Asistencia Respiratoria

MANUEL VICENTE PATRICIO RODRIGUEZ SITCHES (MANUEL GARCÍA)

INVENTOR DEL LARINGOSCOPIO...

El inventor del laringoscópio fue un cantante de ópera (barítono) y profesor de canto español del siglo XIX.

Manuel Patricio Rodríguez Sitches, más conocido como Manuel García, nació en Madrid en 1805 y falleció en Londres en 1906 a la edad de 101 años. Fue hijo del famoso tenor y maestro de canto Manuel del Pópulo Vicente García (1775-1832), cantante predilecto de Gioacchino Rossini. Su madre fue Joaquina Sitches (1780-1864), conocida como "la Briones". Sus hermanas María Malibrán (1808-1836) y Pauline Viardot-García (1821-1910) fueron dos de las cantantes más afamadas de la época. García se casó con la soprano Eugénie Mayer (1818-1880). Su hijo fue el barítono Gustave García.

Manuel García, desempeñando un puesto administrativo en los hospitales militares de París, se aficionó a los estudios de la laringe lo que le permitió dar al estudio del arte del canto un giro verdaderamente científico y desconocido hasta la época. Con su padre, fundó una escuela de canto en París, cuyo sistema de enseñanza fue universalmente reputado como el mejor del mundo, siendo recompensado con el nombramiento de profesor del Conservatorio parisiense.

En 1847 publicó un tratado completo del arte del canto, obra que fue traducida a varios idiomas y adoptada como texto de enseñanza oficial en distintas naciones. Tras dar por concluida su carrera operística, Manuel García enseñó en la Academia de las Ciencias (1830-1847), en el Conservatorio de París (1847-1850) y la Royal Academy of Music de Londres (1848-1895).

Dedicó gran parte de su larga vida a una obsesión, llegar a comprender el funcionamiento del instrumento mas perfecto que existe: la voz humana.

Para ello, García estudió en profundidad la anatomía de la laringe y de las vías aéreas superiores, especialmente la estructura de las fibras musculares. Asistió a la disección de cadáveres humanos y él mismo la realizó en varios animales.

Manuel Vicente Patricio Rodriguez Sitches (Manuel García)

Su hermana, la famosa mezzosoprano Pauline Viardot, ofreció este divertido relato de estas primeras investigaciones con los despojos que conseguía en las carnicerías y mataderos:

" Un día trabajando Manuel con las válvulas reguladoras de pollos, ovejas y vacas, colocó un fuelle en las tráqueas de los animales y sopló fuerte. ¡Cielos! Los pollos comenzaron a cloquear, los de oveja a balar, y los toros rugían, casi como en vida"

Sin embargo y a pesar de su empeño, no podían explicarlo todo y se propuso estudiar la disposición y estructura de las fibras musculares de la laringe humana. Para ello Ideó un "espejito laríngeo" con el que poder observar su propio aparato fonador mientras cantaba.

La idea surgió durante un paseo, al observar los reflejos que aparecían en los cristales de unos escaparates de París. La solución estaba en combinar pequeños espejos aprovechando la luz del sol. Él mismo, entusiasmado por el hallazgo, relata este momento.

"Corrí inmediatamente a casa del instrumentista Charrière y le dije que quería un pequeño espejo montado en un largo mango de alambre: Charrière me enseñó al instante un espejillo de dentista que había construido en 1851 para exponerlo en Londres. El tal espejito respondía al que yo había visto in mente y lo compré en seis francos. Fui corriendo a un almacén, donde adquirí un espejo de mano de los corrientes.

Impaciente por comenzar mi experiencia, llegué a casa, templé el espejillo en agua caliente para que no se empañase y lo introduje en la boca hasta apoyarlo en la campanilla. Abierta completamente la boca, dirigí con el espejo de mano un rayo de sol al espejillo que tenía en el gañote. En el acto vi mi glotis abierta y debajo una gran porción de mi traquea. La sensación que experimenté fue indescriptible". En 1855, fue cuando García logró ver el interior de su propia laringe con el espejo de dentista y estudiar sus movimientos durante el proceso del canto. Desde entonces, García es considerado el inventor del laringoscopio.

