España - my love VI

 

“Uno - (voz de entre paréntesis)

Dos - (voz de narración)”

Uno - Será que los ancianos no hablan, no llevan conversación. Solamente dicen cosas. Sencillamente pronuncian.

Dos - ¿Qué ancianos?

Uno - De las esquinas.

Dos - ¿Qué esquinas?

Uno - De los colores.

Dos - ¿Qué colores?

Uno - Los del texto de hoy.

Dos - ¿Qué texto?

Uno - El que dibujaba por la calle.

Dos - ¿Qué texto?

Uno - El olvidado.

Dos - ¿Lo olvidado acerca de qué?

Uno - Decía del agua y del aceite, que son del mismo reflejo sobre las superficies metálicas.

Dos - ¿Por qué lo decía?

Uno - Son agua y aceite.

Dos - Van solos…

Uno - Agua y aceite.

Dos - Y yo me senté donde no se podía.

Uno - Vas sola.

Dos - No, recordaba la paloma que se comía lo vomitado en la esquina de la calle frente el museo.

Uno - ¿En qué texto?

Dos - No tenía color.

Uno - ¿Qué texto?

Dos - Ninguno, era la paloma.

Uno - Ver palomas acelerando el paso frente multitud de peatones, tratando estas de atravesar la cera es hermoso. Su manera de caminar es curiosa.

Dos - ¿Yendo por lo vomitado?

Uno - No.

Dos - ¿A por qué?

Uno - ¿Por colores?

Dos - ¿Por aceite y agua?

Uno - ¿Por la paloma?

Dos - El día de hoy aun no ha acabado…

--

Uno - Ya casi se acaba.

Dos - ¿El día?

Uno - Los colores de hoy. Las palomas de hoy.

Dos - ¿El diario de conversaciones?

Uno - Sí, estoy sentada donde debía…

Dos - Vas sola.

Uno - Sí, estoy recordando la rata que mataron los niños bajo mi ventana el otro día.

Dos - ¿Eran niños?

Uno - Decían era asquerosa, mientras le partían el cráneo con una piedra (quizá fueran dos piedras).

Dos - ¿Eran niños?

Uno - No me asomé. Les oía. Estoy recordando la rata. Era grande. Seguramente era fea. Sí, debió de ser muy fea.

Dos - ¿Pero, eran niños?

Uno - Todos ellos, voz de anuncios televisivos.

Dos - Sí, tienes sueño.

Uno - No, únicamente deseo dormir.

Dos - Al apagar la televisión, la pantalla guarda la imagen última durante un rato, a oscuras…

Uno - No, deseo dormir. Al menos lo intentaría.

La Comedia

(se pone máscara seria, sosa, de expresión aburrida, cantando en tono grave y

terrorífico)

Bufón - Soy yo dios, temblad, corred,

me duermo por las risas que alzáis.

Saltad, reíd, perded la fe,

así sabré de las certezas que necesitáis.

(retira la máscara y se pon otra sonriente, alegre, de expresión pícara, diciendo en tono

contento)

Soy yo dios, pensad, sufrid,

estoy al margen de las cosas que hagáis.

Gritad, mataos, atormentad a vuestro ser,

así me reiré de los destinos evidentes que avecináis.

(retira la segunda máscara, dobla el pie izquierdo, se inclina en signo de respeto y

exclama)

¿Será dios un viejo desgraciado y oculto, un pensativo sin humor,

preocupado, negro, hundido en desesperación por vuestra infantil ridiculez?

¿O será dios un viejo de alegre don, pero también muy culto,

que al ver a vuestros porvenires pésimos ya sin dolor,

se alegra de que lográis ser ridículos, y animéis su desdén?

(se pone máscara a medias entre las anteriores, de labios rojos en mitad de la cara y

negros en la otra mitad, con pestañas de mujer ambos lados, y prosigue)

¿O es dios alguna moza que novio de ojos negros y pupilas rojas tuvo,

y parió el mundo de los huérfanos, desdicha de su juventud,

los hijos que recuerdan los gemidos de sus padres,

cabellos pálidos y la oscura silueta de fantom?

