designado protomédico y visitador del Reino de Valencia. Fue catedrático de Anatomía y Materia Médica, de Principios y de Práctica. Creó y ocupó durante 10 años la Cátedra de Práctica Particular. Junto con Jimeno, fue uno de los más importantes científicos de la época y su influencia se extendió por toda España. Descubrió uno de los huesecillos del oído, el estribo.

Francisco Vallés

El burgalés Francisco Vallés, considerado máximo exponente de la medicina en la España del Renacimiento (le apodaban el Divino Vallés) por haber creado prácticamente la "anatomía patológica".

Sucedió a Vesalio como médico personal de Felipe II, quien le dio el título de Médico de Cámara y Protomédico General de los Reinos y Señoríos de Castilla (él instituyó el examen para el protomedicato) y le encargó la botica del Monasterio de El Escorial.

Sus restos mortales se encontraron casualmente en 2011 durante unas obras de reforma de la Capillla del Colegio Mayor de San Ildefonso.

Francisco Díaz de Alcalá

Nació en Alcalá de Henares en 1527. Estudió bachillerato y la carrera de Medicina en la Universidad de Alcalá. En 1548 obtuvo el título de bachiller en Artes, y el de bachiller en Medicina el 9 de diciembre de 1551.

Recibió el título de licenciado en medicina el 30 de noviembre de 1555, y el de doctor en medicina un mes más tarde, el 27 de diciembre de 1555, tras un brillante expediente.

Francisco Díaz fue, además, maestro en filosofía (obtuvo este título el 5 de julio de 1556).

Entre 1556 y 1558 ejerció labores docentes en la Universidad de Alcalá, ya que en los libros de la Facultad de Medicina figura entre los "Doctores, Maestros y Regentes".

Hacia 1550, contrajo matrimonio con su primera esposa doña María de la Flor de Medrano, posiblemente oriunda de Alcalá, con la que tendría seis hijos.

Finalizados los estudios universitarios, las dificultades para promocionarse en Alcalá y la imposibilidad de desarrollar una actividad quirúrgica fructífera en la ciudad, le deciden a probar suerte en otras capitales.

En 1559 concierta con el Ayuntamiento de Burgos servir la plaza de cirujano de la ciudad, que desempeñó hasta 1565. Durante este periodo se puso de manifiesto, en muchas ocasiones, la estima y la elevada opinión que el Concejo de la Ciudad tenía sobre Francisco Díaz y su trabajo, sobre todo durante una epidemia de "peste" que tuvo lugar entre 1564 y 1565. En estos dos años, el cirujano llegó a prestar tan grandes y extraordinarios servicios que la ciudad y el Concejo quedaron muy satisfechos.

Desgraciadamente, su primera esposa y la hija menor debieron fallecer en el transcurso de la epidemia, por lo que Francisco Díaz, rodeado de una numerosa prole de hijos menores, decidió volver a Alcalá en el verano de 1565. Tenía, por entonces, 37 años.

Rápidamente, y por las perentorias necesidades de la familia, contrae nuevas nupcias en 1566 con doña Mariana de Vergara, vecina de Alcalá. En 1568 consigue formar parte de la Cámara Real aunque sin título oficial. El 10 de abril de 1570 se le confiere el título de Cirujano de S.M., cargo que desempeñaría durante más de 20 años, hasta su fallecimiento en Madrid, el 8 de abril de 1590, recibiendo sepultura en el Monasterio de la Santísima Trinidad, hoy desaparecido.

Cervantes le dedicó un poema en "La Galatea".

Es considerado el padre de la Urología. Pese al arsenal quirúrgico y a haber inventado y utilizado algunos instrumentos como el speculum pudendi (una tenaza para extraer los cálculos uretrales), y el instrumento cisorio (similar a un cateter) para la cirugía urológica.

Alfonso Rodríguez de Guevara

Rodriguez de Guevara estudió anatomía durante dos años en Italia.