Sus observaciones con el espejito laríngeo durante la fonación fueron recogidas en un artículo titulado “Observations of the human voice ”. García se interesaba sobre todo en su investigación de la laringe por su uso en el canto operístico, sin dejar de lado la higiene vocal y los aspectos médicos. Por ello recibió el título de doctor honorario de la Universidad de Königsberg, además de otros reconocimientos internacionales.

Los prestigiosos otorrinolaringólogos Ludwing Türck y Johann N. Czermak, validaron y aplicaron el descubrimiento de Manuel García a la patología faringolaríngea, dando lugar así al nacimiento de la Laringología.

En 1924 la Academia de Medicina de Madrid le realizó un homenaje en el que el Dr. Tapia dijo sobre el laringoscopio de Manuel García "El invento no sólo dio origen a una rama importante de la ciencia médica, sino que ha salvado innumerables vidas y aliviado a infinito número de enfermos".

Como maestro de canto, García es considerado el principal teórico y observador del estilo operístico del bel canto. Gracias a su larga vida (vivió hasta los 101 años) pudo enseñar a cantantes que siguieron activos hasta la segunda guerra mundial. Su alumna más destacada fue la soprano sueca Jenny Lind.

Falleció el 1 de julio de 1906 en Crikelwood (cerca de Londres) en su residencia «Mon abri», y fue enterrado en el cementerio contiguo a la iglesia de St. Edward, en Suttonplace, próximo a Woking.

ASISTENCIA RESPIRATORIA

Siglos de aciertos y errores en el entendimiento de la fisiología pulmonar fueron la base para el desarrollo de los primeros aparatos de ventilación artificial. En los pasados cien años, desde que la humanidad avanzó hacia el sostén artificial del pulmón, el progreso fue vertiginoso. La asistencia respiratoria mecánica a presión negativa, inicialmente, dominó la tecnología de la época, y los "pulmones de acero" ("pulmotor") en las graves epidemias de poliomielitis, fueron los protagonistas. Pronto la historia demostró la infalibilidad de aquellos. En la ciudad de Copenhague, en Dinamarca, los sucesos relacionados con la epidemia de poliomielitis de 1952, modificaron la historia, y la asistencia respiratoria mecánica a presión positiva empezó a ganar la batalla en la insuficiencia respiratoria.

Historia de la ventilación mecánica.

De la Antigüedad a Copenhague 1952

Pablo Romero-Ávila, Carlos Márquez-Espinós y Juan Rafael Cabrera-Afonso

Rev. méd. Chile vol.148 no.6 Santiago jun. 2020

http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872020000600822


La ventilación mecánica (VM) es una forma de ventilación artificial que emplea un aparato para suplir o colaborar en la respiración de una persona. Se utiliza en pacientes sometidos a anestesia general, en pacientes con alteraciones graves de la oxigenación, y en pacientes con alteraciones de la ventilación, ya sea de origen muscular, neurológico o respiratorio. Los orígenes de la VM son muy remotos. En este artículo vamos a describir su desarrollo histórico hasta 1952, fecha que marca el inicio de la ventilación mecánica tal y como la conocemos en la actualidad, tras un predominio de la ventilación mecánica de presión negativa. Asimismo, llegados a esta fecha, retrocederemos en el tiempo para analizar los factores que contribuyeron a la toma de decisión que puso fin a esta hegemonía.

Antigüedad y Renacimiento: primeros antecedentes

La importancia de la respiración para el mantenimiento de la vida es conocida desde la Antigüedad. En Egipto, la respiración es referida como el aliento de la vida en el papiro de Ebers. En Grecia, Hipócrates de Cos (460 a.C.-370 a.C.) describió en su ‘Tratado del aire’ el primer intento documentado sobre la canulación orotraqueal:“…Se debe introducir una cánula dentro de la tráquea a lo largo de la mandíbula, entonces el aire debe ser guiado hacia los pulmones...”.

En el Renacimiento, el médico suizo Paracelso (1493-1541) intentó reanimar a un paciente recién fallecido colocando un tubo en la boca, e insuflando aire a través de un fuelle en 1530, mientras que Andrés Vesalio (1514-1564), anatomista belga, describió en De Humani Corporis fábrica VII (1543), que para mantener la vida de un animal había que realizar una traqueostomía e introducir un fragmento de caña, a modo de cánula, a través de la tráquea para insuflar aire, manteniéndose de esta forma el latido cardiaco.