Solitarios

(Es anunciado un discurso cómico, por su señoría el ilógico, nacido en los pueblos de lo cálido, pero perdido en los hielos - lo presumido de las nieves. Las mismas recordadas de entre todos los aquí presentes).

Recuerdo señores que vi no hace mucho una película con Marilyn Monroe (que no viene al caso, pero he de mencionarla como siempre). De lo que trato pues, el hombre de tal película, el protagonista, despedía a su mujer y a su hijo de vacaciones, y por consiguiente se quedaba solo en la casa. Resulta que echaba de menos el conversar con personas, para lo que se creó la imagen de su mujer, la que iba reprochándole de todo, manteniendo la supuesta conversación. Más tarde, él conoce a la vecina, quien a su vez comienza a tomar parte en las imaginadas conversaciones futuras, aunque no tanto las conversaciones le preocupaban a nuestro protagonista.

Unas horas tras haber visto la película (igualmente me creerán ustedes loco), me daba cuenta que yo solía hacer lo mismo mi vida enterita. Hasta en la infancia llegué a verme, creando mis personajillos imaginarios, ¿o era igualmente yo mismo, quién sabe? Lo que contaba, escogía a algún conocido, y al quedarme solo, o mientras me dormía, me montaba toda una serie de conversaciones y discursos (de entre los que no pocas deducciones he intentado anotar, o asuntos que me acababa aclarando, quizá lo llamen pensamientos). El problema señores viene (siempre ha de haber problemas), cuando uno no ha conocido alguien que pueda rehusar en sus discusiones imaginarias, hasta los personajes de las películas no sirven de rescate en tales casos. Al respecto - no pocos artistas nos han sugerido que quizá aquello sea lo mejor, el no encontrar con quien conversar (aunque supongo se referirían a conversaciones de verdad). Y quizá por ello mismo, tantos artistas son denominados como tales por haber llegado a encontrar su amigo con quien dialogar en notas, lienzos, dibujos, piedras y semejantes artefactos extraños de conversación. Al igual que vemos tantos ancianos solitarios por la calle, acompañados por sus perritos a todas partes, colgando de sus cuerdas, tantos otros pintores curiosos de ver cargan con sus caballetes y bastidores. También están los músicos molestando y estorbando en el metro con sus enormes violonchelos. Otros escribiendo por allí, como que haciéndose el interesante - que finge hacer algo en medio de la multitud que va corriendo al trabajo.

A medio camino

¿Quién tiene las casas mejores? - preguntó Sam

- Los Muertos, bajo tierra las guardan,

en invierno sus almas calor guardarán,

en verano del frío, no cantan.

¿Quién vive en mundo belleza? - preguntó Jack

¿Quién sabe de días mejores?

- Las Nubes, a la Tierra ignoran las sabias,

los colores más vivos ellas guardan.

Por la gris consistencia tierra no lloran,

cantan truenos en su alegría azul.

Bajo bella faz suspiran su aéreo cuerpo, su grandeza,

no fingen ser de valor permanente.

No engañan que algún peso tendrán,

tras sus rostros tan bellos, contentos.

¿Y en medio, qué loco querrá, habitar mundo ni mejor, ni más bello?

¿Qué hay allí si es que algo habrá?

¿Qué melodía de allí yo percibo? - preguntó el sin nombre,

respuesta no tuvo,

monólogo triste llevó.

Cantó solo,

creyendo que el eco (tan suyo),

a coros humanos sonó le.

De compras

El señor del gorro negro preguntó: Cuando nos fijamos en cuanto nos ocurre a diario… ¿en qué nos fijamos de lo que nos ocurre a diario?

Tras breve paseo por la terraza siguió preocupado por los dilemas que a nadie le interesaban.