Fue profesor de anatomía en Valladolid ente 1548 y 1550, siendo el primer anatomista que impartió clases de disección sobre cadaver en Castilla.

En 1556 ocupó primero la Cátedra de Medicina y Anatomía, y después la Cátedra de Cirugía de la Universidad de Coimbra. Bernardino Montaña de Monserrate, publicó en Valladolid en 1551 su estudio morfológico "Libro de la Anathomia del Hombre", libro de anatomía escrito en castellano, en el que incluye algunas láminas de "La Fábrica".

Pedro Jaime Esteve estudió en París y Montpellier. Fue catedrático de Ana-tomía y Materia Médica en Valencia (1545). Mantuvo una postura crítica con respecto a Vesalio, fácil de entender si se menciona que consideraba a Galeno como el padre de la medicina, y llama literalmente locos a todos aquellos que se atreven a criticarlo. Sin embargo, en ocasiones confesó públicamente su admiración por la labor de Vesalio.

El granadino Alfonso Rodríguez de Guevara, profesor del anterior, también fue médico de cámara real; en este caso de Catalina de Austria (la hija de Juana la Loca y Felipe el Hermoso), durante su etapa como reina consorte de Portugal, aunque procuró irse en cuanto pudo porque en ese país no se podían hacer disecciones humanas. Su vida resulta curiosa porque fue el primer anatomista de Castilla en impartir clases sobre un cadáver, pero tuvo problemas por descender de conversos y se cree que quizá tuvo que comprar su título. Además, como agente de Felipe II, acompañó al infortunado rey Don Sebastián en la Batalla de Alcázarquivir, sobreviviendo.


Bernardino Montaña de Montserrate

De Bernardino Montaña de Montserrate, barcelonés obviamente, apenas hay datos; salvo que fué alumno de Rodriguez de Guevara, tenía la cátedra de Anatomía de la Universidad de Valladolid, que Carlos V le nombró su médico particular y que en 1551 escribió el primer tratado de anatomía en castellano, "Libro de la anothomia del hombre", adelantándose un lustro a Juan Valverde de Amusco.

Portada y primera lámina del Libro de la anothomia del hombre, de Bernardino Montaña de Montserrate

Miguel Servet

El celebérrimo Miguel Servet (cuyo Syruporun universa ratio ad Galieni censura diligenter exposita corregía la anatomía galénica, aunque la fama le vino por describir la circulación sanguínea pulmonar y por ser perseguido tanto por católicos como por calvinistas).

Pero no hay sitio para todos y por eso me he limitado a los que se puede considerar más propiamente anatomistas (puesto que hay que señalar que a esa generación la siguió otra de prestigiosos cirujanos).

En cualquier caso, queda patente ese error tan extendido de que la España Moderna era yerma en ciencia; al menos en el siglo XVI, pues en el siglo siguiente sí puede apreciarse una decadencia debido en parte al aislacionismo que supuso la pragmática de Aranjuez de Felipe II en 1559 prohibiendo la salida de estudiantes y profesores a universidades extranjeras para evitar que se contagiasen del protestantismo, y en parte también al cambio de técnica pedagógica, que retornó a la teoría y al análisis bibliográfico en detrimento de la experimentación.

Miguel Servet

Miguel Servet murió en la hoguera, condenado por el Consejo de Ginebra, tras ser denunciado por Calvino

LA CIRUGÍA DE LA EDAD MODERNA EN EL ARTE

El Renacimiento es uno de los grandes momentos de la historia universal que marcó el paso del mundo Medieval al mundo Moderno. Es un fenómeno muy complejo que impregnó todos los ámbitos yendo por tanto, más allá de lo puramente artístico como ha querido verse.

NICOLAES TULP

Tulp era un estudioso, un anatomista y un cirujano. También el director del gremio de cirujanos. Era una de las personas que ocupaba el centro de la escena en Ámsterdam durante el siglo XVII. En 1632 tenía 39 años.

