España - my love VIII

 

 

Así fue…

Sentado al borde del universo

un ángel, miraba al crepúsculo en los fondos del océano,

en el mismo lecho marino

había una cabeza de piedra

apenas diferenciando su perfil

de entre vegetación subacuática.

Miraba el ángel,

y cuanto más concentraba la mirada

la cabeza parecía moverse,

y cuanto más se movía

el sentía como iba quedándose ciego.

Saltó el ángel, y se sumergió a lo más profundo,

sus pies se hundieron en el fondo,

todo él se cubrió de arena salada,

y alzó la mirada hacia la luz del sol

que vagamente atravesaba hasta dónde se hallaba

y el cielo del mar parecía el cielo del universo.

Tras el azul que devenía negro, y el negro devenía verde

había visto una silueta dorada,

y el contorno de su mirada

se convertía en hilos de espuma blanca

que como el rastro de una telaraña desecha

dibujaban caminos.

Los hilos atravesaban al océano,

y atravesaban al aire

y se torcían en el ombligo del cosmos.

Cuanto más lejos estaban

mas densos y gruesos devenían

hasta que dos cuerdas de la talla de un árbol no muy grande

convergían en una silueta corvada

en los pies de un ángel

cuya sombra era la constelación más pequeña

y también la mayor que hubo,

envolvía al tiempo en su penumbra

y esparcía estrellas de fuego

que fueron los ojos de ángel

los que había perdido en un amanecer

al ver su reflejo en el agua

y recordar cómo fue.

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Mundo de hierro

tu ojo de plomo

tu ojo de mármol

el ojo del pasado, del futuro

el eterno

déjame ver a través de ti

una vez

para saber cual es el aspecto que tiene

ese cuenco de plata por cual resbalo

porque deseo saber dónde camino

y desde dónde partí…

Sé en el borde del cuenco

aguardas con tu boca negra

el cosmos mismo fingiendo ser universo

pero yo resbalo, siempre

después de trepar hacia un horizonte

que creo ver blanco

que creo ver infinito

pero cual nunca supe

porque no nací con ojos

sino tus oídos llevo en la cara

y tu hierro es música para mi

y tu óxido es el camino del mar.

Cuando despierta en mi el color negro

mi fuerza es igual a los vientos del norte

y mi aurora mas azul que el cielo

pero el negro es un color solitario…

ví en el fondo del cuenco

un espejo

tras el espejo

resbalaba en un cuenco de espuma

un ser blanco

¿cuándo inventaste la espuma, mundo de hierro

cuándo inventaste al blanco…?

porque no existen

porque los oigo en tu mirada

y no sé nombrarlos.

-

Mundo de espuma

tu ojo de cielo

tu ojo de agua

el ojo del pasado, del futuro

el eterno

déjame ver a través de ti

una vez

para saber cual es el aspecto que tiene

ese cuenco transparente por cual resbalo

porque deseo saber dónde camino

y desde dónde partí…

Yo no sé mundo de espuma nombrar lo bello

yo no creo siquiera en tu nombre

existes para no ser visto

persistes para no ser olvidado

déjame servirme de tu idioma

una vez

para poder repetir eternamente tu rostro

en aquello que creo verdadero

y sé jamás será de otra manera,

para que el negro fuera mi negro

y el blanco sea de quien yo sé,

para creer en aquello que veo

nombrar aquello que siempre deseé

conocer mi camino mejor que tu me conoces

y saber decir hasta del color que no existe aun

aquello que supe de él,

del negro

del mundo de hierro

del mundo de espuma

de un ser, blanco

de mi

y de tu cuenco,

lo que son.

En tierras de Odón

Parido en las tierras de Odón

por la madre negra

nació un niño,

de mirada transparente.

Caído en los rápidos de la corriente asesina

al amanecer en su décimo verano

fue arrastrado hasta el pórtico celeste

para justificarse ante el Magno

y pedir permiso

para habitar tan solo,

un mundo,

de promesas,

cual su Señoría ensalzaba…

Miró el Grande al pequeño,

y el pequeño a su vez entreabrió sus ojos

por vez primera…

y se hizo todo cuanto fue,

en transparente velo,

el mundo fue la nada

y la nada mundo,

el Magno suspendido

en medio de transparente sueño

grito la maldición de los dioses,

y desapareció el niño,

desapareció el caos…

-

Fue día del noveno sol,

la noche asustaba con la voz de hombre

la tierra susurraba del día último

el mundo se escondía de los cielos,

los cielos alumbraban a las sombras

y estas, en chillido de desesperación

desaparecían para siempre

con un relámpago de fuego

cual arrancaba su último aliento.