Durante el Barroco, un siglo más tarde y en plena Revolución Científica, el inglés Robert Hooke (1635-1703) repitió la experiencia de Vesalio en Londres, en la Royal Society. Para ello utilizó un perro como animal de experimentación. Este trabajo fue publicado en 1667, en la revista Philosophical Transactions, con el título “An account of an experiment made by M. Hook of Preserving Animals alive by Blowing trhough their lungs with Bellows”.

Hasta este momento, las experiencias referidas en materia de VM pueden considerase fenómenos aislados, de carácter experimental en humanos o animales, y basados en la ventilación con presión positiva (VPP), es decir, a través de una presión mayor a la existente en la vía aérea.

Representación de Vesalio ventilando a un perro a través de una caña insertada en la tráquea, con la ayuda de un fuelle. Los trabajos de este anatomista belga son considerados por muchos autores como el punto de partida de la ventilación mecánica. Dibujo original diseñado por el autor del artículo.

Siglo XVIII: auge de la Reanimación y desarrollo de la ventilación mecánica

Durante el siglo XVIII, el ahogamiento se convirtió en un importante problema médico, y durante la segunda mitad del siglo se fundaron en Europa varias sociedades para promover la recuperación de las personas aparentemente ahogadas. La profundización en el conocimiento de la fisiología respiratoria contribuyó a que, en 1740, la Académie des Sciences de París aleccionara que la respiración boca a boca era el método más adecuado para la reanimación de estas personas. En esta época, la primera experiencia reportada de restablecimiento vital en humanos a través del boca a boca la hizo en 1744 el cirujano escocés William Tossach (1700-1771), relatando el éxito de esta maniobra en la asistencia a James Blair, un minero sofocado víctima de un incendio.

Además, del boca a boca, en el s. XVIII se describieron también las primeras prácticas sobre la intubación endotraqueal en humanos. Benjamin Pugh (1715-1798), en 1754, y William Smellie (1697-1763), en 1763, relataron sus experiencias en resucitación neonatal mediante la canulación orotraqueal y posterior maniobra de ventilación boca-tubo. Más tarde, en 1772, John Fothergill (1712-1780) sustituyó la técnica de soplar el aire por la de emplear un fuelle.

La experiencia de Fothergill con el empleo de fuelles le llevó a sugerir la posibilidad de lesión pulmonar como consecuencia de presiones elevadas, lo que hoy conocemos como barotraumatismo, ya que la fuerza ejercida por los fuelles no podía ser determinada. Por este motivo, recomendó el boca a boca como método preferencial de ventilación.

Sin embargo, el boca a boca quedó relegado a un segundo plano tras el descubrimiento del dióxido de carbono y del oxígeno, en 1754 y 1774 respectivamente. Se postuló que el aire exhalado era deficiente en oxígeno, al haber sido procesado en los pulmones de otra persona, por lo que tomó más protagonismo la VPP con fuelles.

Con el auge de la Reanimación comenzaron a desarrollarse aparatos y sistemas para la VPP, como el sistema de doble vía inventado por el cirujano inglés John Hunter (1728-1793) en 1775, modificado posteriormente por Charles Kite, quien incorporó unas válvulas de paso en los fuelles, y limitó el volumen de aire a 500 ml, muy cercano al volumen corriente.

Sistema de ventilación portátil de Chaussier. En este caso, el componente para la ventilación es la bolsa reservorio. En su lugar se podía colocar un fuelle. Antecesor del "Ambú".

Otro aparato destacado fue el sistema de ventilación portátil diseñado por el obstetra francés François Chaussier (1746-1828), en 1780. Dicho sistema estaba formado por una bolsa reservorio, y una mascarilla facial con sistema de sellado para compensar la pérdida de aire cuando se ventilaba con fuelles a través de la boca.

En 1790, Han Courtois introdujo el sistema pistón-cilindro en sustitución de los fuelles. Este avance tecnológico fue muy bien acogido, y su uso se fue extendiendo. No obstante, los avances en VPP se acompañaron de una serie de complicaciones asociadas, como el manejo inadecuado de las secreciones y las infecciones concomitantes.