Se había hecho famoso por un tratado sobre monstruos y por haber descubierto la válvula ileocecal. Pero, por sobre todo, era un “animal político”. De hecho, fue ocho veces tesorero de la ciudad de Ámsterdam.

En esas épocas solo permitán la disección de cadáveres con fines de investigación o educativos, en ajusticiados condenados muerte, y sólo porque se consideraba un castigo añadido sobre el cuerpo.

Una vez ajusticiado el cadáver es inmediatamente trasladado al teatro de disección del gremio de cirujanos de Ámsterdam. Una clase de anatomía del Dr. Tulp se inmortalizó en el cuadro de Rembrand.

"La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp" es un cuadro del pintor neerlandés Rembrandt Harmenszoon van Rijn. Pintó este cuadro a la temprana edad de 26 años, en 1632.

WILLEM VAN DER MEER

El cirujano Willem van der Meer en sus clases de anatomía, también quedó plasmado en un cuadro realizado por Michiel Jansz Van Mierevelt en 1617. En las lecciones de anatomía se destaca porque el cuerpo no es identificable al no mostrarse el rostro ni conocerse su nombre. Generalmente el rostro quedaba oculto de alguna forma y no debía ser reconocido por los asistentes. La identificación de un cadáver, reconocer un cuerpo muerto destinado al conocimiento como perteneciente a alguien con quien se ha convivido aunque sea mínimamente, plantea serios dilemas vivenciales y morales.

En el cuadro, la disección ha comenzado sobre el abdomen, lo que era la regla con el fin de mostrar primero las vísceras que sufrían más rápidamente el proceso de descomposición; y el rostro esta oculto.


En el siglo XVII Holanda en general, y Ámsterdam en particular, florecieron como centros culturales en la búsqueda del conocimiento anatómico. Esto no le generó conflictos con la Iglesia Calvinista. Recordemos que en esta misma época Galileo Galilei, de no haberse retractado de sus afirmaciones, hubiera sido condenado por la Inquisición en Italia.

"Lección de anatomía del doctor Willem van der Meer", pintado por Michiel Jansz Van Mierevelt en 1617.

Mientras que en el sur de Europa la Iglesia no quiso ver por el telescopio de Galileo, en el norte de Europa se abrieron los ojos a los descubrimientos.

En 1668 Von Leeuwenhoek’s inventa el microscopio en Holanda. En 1664, en la Inglaterra protestante, Thomas Willis diseca cerebros y afirma que el sistema nervioso es el asiento del alma.

El mismo Descartes huyó de Francia y buscó refugio en Leyden, Holanda, para poder tener libertad de pensamiento.

Estos hechos revelan un “matrimonio” entre revoluciones científicas y teológicas.

¿Si Lutero se atrevía a desafiar a la Iglesia, cómo los médicos de la época no a iban a atreverse, luego de 1500 años, a desafiar a Galeno?

LA ANATOMIA PATOLÓGICA

El cadáver en medicina

La palabra cadáver proviene del latín "caedere" y significa caer o caído; es el cuerpo colmado de historias y vivencias que ha caído irremediablemente para siempre. Podrá ser contemplado, sepultado, incinerado, pero ya no será posible interactuar con él. No solo han cesado los complejos procesos biológicos sino que se ha detenido el torrente biográfico. Sin embargo, el cadáver conserva dignidad y estatus jurídico. No se puede hacer cualquier cosa con un ca dáver: ni dejarlo insepulto, ni abusar de él, ni vili pendiarlo.

Para el médico legista es el testimonio de un hecho judicial o banal y mediante diversas técnicas y exámenes es posible “hacerlo hablar” revelando así las peripecias de sus últimos momentos como en tidad viva.