-

Llegó al pórtico del Gran Maestro

un desconocido,

llevando capa negra,

y bastón de sombra,

desconocido de pasado, de futuro

llegado de la nada, destruida…

Entreabrió los labios para nombrar al sol

pero pronunció el nombre del Maestro, en susurro

abrieron se los pórticos, y él entró

al paso, pudo entrever el fin de su futuro…

y dándose la vuelta al instante

miró al Magno,

y el Magno, se heló, pero con alma viva

el cielo derritió a sus espumas

el océano retomó el aire,

la nada fue el mundo

el mundo fue la nada…

y desapareció, en tierras de Odón

un niño aun no nacido,

de madre negra,

un niño del cosmos transparente,

invisible rostro,

de voz de canto silencioso,

nunca escuchado.

No lo sé… Delf, cómo seguir, si aun no silbé un comienzo, por qué iba querer escribir, de unos relámpagos, perdón, fueron imágenes, que me despertaron justo antes de dormirme… y no, no quiero sonar tal como sueno ahora, porque no es así como me oigo, y no quiero que la poesía fuera mi lengua, porque no lo es. Tengo un molde, del cual sacaré la forma que soñé ayer, pero aun no la conozco, ni tampoco recuerdo aquello que me visitó en mi sueño despierto, sí, aquel en cual el sol brilla, y las estrellas están allí, y no las vemos. Por qué necesita forma, aquello que yo no sé, nunca vi, siquiera intuyo su color, por qué no guardarlo simplemente en mi pecho, en reposo, sino he de inventar unos cubitos de hielo con los que esculpir un rostro, cual nada más abro los ojos, se derrite, y el sol me ciega en la inquietud de helar con mi aliento, en mi molde, más trozos, de hielo, de sueño, de infinito… Cómo es la palabra”Delf”, cómo saber de su significado, su imagen, su color, o su destino? Quizá el primer día fue una “d”, el cuarto “e”, el segundo “f”, y el quinto “l”, pero no lo fue, o quizá fuera vacío, o quizá fuera nada, y todo. No lo sé Delf qué decir… si acaso tiene sentido. Un día no conocí a la “d”, un día descubrí su comienzo, un día fue la “d” como si fuera yo, y un día fue verdad tan solo en su recuerdo, y un día fue dos, y dos fue uno, cuatro el cero, y el infinito el reverso de cuanto he dicho ahora… ¿Es verdad que de las palabras puedo aprender de las formas, y de las formas de las sensaciones? ¿Es verdad porque yo lo creí, o porque lo supe? ¿Puedo conocer de aquello que aun no sé, cómo construir, en cubitos de hielo, por ejemplo, y saber de aquello que olvidé, en mis travesías por el desierto? No quiero escribir, porque ya no sé, no puedo. No quiero modelar, porque no hay manera de ver a un objeto sentido. No quiero dibujar, porque es la forma imposible. Pero sé que puedo, porque para ello nací, sé que sé, porque supe nombrar la “d”, la “e”, la “l”, y la “f”, incluso antes de haberlos leído, porque yo no sé… Delf, si yo encuentro al libro, o el libro me halla a mi, y porque no conozco el idioma del que habla, pero me siento capaz de modelar con sus hojas, cubitos de hielo… infinito, un mundo, un cosmos, un sol diminuto… y lo que dudo es que se comprenda algo de cuanto pronuncio, porque no sé cómo comenzar, ya que nunca había seguido. No lo sé… Delf, por qué iba querer escribir de unas imágenes, que mis ojos inventaron.

Gigante amarillo

El enano de gorro violeta, era de bosque, había nacido el mismo día en el cual el mar sumergió su población natal, y desde entonces se había convertido en un ser acuático, que apenas conocía la existencia del mundo nuestro. Le conocí cuando recién había cumplido cuatro años, lo mismo que yo. Recuerdo fue un día corriente, en cual iba jugando sola a la pelota delante de mi casa, había llovido, y en un charco, al asomarme, me fije que de pronto aparecía algo violáceo en su fondo poco profundo. En el primer instante pensé ver un hada ahogándose, pero al fijar mas la mirada, denoté el gorro de un ser, que jamás había imaginado. Con los ojos ampliamente abiertos, el enano me dio un saludo, yo no respondí, ¿acaso iba hablarle a un charco?