“Supongo me ocurren cosas, pero por ser de esas cosas que pasan día a día no las veo. Sin embargo me fijo con mirada símil a la tonta en un escarabajo muerto o silla tirada por los cubos de basura por la calle.

Un amigo mío, un señor de zapatos azules, se fija en las cosas que ocurren, las que pasan. Al repetírmelas con su peculiar entusiasmo, yo me pregunto - ¿Pero es que realmente tenía tanta gracia aquello? Acabo creyendo convertirme en más insensible de lo que ya era, el que mira escarabajos muertos sin sentido (antes al menos me limitaba a los que vuelan). Me pregunto cuando pasaba al lado de una silla tirada donde el contenedor de basura, pensando en la forma que adoptaba ésta (diciéndole a mi amigo que iba a comprar peras), si lo ocurrido en ese día fue la manera en la que le dije que iba a por la compra (de peras), o fue la observación a una silla que yo me creía reencarnar en algún tipo de pintura, boceto o poema insignificante… Diciéndolo ahora sin embargo dudo de aquellas peras que compré, y la silla probablemente esté desecha en algún contenedor sucio. Parece que mi mirada (de cuando caminaba por la cera) fue de igual existencia sin sentido que la silla tirada existía, sin sentido. Eso sí, existíamos, ¡espero! Luego resulta que las peras que me alimentaron a mí y unos cuantos más tuvieron la misma utilidad alimenticia, que el vago comentario de mi amigo (de zapatos azules) acerca la compra. Ciertamente todavía sigo interrogándome de lo que trataba… ¿Quizá mientras miraba la silla me preguntaba entorno su comentario? De lo que estoy seguro es que permanezco en la duda. ¿Quizá siquiera había pasado por la cera?

No sé qué debería de ser lo ocurrido entre lo que recuerdo de aquella mañana, en la que pasaba al lado de una silla tirada y mi escarabajo muerto, hablando de la compra que iba a realizar.”

Metamorfosis divina de Agamemnon

Bajó el dios Agamemnon,

tocó un burro de la cola,

el burro grita de dolor,

el dios le tira, no demora.

Del toque mágico divino,

el burro vino ser humano,

entonces el todopoderoso,

a sus orejas arrancaba.

Privado de sus péndulos valiosos,

el hombre vino ser artista,

por alabanza a su don,

Agamemnon le dio su vista.

(No reveléis, pero yo sé,

Agamemnon de ojos tres gozaba,

al regalarle dos al burro,

su ojo póstumo guardaba).

Y el artista vio bellezas,

narró los cuentos de sirenas,

la filosofía inventaba,

a todo él exageraba.

También al mundo suyo vio,

lo feo que es él narró,

de las matanzas y lujurias,

de las verdades no ocultas.

Se acababa viendo doble,

uno en vida, otro en arte,

tormentos pocos no llevó se,

creyendo no ser él quien goza.

Así nacieron elegías,

las hadas y las fantasías,

las odas de dioses magnos,

y el artista insignificante.

Así se olvidaban burros,

de vidas libres o diurnas,

en cuadras sencillitas, ó campos,

que nadie sabe cuanto guardan.

(No reveléis, pero yo sé,

con ojo que Agamemnon guarda,

las cuadras él no puede ver,

tan sólo burros él maltrata).

No son los burros para ojos,

de las divinas comedías,

acaban viendo los espantos,

de las celestes maestrías.

Cuál burro ha de comprender,

que son sencillos sus asuntos,

que sepa no entrometer,

narices con los cielos santos.

Y por si burros hoy,

leyesen cuanto aquí narro,

que sepan la patada dar,

a quien la cola les arranca.

Quizás a mí por empezar,

y ojalá me sacudiesen,

para que deje de hablar,

de Agamemnon y fanfarreases.