Siglo XIX: ostracismo de la presión positiva


Durante los primeros años del s. XIX, las dudas en cuanto a la seguridad de la VPP fueron aumentando, ya que con su uso aparecieron algunos casos de muerte por neumotórax. Estas dudas pasaron a ser evidencias con los trabajos de Jean Jacques Joseph Leroy d'Etiolles (1798-1860), en 1827, a quien se atribuye el descubrimiento del barotraumatismo producido por la VPP. Leroy demostró experimentalmente en animales que la VPP podía provocar la ruptura del alveolo, causando enfisema y neumotórax a tensión con fatales resultados.

Los problemas relacionados con la VPP, y los avances en el conocimiento de la fisiología pulmonar, limitaron el progreso de este tipo de ventilación, centrándose las investigaciones científicas en el desarrollo de sistemas de ventilación de presión negativa (VPN), una modalidad primitiva de la Ventilación Mecánica No Invasiva (VMNI).

Estos sistemas se convirtieron en los dispositivos más importantes de VM durante el siglo XIX. Su funcionamiento era similar en todos ellos: el cuerpo del paciente se colocaba dentro de una cámara más o menos hermética, con la cabeza fuera de la misma, y en el interior de la cámara se aplicaba una presión negativa que provocaba la expansión del tórax. Posteriormente al retornar de nuevo la presión atmosférica se producía la espiración.

La primera descripción de estos ventiladores de presión negativa fue la realizada por el médico escocés John Dalziel en 1838. En el ventilador de Dalziel el paciente se mantenía en posición sentada en su interior. La presión negativa era generada por unos fuelles que se encontraban en el interior de la caja, pero que se manejaban desde el exterior a través de un sistema de pistones y una válvula unidireccional. Este tipo de ventiladores de cuerpo entero fueron conocidos como “ventiladores tanque”.

Ventilador de tipo tanque. El paciente se colocaba sentado en su interior con la cabeza fuera.

Posteriormente, en 1864, el estadounidense Alfred E. Jones patentó el primer “tank respirator” en América. El modelo era muy parecido al descrito por Dalziel. Una década más tarde, Eugène Woillez (1811-1882), médico francés, construyó un pulmón artificial al que llamó “Spirophore”, presentándolo en París en 1876. Este pulmón estaba compuesto por un cilindro donde se introducía al paciente acostado, con la cabeza fuera apoyada en un soporte. A nivel del cuello se colocaba un manguito de goma a modo de sellado para que el habitáculo quedara estanco. Se considera el prototipo de pulmón de acero.

Spirophore de Woillez, París, 1876. El paciente se colocaba tumbado en el interior del tubo, con la cabeza fuera. Se considera el prototipo del pulmón de acero.

Spirophore construido por Woillez en 1876.

Siglo XX: Impulso de la cirugía torácica y victoria en Copenhague


Durante la primera mitad del s. XX continuó el predominio de la VPN, y se desarrollaron y perfeccionaron diferentes modelos y variantes.

Una de estas variantes fueron los respiradores de tipo coraza, los cuales cubrían únicamente la caja torácica.

Entre ellos podemos destacar el biomotor de Eissenmenger, fabricado en 1904 y patentado en 1927.

Sobre el biomotor se inspiraron otros modelos como el “Shalin-Stille cuirass” (1930), o el “Burstall Jacket” (1937).

Otra variante fueron las cámaras de vacío o de presión negativa, como la presentada por Ernest Ferdinand Sauerbruch (1875-1951) en 1904, en el Congreso de la Sociedad Alemana de Cirugía, celebrado en Berlín.

Prototipo del Biomotor de Eisenmmenger. La fuerza motriz es un fuelle de pie. En el Biomotor, el fuelle fue sustituido por un motor eléctrico.

Pulmotor construido por Dräger en 1907.

Cámara de presión diferencial de Sauerbruch. Permitió el desarrollo de la Cirugía Torácica. Presentaba como inconvenientes la necesidad de instalaciones costosas en un espacio destinado para tal fin, por lo que no era portable.