Durante varias semanas estuve pensando de mi casual encuentro, dudando de que fuera cierto, hasta que una tarde, mis padres estaban aun trabajando, y yo me ocupaba de mis asuntos en el hall del piso, empezó a llover de nuevo. Oí llamar en la ventana, al creer que eso me había parecido tan solo, no presté atención, hasta que en un momento, se escuchó como si se rompiera el cristal. Corrí a ver qué ocurre, la ventana estaba intacta, tumbado delante de esta yacía mí recién conocido, empapado hasta los huesos…

Con el paso de los años fui adquiriendo costumbres adultas, cumpliendo funciones, creando artefactos, eso si, por voluntad propia, pero cada vez mas me fui invirtiendo con mi escaso tiempo en los asuntos de los gigantes. Durante los primeros años, aun guardaba la capacidad de ver a través de la cáscara, la esencia de cada ejemplar cual me rodeaba. Según transcurrían los días sin embargo, mi vista fue empeorando, hasta acabé confundiéndome en tener algo en común con muchos de aquellos, aun así, a costa de mi graduado de gafas, que tuve que llevar no tanto por necesidad, como por obligación, no hubo más remedio que inventar la imaginación. Yo no sé cuándo me lo había propuesto, o si acaso fue la ocurrencia de otro, que por algún arte de magia oculta se me incrusto el imaginar en mi virgen pensamiento, pero bajo su caleidoscopio a veces de colores, otros de blancos y negros, mi caleidoscopio particular. El mundo por cual caminaba diariamente, y ocasionalmente de noche, fue adquiriendo así la forma de mi pensamiento. Ocurre sin embargo que en mi pensamiento, los gigantes no hablan, tan solo expresan mímicas más que evidentes, o muestran gestos de ridiculez, pero el mundo diario estaba y sigue estando repleto de habladurías, y sonidos guturales de difícil descifrado. Los sonidos para los cuales el oído esta diseñado, apenas son percibidos, y un constante gruñir de motores no mecánicos, obstruye el equilibrio de una caminata a solas.

Apenas unos meses antes que hoy, llovió. Hacía más de década que las nubes se habían olvidado de la parte del mundo cual yo recorría. Recuerdo el cielo se cubrió de violeta, y los gigantes, todos aquellos, fueron para mi no más que mogollón de pequeños hombrecitos, que se empujaban por las calles resbaladizas. Recuerdo casualmente conocí un gigante, que sin embargo parecía un enano, cual me hablaba de por qué los charcos eran de color violeta. No comprendí nada. Descubrí que aparte del violeta existían otros colores, porque cada vez que me decía algo, mi recién conocido, llovía, y cada vez que llovía, yo miraba en los charcos, tratando de recordar, algo que había olvidado, pero no hacía mas que inventar el arco iris, tratando de ver el sol.

Fuera, la nada, nada hay, nada habrá

abro los ojos

y proyecto su color en cuanto pose mi mirada

el afuera es de color blanco

si no fuera por mi

el arco iris no existiría

el mundo no sería azul

la tierra no del negro del abismo

hay una flor de una docena de pétalos

con cada pétalo de color diferente

y a mi esa flor no me gusta

porque sus colores no me agradan

pero una vez la olí, lo recuerdo

en su aroma mis párpados se abrieron

por primera vez

y vi que la flor era aun mas blanca que las nubes

y que yo era un mago

inventor de colores

la paleta del mundo esta dentro

y hay que aprender a usarla, borrando los colores

antes de que posen en el lugar equivocado,

mis ojos cambian con el color de la ropa que llevo

y el color de la ropa cambia con el arco iris de mi paleta

si no fuera por mi

todo sería tal como es

blanco

y todo gustará

a mi, y a si mismo

vivo dentro de mi así que afuera sea como yo

y yo sea no como mi interior

sino como fuera es

blanco, de sombras de tintes

o transparente, de olor a colores

imposible de oler

de colores, imposibles de imaginar,

de colores míos, que hagan de mi un pintor

que desdibuja el mundo para que este sea de mi

y yo sea del mundo.

Fue ayer, cuando, todo fue

ayer hubo un ave amarilla de ojos perlas

hoy, un lobo, de mirada negra

ave o animal, persona o aire

que importará, hoy, quién pregunta

los un poco mas pequeños, son un amanecer

los que como yo, son hoy mi estar aquí

son un remolino inacabable, de mezclas,

conocidas y demasiado cercanas

los un poco mayores, están en el camino,

igual que yo deambulan… perdernos, atraparnos

vernos, y soltarnos, otra vez

los mayores, están, quietos, esperando,

un alcance, sin porvenir, una meta, irrealizable

fue hoy, cuando todo es

mañana tras un ave amarilla de ojos perlas

vendrá el lobo, de mirada negra

ave o animal, persona o aire

qué importa, fue, nadie pregunta.