Mariposas

- Las mariposas señor Jaquis, son las de siempre, sin embargo, dibuje una… Trate

de dibujar la mariposa, no a sus alas… Yo recuerdo, cada vez que me esfuerzo en comenzar un dibujo, uno de mariposas, ocurre que me veo acompañado, por personas. Me dicen - “Dibuja usted una mariposa.”, o en el caso peor “Dibujas una mariposa.”, es cuando me doy cuenta que no dibujo. Hace mucho que ya no lo hago, sin embargo cada vez más deseo seguir el contorno de una mariposa, una cualquiera. ¡Esa por ejemplo! (Se saca del bolsillo cajita pequeña de tapa transparente, se la acerca. En el interior se distingue difícilmente la silueta de polilla grisácea) Se la dejo a que la dibuje, y siga teniéndolo en cuanta, las mariposas son las de siempre, dibujándola, intentando dibujarla nunca consigue una. De hecho ni desea tener una, no puede.

- Pero eso no es mariposa, es una polilla.

- Sí, no se debe creer que se puede tener una, dibujando. ¡Aunque vea a mi

polilla.

- Una polilla más.

- De las de siempre.

- La suya está muerta.

- De las de siempre, en cajitas pequeñas. Para que se las pueda llevar en el

bolsillo del pantalón, como a escondidas.

- Un cadáver.

- Dibujar cadáveres quizá no le parezca emocionante, pero el hecho de

dibujar tampoco lo fue.

- Nunca lo fue.

- ¿Ha dibujado una mariposa?

- No.

- ¿Y cómo lo sabe?

- ¿El qué?

- Que nunca lo fue.

- Es lo de siempre, lo emocionante siempre lo fue. Me conformaré con

aceptar a su mariposa.

- Mi polilla.

- Sí, su mariposa.

Marina

¡Capitán de borda!

Soñé yo esta noche con la tormenta más temida que hubiese imaginado,

soñé que el barco se inundaba entre criaturas de lo más horrible que habían me

[nombrado,

soñé que los camarotes se convertían en peceras para esqueletos que en los alrededores

[míos bailaban con sonrisas asesinas,

soñé que las velas y el mástil se derrumbaban en estruendos, haciendo temblar

[hasta las vértebras de los candados del ancla ya echado,

soñé que el cielo se abría y las nubes escupían veneno negro que me ahogaba,

soñé que el horizonte desvanecía de entre la odas de sirenas, que esta vez a todos

[nosotros en sus mordiscos camuflados devoraban,

soñé que las olas del océano al viento no escuchaban sino tartamudeaban melodías de lo

[más maligno, y danzaban desdoblándose incomprensibles, diabólicas,

soñé que su espuma tragaba a mis gritos y los ojos que todavía me quedaban, en su

blancura infernal devenían.

¡Capitán de borda!

Soñé yo esta noche con la tormenta más temida que hubiese imaginado.

Espero capitán estar despierto,

a toda esperanza mía yo convoco en haberme despertado.

Jueves

: Problemático - Ésta semana es la del jueves, semana triste.

Oyente - ¿Los echa de menos?

P. - ¿Los jueves? No, en absoluto.

O.- No, no los jueves. ¿Qué si los echa de menos?

P. - Ah, los perros… Sí, hoy en mi ciudad los perros no ladran, no están. Es triste. Uno ya no se puede encontrar perros sin techo, ni de los muertos (a los que removíamos las tripas con palos de niños), ni se les ve a los que atacaban las personas a causa del hambre. Siquiera se oye ladrar a los atados por el jardín del vecindario.

O.- ¿A qué jardines se refiere?

P. - ¡Tiene usted toda la razón! No lo sé, los jardines… si no hay ni uno, siquiera pájaros, ya sabe, cantos de pájaro.

O.- ¿Y cómo se lleva con su asunto?

P. - ¿Mis asuntos?

O.- ¡No, su asunto!

P. - Ah, mi asunto… ¿Dice mis problemas? Sí, querrá decir eso…

O.- Yo no he dicho eso.