Pero, quizás, la variante más icónica y representativa de la VPN fueron los pulmones de acero. En 1928, el ingeniero Philip Drinker (1894-1972), y el fisiólogo Agussiz Shaw (1886-1940), desarrollaron el primer respirador de presión negativa para uso prolongado en Estados Unidos. Este respirador, que pasó a conocerse como pulmón de acero, fue diseñado para poder ofrecer soporte ventilatorio a los pacientes afectados de poliomielitis.

Drinker y colega en el laboratorio asistiendo la ventilación de un gato (1928).

Respirador de Drinker con un paciente en su interior.

Más tarde, en 1931, Jack Emerson (1906-1997) construyó una versión del pulmón de acero más económica y eficiente, denominada Emerson Respirator. Los pulmones de acero y los respiradores de tipo coraza dominaron el ámbito de la Reanimación para las enfermedades respiratorias en la primera mitad del siglo XX. Se les adisionó un sistema de espejo para que el paciente pudiera ver su entorno.

Respirador Emerson.

Pulmón de acero.

Espejo que

permite ver en forma

inversa la imagen

reflejada en un TV.

Durante la epidemia de poliomielitis de Copenhague de 1952, Björn Ibsen (1915-2007), un médico danés, convenció al jefe médico del “Blegdam Hospital”, Henri Cai Alexander Lassen (1900-1974), para realizar traqueostomía y ventilación manual con presión positiva, en los pacientes con afectación respiratoria. La idea resultó todo un éxito, y la mortalidad cayó espectacularmente de la noche a la mañana.

Aparato de Fell O'Dwyer para la ventilación laríngea de 1888 (a). Sistema original de George Fell para ventilación artificial con mascarilla (b). Modificación del aparato de Fell O'Dwyer de Matas (1900).

Aparato para ventilar manualmente a los pacientes. Se observa el tubo endotraqueal (cuff tube), la solución amortiguadora de dióxido de carbono (soda lime) y la bolsa (bag).

Paciente ventilada manualmente con bolsa a través de una traqueostomía durante la epidemia de poliomielitis de 1952 por el Dr. Lassen.

Pero ¿Qué llevó a Ibsen a tener esta maravillosa idea?

¿Cómo se le ocurrió aplicar VPP, cuando la modalidad imperante en reanimación respiratoria era la VPN? Retrocedamos en el tiempo.


Análisis de los factores que influyeron en el desarrollo de la VPP


Con la introducción de la anestesia inhalatoria en 1846 por parte de W.T.G. Morton (1819-1868), la cirugía progresó a un ritmo vertiginoso, y comenzaron a aparecer las diferentes especialidades quirúrgicas. Sin embargo, la cirugía torácica presentaba un problema inherente: la apertura de la pleura provocaba el colapso del pulmón expuesto por neumotórax, dando lugar a la aparición de respiración paradójica y problemas hemodinámicos.

Para solventar este problema, Sauerbruch construyó su cámara de presión negativa, dentro de la cual se podía llevar a cabo la cirugía de la cavidad torácica sin el colapso del pulmón. Los buenos resultados obtenidos hicieron que Sauerbruch viajara a EE. UU. y varios países europeos, para promocionar su cámara de presión diferencial. Sin embargo, esta cámara resultaba costosa y engorrosa, y había otra corriente que tenía planteamientos opuestos para solucionar este problema.

Théodore-Marin Tuffier (1857-1929) Louis y Louis Hallion (1857-1929), dos cirujanos franceses, realizaron con éxito cirugías experimentales en perros bajo VPP e intubación laringotraqueal, por lo que propusieron en 1896 la insuflación de aire a través de la laringe o tráquea, para conseguir la distensión del pulmón. Los resultados positivos en animales los animó a introducir la ventilación artificial intraoperatoria en humanos, hecho que fue posible gracias al dominio que poseían tanto de la fisiología respiratoria, como de la regulación de la anestesia inhalatoria durante la ventilación artificial.

Un año más tarde, Herbet M.N. Milton (1856-1921) publicó en la revista The Lancet un trabajo titulado Mediastinal Surgery, en el que ponía de manifiesto la necesidad de la VPP para el abordaje de la cavidad torácica, considerada como una “terra incógnita”.