Guido Berro Rovira dice que el cadáver es jurídicamente una cosa, pero no cualquier cosa, es una cosa particularísima que perteneció a una persona que fue sujeto de derecho y pudo disponer, por lo menos parcialmente, del destino post mortem de su cuerpo. Es una cosa particularísima también por las consideraciones, respeto y derechos que porta el cadáver desde el fondo de la historia según normas legales y tradiciones religiosas, y por el recuerdo al que convoca, consagrándose para ello cultos especiales, días de recordación y lugares para yacer.


Con seguridad en el siglo XV se practicaron autopsias para comprobar diagnósticos. Las primeras exploraciones anátomo-patológicas sistemáticas fueron hechas, al parecer, por Antonio Benivieni, nacido en Florencia en 1443 y muerto en 1503. Era un hombre culto, procedía de una familia noble y acaudalada.

En su actividad médica fue coleccionando casos clínicos, en veinte de ellos practicó la autopsia. Después de su muerte, a instancias de su hermano, fue publicada la obra "De abditis nonnullis ac mirandis morborum et sanationum causis" (De algunas causas obscuras y admirables de enfermedades y curaciones), que contiene los casos de autopsias. Estos casos constituyen, en pequeño, lo que será después la obra monumental de Morgagni.

MEDICINA DE LA ILUSTRACIÓN

Los impulsos del Barroco, fueron puliéndose al compás de las necesidades de conocimientos de los hombres, que van siendo satisfecha por los sabios, científicos, filósofos y teólogos de esta nueva etapa de evolución de la Medicína, llamada de la Ilustración que abarca casi dos siglos, desde fines del XVII, todo el XVIII y entrando al XIX, veremos cómo dentro de la medicina las corrientes cambian, los métodos de enseñanza en las Universidades sufren transformaciones y las Escuelas de Medicina también iniciaron su transformación, como la escuela de Leyden. Son muchas las teorías, muchos los descubrimientos y muchas las nuevas observaciones acumuladas a través de los siglos, ya en esta etapa el principal representante de la medicina del siglo XVIII, el holandés Hermann Boerhaaver (1668-1738), gran profesor, médico ecléctico, sostenía que la vida, es el resultado del movimiento de los "sólidos y de los líquidos" del cuerpo y que las modificaciones de estos producen la enfermedad Boerhaaver diseñó en esencia el moderno plan de estudios médicos a la cabecera del enfermo; busca construir una nueva doctrina para la medicina, sostenía que en la sangre cada Glóbulo Rojo, se rompe, dividiéndose en Glóbulos amarillos, este magno profesor de medicina de Leyden, interpreta los fenómenos vitales tomando factores como la velocidad de la sangre, el diámetro de los vasos, su angulación, los volúmenes y las formas de las partículas, la viscosidad de la sangre, logró aislar la Urea de la orina, describe y reconoce sus propiedades diuréticas. Este profesor famoso, sistematizó el saber médico, usó las teorías existentes para el desarrollo de la clínica.

Gerhard van Swieten de Leyden también, discípulo de Boerhaaver, fue llevado a Viena por la Reina María Teresa para desarrollar la vieja escuela y la Universidad de Viena, que al poco tiempo se transformó en el centro científico médico de Europa. (Barba, 2004)

Otra contribución en el conocimiento médico del siglo de la Ilustración fue dado por el abad Lazzaro Spallanzani (1729-1799), profesor de Historia Natural de Pavia, que con sus observaciones, considera, prueba y afirma que la generación espontánea no existe, inicia e induce la fecundación artificial y realiza extraordinarios estudios y experimentos sobre la digestión afirmando que los alimentos son hechos pedazos, triturados y transformados químicamente por obra de "jugos gástricos", segregados por las paredes del mismo estómago.