Cuando vuelva lo sabré Crupius

la luz no será amarilla sino azul

la materia no será blanda sino endurecida

el aire no del hermoso verano sino otoño fresco

los contornos no difuminados sino claros

el viento no sonará en melodía sino en silencio

mi alma no será fuego sino agua

y yo seré de nuevo lo que fui

tu, Crupius, y aquello verdadero, que veo.

De alas en el cielo, color fuego

de pies en la arena, invisible

de cabeza en el infinito

blanco,

los ojos en blanco

las manos en blanco

el aliento en blanco

flota en la nada,

flota en el aire

flota en el agua

sin peso, pronuncia

sin decir, escucha

sin mirar, ve

sin observar, oye

lo transparente,

fuera y dentro

arriba y abajo

en uno

fuera de sus propios bordes

fuera de sus propios deseos

fuera de sus propios sueños

dentro del infinito

en el centro de lo eterno

y en todas partes

en un átomo

y en billón

en el primero

y en el último

en el interior del mundo

y el mundo en su interior

en el interior de la esfera

y la esfera alrededor suyo

en el centro del círculo

y en el borde

y en el medio camino

y fuera del círculo

de párpados cerrados

y corazón abierto

no hay ser

hay eternidad

no hay ojos

hay espacio

no hay ideas

hay Crupius

fuera y dentro

dentro y fuera

siempre

y hoy

siempre

y nunca.

Alguien dijo, dibuja un invernadero, dentro estará tu rosa

no, no lo dijo así,

y en verdad eran dos, los que dijeron…

uno se copió del otro, y yo me copié del uno

cuál fue el primero, ¿hubo un primero?

son tres diferentes, lo somos,

dijimos de lo mismo, lo fuimos,

hablando de… la belleza, lo seremos

la belleza o el amor

el amor o la belleza

cada uno de tres es único

y cada tres de uno igual,

a los otros tres de uno

y a los otros fuera de tres…

el holograma de una rosa

partido en tres

contiene la imagen integra de la rosa original

uno dentro de otro

otro dentro de unos…

un pétalo sin la rosa, es la rosa misma

tres pétalos, sin la rosa, son la rosa misma

qué importa la rosa

qué importa la imagen

en negro

tres es uno, y uno es tres

lo bello es nada en nuestra mente,

más allá de la idea de lo bello

está, el tres, el negro, el mundo, y yo

o el uno, la nada, lo blanco y… una rosa

qué importa el orden

qué importa el lugar

qué importa el número

qué importa la idea

cerrados los ojos, esta todo

una vez abiertos, esta ella

rosa o hermosura

tres o uno

negro o rojo

son lo mismo

en uno.

Las malas metáforas dan lugar a bellas ideas

indefinibles,

es porque la buenas metáforas existen,

perfectas

dan lugar a imágenes imposibles en nuestra mente

e imposibles en nuestras palabras,

a quien no le ha sucedido no saber decir lo que piensa

a quien no le ha sucedido no saber pintar lo que ve

a quien no le ha sucedido no saber componer lo que siente

el resultado siempre es inferior a la intención

una mala metáfora,

pero cual indefinible es ésta…

agua o tierra

hombre o mujer

frío o calor

blanco o negro

lejos o cerca

dentro de o fuera de

son uno,

y son, uno dentro de uno dentro de uno…

pintemos la palabra ola castellana,

pintemos la ola inglesa,

pintemos la ola china

pintemos la ola rusa

¿imposible?

fácil de pensar

difícil de hacer

una mala metáfora

y es, porque la buenas metáfora existe

en la perfección

en lo inalcanzable

mas allá de la intención

¿existirá de veras?