El potencial beneficio de la ventilación artificial en cirugía torácica fue vislumbrado también por Rudolph Matas (1860-1957), cirujano de Nueva Orleans de origen español. Matas estaba convencido de que, mediante el uso de la respiración artificial, la cirugía intratorácica podría lograrse con éxito. Esto llevó Matas, en colaboración con John Smythe, a diseñar un nuevo dispositivo basado en el aparato de Fell-O'Dwyer, con el que podía ventilar al paciente con VPP, y administrar oxígeno o cloroformo durante la respiración artificial.

En la misma línea estuvieron trabajando los doctores neoyorquinos Natan W. Green (1871-1955) y Henry H. Janeway (1873-1921), quienes en 1910 destacaron la mejoría en las condiciones quirúrgicas en cirugía torácica bajo ventilación artificial, tras sus ensayos con animales. Estos hechos fueron respaldados por Knut Harald Giertz (1876-1950) en 1916, quien demostró, por medio de la experimentación animal, la superioridad de la ventilación artificial por insuflación rítmica sobre el modelo de presión diferencial constante de Sauerbruch.

A partir de las observaciones de Giertz, en 1933 los cirujanos suecos Paul Frenckner y Clarence Crafoord (1899-1984), junto al ingeniero Anderson, diseñaron una máquina de anestesia que proporcionaba ventilación positiva intermitente conocida como el aparato de “Frenckner-Crafoord-Anderson”. Este era el resultado de la combinación del Spiropulsator, un ventilador de presión positiva diseñado por Frenckner, con un aparato de anestesia de la compañía AGA. Crafoord lo empleó con éxito en varios centenares de pacientes sometidos a cirugía torácica mayor. A pesar de ello, todavía en 1937, Sauerbruch consideraba esta modalidad ventilatoria como peligrosa e innecesaria.

Por otra parte, la introducción de la anestesia intravenosa con Tiopental, en 1934, y de los relajantes musculares en 1942, proporcionó mejores condiciones quirúrgicas, lo que favoreció la introducción de la ventilación artificial intraoperatoria en otras intervenciones más allá de la cirugía torácica.

Trier Moerch (1908-1995), un médico danés que formaba parte de la resistencia durante la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial, aprendió a usar el Spiropulsator durante una estancia en Suecia, en 1943. De vuelta a su país, viendo que no podía importar este aparato por el bloqueo de la guerra, diseñó un respirador similar. Después de la contienda, en 1949, viajó a EE. UU., donde rediseñó su ventilador y potenció el empleo de la VPP: fue el primer ventilador de este país en tener un fuelle en forma de concertina para leer el volumen corriente, y estaba disponible como una unidad separada, o como componente de varias máquinas de anestesia, como por ejemplo la máquina de Mckesson.

Ese mismo año, Ibsen se trasladó a Boston para especializarse en Anestesiología en el Hospital General de Massachusets, donde se familiarizó con la VPP. En 1950 regresó a Copenhague, donde comenzó a ejercer su nueva especialidad. Dos años más tarde, la ciudad se vio afectada por una de las peores epidemias de poliomielitis del mundo: más de cincuenta personas al día ingresaban en el Blegdam Hospital, algunos de ellos con afectación bulbar. La situación era desesperada, los pulmones de acero y los respiradores coraza funcionaban a pleno rendimiento, pero resultaban insuficientes.

Spiropulsator de Frenckner. Fue uno de los primeros respiradores que se incorporaron a las máquinas de anestesia para proporcionar ventilación artificial.

Ante este panorama, Lassen decidió llamar a Ibsen para conocer su punto de vista como anestesiólogo. Ibsen había aprendido en Boston que la retención de dióxido de carbono causaba hipertensión y sudoración, y reconoció estos síntomas en los pacientes de poliomielitis. Los pacientes estaban muriendo por insuficiencia respiratoria, y no por insuficiencia renal como se pensaba. Fue entonces cuando Ibsen propuso el tratamiento con VPP, y Lassen, que al principio se mostró escéptico, accedió cuando Ibsen demostró su eficacia en una niña de 12 años afectada de parálisis bulbar, y que se estaba ahogando con sus propias secreciones.

