Gloria Fuertes

Gloria Fuertes nació en Madrid en 1917 en el seno de una familia humilde. Su vida escolar es agitada -la expulsan de tres colegios-. Aunque desde la adolescencia escribe sin parar y llega incluso a ver publicado algún poema, la muerte de su madre en 1934 -su padre había muerto tiempo atrás- le obliga a procurarse independencia económica trabajando como contable. La guerra civil dejará honda huella en ella, así como la inmediata posguerra marcada por el hambre y el silencio. Tres rasgos reveladores de su personalidad asoman en su poesía y la retratan como una mujer que vivió contracorriente y supo combinar subversión y alegría: su repulsa de la violencia y las guerras, su denuncia de la injusticia, su feminismo.

De niña trabó amistad con Miguel Gila -con quien comparte la denuncia del absurdo de la guerra a través del humor-, con Carlos Edmundo de Ory -que la introdujo en el postismo, nombre que alude a un movimiento "postsurrealista" y que combina lo lúdico con la poesía social- y con la denominada "generación del 50", integrada por los llamados "niños de la guerra" como Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo o Gil de Biedma. Con ellos comparte los temas sociales y un cierto todo conversacional en los versos. Enormemente respetada por ellos, solo una de sus facetas recibió proyección pública: la poesía dirigida al público más joven que esconde por debajo de los juegos de palabras y el recurso al humor toda una subversión del mundo de los adultos. Tampoco su vida amorosa junto a diversas mujeres ha sido conocida hasta hace bien poco.

De ella leeremos el poema titulado "Autobiografía"

LEER

AUTOBIOGRAFÍA

Gloria Fuertes nació en Madrid

a los dos días de edad,

pues fue muy laborioso el parto de mi madre

que si se descuida muere por vivirme.

A los tres años ya sabía leer

y a los seis ya sabía mis labores.

Yo era buena y delgada,

alta y algo enferma.

A los nueve años me pilló un carro

y a los catorce me pilló la guerra;

A los quince se murió mi madre,

se fue cuando más falta me hacía.

Aprendí a regatear en las tiendas

y a ir a los pueblos por zanahorias.

Por entonces empecé con los amores,

-no digo nombres-,

gracias a eso, pude sobrellevar

mi juventud de barrio.

Quise ir a la guerra, para pararla,

pero me detuvieron a mitad del camino.

Luego me salió una oficina,

donde trabajo como si fuera tonta,

-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.

Escribo por las noches

y voy al campo mucho.

Todos los míos han muerto hace años

y estoy más sola que yo misma.

He publicado versos en todos los calendarios,

escribo en un periódico de niños,

y quiero comprarme a plazos una flor natural

como las que le dan a Pemán algunas veces.

  • Lo primero que nos sorprende en el poema es el uso de la persona verbal. ¿En cuál se escribe siempre una autobiogarfía? ¿En cuál está escrito el primer verso? ¿Y el resto del poema? ¿Qué efecto produce?

  • ¿Cuál dirías que es el tono del poema, alegre o humorístico, grave o desenfadado?

  • En muchas ocasiones Gloria Fuertes rompe las expectivas del lector utilizando una misma palabra -un verbo por ejemplo- en dos sentidos diferentes, o en uno más habitual y otro más metafórico o figuado. ¿Podrías poner algún ejemplo del poema?

  • Imagina que, a partir de lo expuesto en el poema, hubieras de redactar una nota biográfica de Gloria Fuertes para la wikipedia. Escríbela y compárala con la que redacten tus compañeros. ¡Recordad que solo podéis hacerlo a partir de su propio testimonio en estos versos! Confrontadla luego con su biografía real. ¿Qué aspecto os ha llamado más la atención?

  • En los últimos cuatro versos alude a su condición de poeta. ¿Dirías que se tiene en estima o desetima? Para ello tendrás que informaros de quién fue José María Pemán, porque Gloria Fuertes, como hija de costurera que fue, no daba puntadas sin hilo...

CREAR

Taller de escritura: autobiografía poética. Inspirándote en el poema de Gloria Fuertes o en cualquiera de estos tres que te ofrecemos a continuación -y que pertenecen a escritores contemporáneos de Gloria Fuertes- te proponemos la escritura de tu propia autobiografía poética.

AUTOBIOGRAFÍA

No cojas la cuchara con la mano izquierda.

No pongas los codos en la mesa.

Dobla bien la servilleta.

Eso, para empezar.


Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.

¿Donde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?

Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.

Eso, para seguir.


¿Le parece a Ud. correcto que un ingeniero haga versos?

La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.

Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.

Eso, para vivir.


No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.

No bebas. No fumes. No tosas. No respires.

¡Ay, sí, no respires! Dar el no a todos los “no”

y descansar: Morir.


Gabriel Celaya




AUTOBIOGRAFÍA

Como el náufrago metódico que contase las olas

que faltan para morir,

y las contase, y las volviese a contar, para evitar

errores, hasta la última,

hasta aquella que tiene la estatura de un niño

y le besa y le cubre la frente,

así he vivido yo con una vaga prudencia de

caballo de cartón en el baño,

sabiendo que jamás me he equivocado en nada,

sino en las cosas que yo más quería.


Luis Rosales

AUTOBIOGRAFÍA

Cuando yo era pequeño

estaba siempre triste

y mi padre decía

mirándome y moviendo

la cabeza: hijo mío

no sirves para nada.


Después me fui al colegio

con pan y con adioses

pero me acompañaba

la tristeza. El maestro

graznó: pequeño niño

no sirves para nada.


Vino luego la guerra

la muerte -yo la vi-

y cuando hubo pasado

y todos la olvidaron

yo triste seguí oyendo:

no sirves para nada.


Y cuando me pusieron

los pantalones largos

la tristeza en seguida

cambió de pantalones.

Mis amigos dijeron:

no sirves para nada.


En la calle en las aulas

odiando y aprendiendo

la injusticia y sus leyes

me perseguía siempre

la triste cantinela:

no sirves para nada.


De tristeza en tristeza

caí por los peldaños

de la vida. Y un día

la muchacha que amo

me dijo y era alegre:

no sirves para nada.


Ahora vivo con ella

voy limpio y bien peinado.

Tenemos una niña

a la que a veces digo

también con alegría:

no sirves para nada.


J. A. Goytisolo