P. - Cierto. ¿Pero por qué no?

O.- Es gracioso… ¿Sus problemas?

P. - Sí que lo es. ¿Por eso no se ríe usted, verdad?

O.- Es usted quien está serio.

P. - No lo estoy. Simplemente…no me río. Estoy seguro de ello.

O.- Lo que decía…

P. - ¿Qué es lo que decía?

O.- Me contaba de sus perros.

P. - Sí, supongo será mi semana. ¿Lo cree usted?

O.- No. Yo recordaba sencillamente a todos ellos, se acordará pues, los perros, de la semana.

P. - ¿De qué?

O.- ¿Qué la semana es triste?

P. - Lo que decía…

O.- ¿Lo recuerda usted?

P. - ¿El qué?

O.- Los perros.

P. - ¿El perro?

O.- Sí, el perro que es el día del jueves.

P. - Con cantos de pájaro.

O.- El día en el que los pájaros ladran.

P. - ¿Lo recuerda usted?

(silencio)

Prensa

Un coche señores no es el cine,

y un autobús no es biblioteca.

Las bibliotecas son para estar de pié entre estanterías,

y el cine para dormirse en los cómodos sillones, con mirada perpleja.

Una cama no es el dormitorio,

y una silla no es el puesto de vigilancia del gendarmería.

Los dormitorios son para estar solitario,

y los puestos de los vigilantes para sentarse y fingir cumplir un trabajo.

Un baño señores no es para hacer las necesidades propias,

y un balcón no es el mirador de la cafetería de enfrente.

Cuando se caga señores, no se hace más que pensar, a solas, a puerta cerrada,

y las cafeterías no son para más que observar el zoo de los visitantes humanoides.

Las calles no son parque de atracciones,

y las tiendas no el museo.

Los parques de distracciones son para vacilar los pobres de los cerebros de ustedes,

y los museos para apoyarse en la pared y descansar, molestando los vigilantes riendo.

Suelo gustar más a la gente pobre, no sé porque,

será un defecto supongo, ¿no creen ustedes?

También simpatizo la gente que lo fue, defectuosos-las líneas que os expongo,

¿No creen? Espero os importe al menos.

Del hombre que quiso ser máquina

- Diario de hombre máquina -

día 31 - Del yo existencialista que soñó con una pesadilla -

Lo último que recuerdo (tras haber conocido las leyes que circulan por el mundo humano), es que me convencí que he de ser existencialista, si pretendo sobrevivir (ya que todo animal, cuanto procura en su corta vida es sobrevivir, aunque yo desconozco la causa de ese comer y ser comido). Decidí serlo, existencialista, y vivir mi vida cortita (de días largos como dicen), felizmente.

En una noche, como cualquier otra, me dormí, y soñé la pesadilla. Retorné en mi infancia donde no tenía temas que comentar y vagaba con imaginaciones. No poseía el vocabulario adecuado, y se me regañaba, creyéndome yo las acusaciones. Me creía a casi todo cuanto se me contaba, excepto si no despreciaba a quien lo decía. No volvía a pensar en cuanto se me decía, volvía a creérmelo. Aparte de todo ello, iba yo en grupos - con los grupos de niños, a montones. Creía ser el dueño de donde me hallaba y aquella espantosa época de creer tener posesiones, tener juguetes (de cómo los eche de menos tras el afecto ridículo).