Al comenzar a tratar a los pacientes con VPP, la mortalidad se redujo drásticamente, del 87% aproximadamente, al 40%. Al final de la epidemia, alrededor de 1.500 estudiantes habían proporcionado ventilación manual durante unas 165.000 horas. Debido al desafío logístico que representó esta epidemia, se diseñaron las primeras Unidades de Cuidados Intensivos como las que conocemos en la actualidad.

Este hecho determinó el triunfo de la VPP sobre la VPN, y marcó un antes y un después en la historia de la VM, y de la medicina en general. A partir de aquí se desarrollaron nuevas generaciones de ventiladores con tecnologías cada vez más sofisticadas, así como nuevas modalidades de ventilación, convirtiéndose la VM en uno de los pilares de los Cuidados Intensivos; se implantó de forma definitiva la VPP a nivel intraoperatorio, lo que llevó a los distintos fabricantes a incorporar el ventilador en la máquina de anestesia y, por último, se convirtió en una herramienta multidisciplinar, sobre todo tras la introducción de la VMNI con presión positiva por Delaubier y Rideau en 1987.


Corolario

La VM moderna tiene su punto de partida en 1952, al conseguir la VPP, durante la epidemia de poliomielitis de Copenhague, mejores resultados que la VPN en términos de morbimortalidad. Hasta ese momento, la VPN era la modalidad dominante como forma de ventilación artificial, ya que la VPP había quedado desprestigiada después de relacionarse con el barotraumatismo pulmonar. Sin embargo, múltiples factores contribuyeron a que la VPP se desarrollara en el ámbito quirúrgico. La cámara de Sauerbruch, diseñada para hacer frente al neumotórax asociado a la cirugía torácica, aunque ofrecía buenos resultados, precisaba de instalaciones que resultaban costosas y aparatosas. Varios estudios realizados en Francia, Estados Unidos y Suecia respaldaban el uso de la VPP en este tipo de cirugías. Además, la introducción en 1942 de los relajantes musculares en la práctica quirúrgica, favoreció la incorporación de la VPP en otro tipo de intervenciones. De esta forma, a inicios de la década de 1950, algunos anestesiólogos estaban familiarizados con el uso de la VPP. Björn Ibsen, que se había especializado en el Hospital General de Massachussets, formaba parte de esta escuela. Por este motivo, cuando se solicitó su ayuda en esta situación límite en la que los carísimos e insuficientes pulmones de acero eran incapaces de hacer frente a este desafío, su idea fue enseñar al resto de la comunidad médica de su hospital algo que él hacía habitualmente en las “salas de operaciones”, y esta idea cambió la historia.

ASISTENCIA RESPIRATORIA MECÁNICA (ARM) HOY

Desde la década de 1950, una enorme cantidad de ventiladores se han fabricado para el uso diario. Esto fue acompañado a lo largo de la década de 1960, de un aumento significativo tanto en el número de pacientes que recibían ventilación mecánica como en las patologías que los llevaba a requerir este tipo de asistencia.

A partir de entonces, la lista de dispositivos para la ventilación mecánica creció exponencialmente hasta adaptarse a los modernos respiradores microprocesados computarizados, usados actualmente en las unidades de terapia intensiva, que tienen como fundamento de acción la entrega de aire al pulmón a presión positiva a través de un tubo endotraqueal o traqueostomía.

Ayer como hoy, la idea de sostener la vida de un paciente críticamente enfermo por medio de la sustitución de su función pulmonar, fue y es un desafío. Siglos de avances, a veces algo tortuosos, en el entendimiento de la fisiología pulmonar y cardíaca fueron la base para que en los últimos cien años se avanzara vertiginosamente en el desarrollo de la asistencia respiratoria artificial, entendida como lo que es, un puente hasta que la recuperación de los enfermos tome de vuelta el mando de la iniciativa y autonomía respiratoria. Actualmente adaptados a las necesidades respiratorias de los pacientes, los respiradores fueron hace pocas décadas atrás, herméticas cajas de metal donde el paciente debía acostumbrarse, por difícil que eso fuera, al ritmo marcado por el ventilador.

El futuro en la ventilación artificial es imprevisible, en algún momento y en algún lugar, puede ser que de una observación casual o de una desesperada situación de emergencia sanitaria, asome un nuevo concepto en ventilación, que le muestre al mundo el camino a seguir.