Los estudios e investigaciones de esta época hicieron notables progresos en el conocimientos de las funciones y fenómenos vitales en fisiología, surge el médico suizo Albert von Haller (1708–1777) destacado alumno de Boerhaaver, autor de un célebre tratado de Fisiología, fundó una medicina sobre la base de la observación anatómica y de los experimentos fisiológicos, escribió enciclopedias y sus estudios de Embriología, sobre todo el desarrollo del embrión, en su Fisiología "Elementos Fisiológicos del Cuerpo Humano", trata sobre las funciones de órganos, aparatos y su constitución química, demuestra que la excitabilidad es propiedad específica del tejido muscular, porque la sensibilidad es propiedad específica del tejido nervioso, postuló la teoría de la relación entre la Corteza cerebral y los nervios periféricos, considerando al cerebro como asiento del alma.

Una característica de la época de la Ilustración, fue el reconocimiento de una mayor dignidad profesional al cirujano, que desde este momento fue finalmente comparado de igual a igual con el médico y al trato de pares, se rompieron muchas barreras, entre los nombres de realce en este período figuran: Pott, Chopar, Brambilla en Europa y los hermanos Hunter en Inglaterra; William Hunter (1718–1783) descubrió los conductos lacrimales, que junto con su hermano John, que descubrió el nervio olfativo, el recorrido de las arterias del útero, se dedicó a la cirugía guiado por el recordado cirujano Persival Pott (1714–1788), John Hunter llevó a la cirugía a la calidad de ciencia, se le considera Padre de la Cirugía Experimental, se inoculó pus de Gonorrea, para demostrar que el germen de la Gonorrea es idéntico al de la Sífilis, se trató durante tres años con mercurio, logrando sanar, pero lamentablemente no demostró nada (Barba, 2004).

Con William Hunter la Obstetricia logró progresos que llevaron a ser considerados como una ciencia. Se comprende mejor la anatomía y fisiología del aparato genital femenino, la semiótica más segura y la difusión de unas mejores terapias iniciadas por C. Linneo, que racionaliza la Materia Médica crea toda una escuela de reformas de las recetas, se profundiza en las propiedades de los medicamentos conocidos como el opio, centeno, guinseng, aceite resino, bálsamo, mercurio, arsénico, así como los medicamentos introducidos como nuevos fármacos la ipecacuana, café, polígala, belladona, quina, alquitrán, helecho macho, cremor tártaro, tabaco (Barba, 2004).

Lo que se conoce como medicina moderna tiene raíces muy antiguas en la historia, que se han intentado resumir en las páginas anteriores. Pero es a partir de la segunda mitad del siglo XIX en que la medicina científica se establece en forma definitiva como la corriente principal del conocimiento y la práctica médica.

Naturalmente, muchas otras medicinas continuaron ejerciéndose, aunque cada vez más marginadas conforme la cultura occidental avanzaba y se extendía. El surgimiento de Alemania como una nación unificada bajo la férrea dirección de Bismarck se acompañó de un gran desarrollo de la medicina, que la llevó a transformarse en uno de los principales centros médicos de Europa y que no declinó sino hasta la primera Guerra Mundial (Barba, 2004).

La profesionalización de la cirugía

Los nuevos conocimientos de anatomía y fisiología, así como las bases de la patología quirúrgica, marcaron a fuego los avances de la cirugía. En el siglo XVIII, la profesión pasó a tener rango universitario y se comenzó a aplicar el programa de Thomas Sydenham (1624-1689), que buscaba “exponer con nitidez los fenómenos de cada enfermedad, sin fundarlos en hipótesis alguna ni reunirlos de manera forzada”. Al médico británico se le atribuye, además, un retorno a las enseñanzas Hipocráticas en cuanto al contacto constante y genuino con la realidad de cada paciente y sus síntomas.


Posteriormente, John Hunter (1728-1793), fundador de la anatomía patológica en Gran Bretaña, también realizó un gran aporte a la historia de la cirugía a través de sus estudios sobre biología, anatomía, fisiología y patología. Consideraba que los cirujanos no sólo debían saber de anatomía, sino también de fisiología: los tratamientos no pueden ser eficaces, creía él, si no se fundamentan en un conocimiento de las causas y del mecanismo de la enfermedad.