Una noche como cualquier otra me desperté, y quise ser máquina. De una máquina que hoy (en mi época adulta dicen), se cruzan conmigo por las calles, y por todas partes. Las máquinas de la moderna época que vivo no saben de infancia como la mía - ¿Quién iba a imaginar cuando yo era niño, que caminarían un día los sapos - radios convertidas en príncipes - máquina de parecer humano (conviviendo con nosotros)? ¡Ya! Nosotros y nuestras pesadillas. ¿Quién iba imaginarlo? Yo, que hoy lo veo, y lo imagino, por fin sé que quiero ser máquina. De niño soñaba con escribir cartas y tonterías semejantes, pero ya lo tengo claro, seré otro hombre-máquina más.

día 0 - La máquina, por tener su depósito de aceite principal enorme, de tamaño desproporcionado a su cuerpo, no es capaz de abrazar a otras máquinas. Las máquinas no son capacitadas a tener cualquier influencia táctil en otros mecanismos. Por ello no se destruyen entre sí, ni tampoco faltan al respeto popular, yendo en comunas. No ríe, ni tampoco comen - tan sólo por obligación impuesta por los humanos.

día 0 - Una máquina no se ensimisma con el medio ambiente, o desear llevárselo consigo. Se limita a la imagen de este, o a sus texturas.

día 0 - La máquina, por carecer de sentimientos, no usa expresiones como “¡Qué árbol!”, sino se limita a describir cuanto percibe visualmente, la función del objeto y de sus particularidades peculiares. Deduce observaciones como por ejemplo - “El árbol perdura más que el hombre.” o “El árbol es de verdes de gran variedad de medio tonos, diferenciándose sus matices frente el resto de árboles.” o “El árbol es inmóvil, sus hojas movidas por el viento producen sonido semejante al de olas oceánicas rotas por la costa.” o “El árbol es tanto plantado y regado por el hombre, como cortado.”

día 0 - La máquina se encarga silenciosamente de sus ocupaciones, procurando cumplirlas lo mejor que pueda (aunque un hombre-máquina no estaría al alcance de dicha perfección, se dedicará a mejorar sus productos).

día 0 - Las máquinas no se hacen preguntas a sí mismas como “Por qué”. No se cuestionan por la causa a base de la que realizan a cuanto se dedican. Se las programa responder “Es lo que hago”, con lo que no sufren trastornos en sus hardware (semejantes a la psique humana).

día 0 - Una máquina no tiene mas recuerdos que los propios, ya que carece de imaginación. Está programada a combinar lo que le sucede en matrizas, cuyas conclusiones o deducciones sirven para mejorar su ocupación.

día 0 - La máquina carece de impaciencia (para evitar revoluciones nocturnas en sus instituciones, que puedan afectar al humano). Aguarda pacientemente hasta volver a su trabajo.

día 0 - La máquina no duda de que el próximo día no llegue, ya que tampoco en sus chips ha sido programada la esperanza. Más se les omitió del vocabulario “¿Y si?”

día 0 - La máquina no es un ser vivo, por ello no se preocupa de si ha de despertar la próxima madrugada o si se quedará oxidada para siempre. Carece de miedo, y como tampoco posee circuitos nerviosos - un ejemplo: El ir cayendo por un acantilado eternamente, no la espanta.

día 0 - Una máquina desconoce el término ocio, ya que se la hizo como objeto que fabrica otro objeto. Se dedica el día entero a su función, recopilando y procesando datos. Todo cuanto la máquina reciba como información, es inmediatamente revisado por su computadora (siempre en concordancia con sus recuerdos anteriores). Por consiguiente una máquina es incapaz de considerar otras máquinas como amigos, o auto engañarse con opinión ajena.

día 0 - A la máquina se la programa autoproteger su base de datos (desconfiando tanto de otras máquinas, como humanos, como hombre-máquina), con el fin de proseguir propiciamente con su misión predilecta.

día 0 - La máquina es capaz de considerarse semejante a otras máquinas, siempre y cuando estas adoptan combinación de recuerdos de origen común a los de los suyos propios (lo que se acercaría a la consideración humana del amor), pero a la máquina le es prohibido clasificar en escalas cuantitativas las semejanzas. Las considera del mismo nivel, o no las considera. En deducción, no clasifica máquinas más semejantes, o menos semejantes a sí. Las diferencia de acuerdo las concordancias de recuerdos predominantes.