¿Escribirlo?, imposible

la hoja se arruga por los bordes del interior de mi mente

la tinta escurre en un dibujo negro como el bosque virgen

un instante que ya ha volado apenas surgió de la nada

ya está en un recuerdo que apenas fue sentido por mi

y el recuerdo no es recuerdo sino nebulosa

del blanco de la espuma de mar, y el azul del horizonte

¿dibujarlo?, imposible

sin forma, sin comienzo y sin fin

rebota en mi mente, transparente como un pájaro pequeño

mientras la tinta se diluye, existe frágil y eterno

una vez seca, desaparece, para siempre

oscurece y queda como un punto nulo dentro de un tiempo sin nombre

¿pensarlo?, sin sentido

fuera imagen, palabras o forma

no atrapa su esencia química y efímera poción de magia de plata

existió o fue imaginado

fue sentido o fue inventado

nadie sabrá decirlo

yo no sabré suponerlo

es como un fantasma, dudoso

y como el mar, de real

ameno para mi tiempo largo, de memorizar fragmentos

demasiado puro para un mundo, igual y permanente

transparente, para siempre se queda en un presente innombrable

desde siempre estuvo allí, en mi, y en todo, en todo y en mi.

Ligereza Dolmnibas

solo ligereza y efímeros sentimientos, son, en mi ser

pronuncio, y nada digo

reflexiono, y mi pensar no se extiende

leo, y no me ensimismo

escribo, sin comprenderme

escribo para escuchar mi pensamiento

y que mi alma fluya en río de mármol

pero no oigo.

En mis horizontes, un castillo de negro rojizo

consolida mis sentimientos

en granito de mis ideas

mi habla fluye, mis pies caminan

por sus senderos ligeros

ligeros, pero de pasos firmes

no como en mi humilde cabaña

donde un ave hunde sus pies de elefante

en vía transparente, de agua, de mar

y no vuela sino parpadean

sus alas de plata, de plumaje aire.

Un castillo, no lo veo

a lo lejos mi mirada se hunde en cal blanca

lo creo estar, lo intuyo

pero no traspaso las propias fronteras

de un espíritu, de ligereza humana.

Dime Dolmnibas, hacia dónde he de mirar

para que si parpadeo, llore lágrimas de nácar

en su charco, que dibuje estrellas

estrellas rojas, del castillo grande,

qué he de ver para saber decir

palabras árbol, del sentido de mi ser

deletrear en sus contornos invisibles

la esencia del presente.

No cuentes Dolmnibas si he de saltar

siete piedras, cazar dos deseos

di dónde son las siete hundidas

y cómo un deseo viene ser libre,

di cuánto tarda el mundo en ser

de mis ojos, y los ojos del mundo

mi mundo Dolmnibas, mi eternidad

que ansío que sean sólidos, de castillo.

Veinte días en el mar

nadando entre los tiburones grises

encontraremos al gran capitán

ante quien el sol cesa de apagarse.

Cantamos con las olas del norte

gritamos como los lobos del sureste

encontramos nuestras mujeres solas

en casa, esperando alegres.

Nadad todos en la gran madera

juntos, con el barco del amanecer negro

suplicad al dios del océano

dejarnos volver vivos sin tristezas.

Veinte días en el mar

un año en el olvido

encontraremos al gran capitán

nos guiará hacia la luna llena.

dejando los sueños un paso a la izquierda

la cabeza se descompone en manchas redondeadas

toda la vida, aun lejos su final

empujando hacia la cumbre

y pisando apenas su comienzo

siempre lo será

apenas su comienzo

los árboles que vemos delante, están detrás

los de atrás, se vienen delante

el cuadro no existe, pero estima hacerlo

el color no es posible, pero se imagina entre el paisaje

apenas en su comienzo

lo será.

en todos los lugares

los poco productivos, no gustan

los últimos, no son estimados

los vagos en inspirarse, son rechazados

los que se equivocan, son despreciados

cuando es en ello,

en pocas palabras la mas calidad

con mas tiempo mas sutileza

con calma, bella imaginación

cuanto mas erróneos, mas encerrada la verdad

si, lo es en todos los lugares

sin importar latitud geográfica.

Cuando el mar hecha encima tuyo

sus olas grises, de las profundidades negras

ten tu cabeza erguida y orgullosa

hacia el horizonte blanco dirige tus ojos.

Cuando te dicen que nada te sucede

que tus días son oscuros y sin recuerdos bellos

da una patada viva a quien así de abrumador sea

haciendo rodar sus horizontes, bajo, donde los linces.

Si vieras que te da pereza

subir el centenar de vez la misma colina

y si vieras que te salpican

los que dicen que tu voz falsea

canta fuerte, o apenas pronuncia

las sílabas mudas de tu tierna canción

la que con largos días trajiste

al mundo triste, en tu sola presencia.

Cuando el mar es personas, y las olas palabras

de infames que creen conocer tu alma

se el cielo, el mal presagio

que serán pocos sus días del alba.