día 0 - A máquinas semejantes les es permitido intercambiar bases de datos para beneficiar a su utilidad, pero nunca almacenar la base de datos de otra máquina tal como fue transferida. Quizá esta es la única vez que la máquina ha de ser creativa, intercalando sus recuerdos con los compartidos, teniendo de orden primaria omitir todo cuanto sea incomprensible acuerdo su funcionamiento.

día 0 - Una máquina trabaja al servicio de su ocupación. Nunca a una máquina se la considera esclava del hombre, aunque la finalidad de su ocupación sea beneficiaria tan sólo para este último.

día 0 - A la máquina le esta denegado considerar como base de datos a las impresiones o memorias de un humano, ya que a las máquinas se las programa a existir en mundo tridimensional y táctil (pues una máquina no duerme soñando, evitando las interferencias, en el caso del humano - nerviosas).

día 0 - Una máquina es creada como producto del hombre y para el hombre, pero le es denegado considerarse su semejante.

día 0 - La máquina es producto sin lugar constante a habitar (un hogar en el caso del humano), con lo que considera los espacios habitados tan sólo durante el periodo de su internado (recordatorio: carecen de impaciencia, por consiguiente y de ansia de volver a lugares ocupados con anterioridad). Nota: una máquina con multitud de recuerdos de espacios acumulados, se construye en su computadora esteriotipo que le sirve de imagen visual frente el exterior (proyectada en su pantalla de información, lo parecido a la cara humana). Por ello no en todos los espacios que ha de ocupar funcionan adecuadamente sus programas.

día 0 - Una máquina se le niega tener religión, con el fin de no desear a la muerte, pensando en otros mundos. Así se evita la autodestrucción de las máquinas o problemas con su funcionamiento en el mundo humano.

día 0 - Un hombre convertido en máquina, corre la amenaza de guardar su ocupación máquina para sí mismo, dedicándose a sus anteriores ocupaciones humanas diciendo “Es lo que hago.” Desgraciadamente así se ensimisma con su ocupación (que es para él solamente, no sirve a la comunidad de humanos), pero al menos no infringe la orden de ensimismarse, o considerarse semejante a otras máquinas, humanos u hombres-máquina. Es posible que sufra efectos secundarios, como el no dejar de preocuparse por el asunto del tiempo (asunto humano), aunque ya no le afecte directamente (por carecer de impaciencia). También hay casos que la sensación humana - melancolía, se entrelaza por causa desconocida con su base de datos de máquina (un hecho irreparable todavía por las investigaciones humanas). Se ha deducido científicamente que el fenómeno - melancolía, acaba alejándole de su ocupación (“Es lo que hago”), interfiriendo directamente con su ocupación máquina para él mismo. A pesar de ello sus actos de trabajo no perjudican a la humanidad.

Como medida de seguridad, un hombre-máquina es capaz de intercambiar su base de datos tan sólo con otro hombre-máquina (Al respecto, se siguen buscando antivirus para la neutralización del virus - melancolía).

día 0 - Una máquina no se considera superior ni al resto de las máquinas, ni al humano.

día 0 - Al hombre-máquina se le juzgará por las leyes humanas si hace conocimiento público de sus logros en la ocupación-máquina para sí mismo. La causa: el infringir el respeto hacia los humanos, propagando proyectos de las máquinas. Argumentos: a cualquier máquina se la considera inferior al humano, según las leyes humanas y por ningunas ajenas a las humanas. A la máquina se la niega el seguir de sistema de justicia ajeno al humano.

día 0 - A un hombre-máquina se le niega considerarse humano bajo cualquier circunstancia.

día 0 - A un hombre-máquina se le prohíbe dedicarse a repasar cuanto creó en su ocupación máquina para sí. Se le prohíbe repasar cuanto creó… Se le prohíbe repasar cuanto creó… Se le prohíbe repasar…

día 1 - Del yo existencialista que soñó con una pesadilla…