¿A quién lo diriges y con qué propósito?

Elementos de la comunicación y funciones del lenguaje son contenidos que se repiten curso tras curso a lo largo de la educación obligatoria, aunque no siempre se opere una transferencia entre esos conceptos y su relevancia en actos comunicativos reales. El objetivo de esta página es hacer ver a los estudiantes cómo el propósito comunicativo y el receptor a que se orienta son elementos determinantes a la hora de codificar el mensaje. Para ello trabajamos de manera específica con textos argumentativos.

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Destinatario e intención comunicativa

Basta comparar unos cuantos anuncios de coches para constatar que, aunque la intención de todos es la misma -vender coches- cada uno se dirige a un tipo de receptor bien determinado: hombre o mujer, joven o de mediana edad, con mayor o menor poder adquisitivo, etc. No solo el coche -el producto- dirigido a cada uno es diferente. También lo son los lenguajes que concurren en el anuncio: el eslogan, la música, las imágenes, el ritmo de planificación... ¡Hasta el timbre de la voz en off!

En el año 1989, un anuncio aparecido en TVE agitó la sociedad española. Era parte de una campaña institucional promovida por los Ministerios de Sanidad, Educación y Asuntos Sociales.

  • Más allá de formular su intención -más que evidente- te pedimos que precises a qué tipo de destinatario se dirige de manera específica y qué rasgos formales del anuncio así lo corroboran.

  • Compara el anuncio con esta escena de la película Espartaco. ¿Por qué crees que se recurrió a esta analogía? ¿Con qué valores juega el anuncio? Compáralo también con esta campaña reciente: el pronombre está ahora en femenino... y su referente también salva vidas.

  • Vamos a centrarnos ahora en el eslogan: Póntelo. Pónselo. ¿Dos palabras? ¿O son seis palabras? Arguméntalo. ¿Se trata de dos oraciones o de una? ¿Por qué lo sabes? ¿Y de qué modalidad oracional (enunciativa, interrogativa, exclamativa, exhortativa, dubitativa o desiderativa)? ¿Cómo lo sabes? Para analizar más a fondo el eslogan pincha aquí.

  • Empecemos con el verbo, que es el mismo en ambas oraciones. ¿En qué modo verbal está? ¿Cuál es su sujeto? El hecho de hablar de o de usted a nuestro interlocutor traza el tipo de vínculo que se quiere establecer con él. ¿Por qué se opta aquí por el tuteo? Y una pregunta más: ¿es idéntico el interlocutor a que se dirige en una frase y otra? ¿Cómo lo sabes? ¿Estamos presuponiendo una pareja heterosexual?

  • El verbo poner requiere en este uso, además del sujeto, dos argumentos más: poner +algo (CD) + a alguien (CI). ¿Cuál es aquí el CD? Lo curioso es que aparezca en el eslogan en su forma pronominal. Para conocer el referente del pronombre tendremos que ver el anuncio. Ahora que ya lo has visto, ¿a qué nombre sustituye el pronombre de CD?

  • Vamos con el CI. Es lo único que varía en las dos partes del eslogan. En ambos casos se trata también de un pronombre. Identifícalos. ¿A qué persona verbal se refieren uno y otro? Uno de los dos pronombres de CI es reflexivo, esto es, tiene como referente al propio sujeto. ¿Cuál es?

  • ¿Podrías explicar por qué en la oración echa azúcar al café podemos sustituir al café por le (échale azúcar), pero si pronominalizamos también azúcar (échalo) lo que nos encontramos es échaselo? ¿Ocurre en otros casos ese "cambio" de le por se?

  • Los pronombres de CI no tienen en español alternancia de género, a diferencia de lo que ocurre en otras lenguas. ¿Cómo se diría en inglés Ponle (a él) el abrigo? ¿Y Ponle (a ella) el abrigo? ¿Cómo traduciríais al inglés este eslogan?

  • Una última cosa: los procedimientos retóricos que llaman la atención sobre la forma en que está codificado el mensaje (los recursos literarios, por ejemplo) no son solo cosa de la poesía: también la publicidad hace uso de ellos. ¿Por qué es tan llamativo este eslogan? ¿Cómo se denomina el recurso de que se vale?

¿De qué color es el lápiz "color carne"? Del desconcierto -aunque también de la humillación sufrida en primera persona- nace este proyecto de la fotógrafa brasileña Angélica Dass. Escucha la fascinante charla en que ella misma nos lo explica para poder volver luego sobre estas cuestiones:

  • "Nací en una familia llena de colores": ¿Recuerdas algunas de las expresiones con que se refiere Angélica Dass a esos colores de diferentes miembros de su familia? Anótalas. Muchas de ellas tienen un claro carácter metafórico, como cabellos de algodón. Pon al menos un par de ejemplos más.

  • Esa riqueza -también expresiva- contrasta con los cuatro colores que asociamos, aún hoy, a la raza, y que tienen significados que trascienden lo físico. ¿Qué significa para nosotros -se pregunta Angélica Dass- ser blanco, negro, rojo, amarillo? Ella misma lo explica con ejemplos referidos a su propia biografía. Por el hecho de ser mujer y negra, ¿con qué se la ha identificado de manera fulminante?

  • ¿Cuál es el propósito de Humanae? Preséntalo en no más de cinco líneas. ¿A quién se dirige? Fíjate en los testimonios que destaca entre los que le han llegado. ¿Te parece que el desarrollo del proyecto es coherente y acertado con respecto al propósito inicial? ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta charla?

  • Para reflexionar más acerca de los colores pincha aquí.

  • Abre la paleta Pantone y anota todos los nombres de color que te vengan a la cabeza: además de blanco, rojo, etc. quizá surjan colores como ocre, burdeos, violeta, etc. Ponedlos en común en la clase. Por cierto, esta palabras, ¿son adjetivos o sustantivos?

  • A veces para nombrar los colores no nos basta una palabra: Azul marino, azul celeste, azul eléctrico; rosa palo, rosa chicle, rosa salmón; verde pistacho, verde oliva, verde chillón. El español ha acuñado un conjunto de expresiones para poder nombrar con cierta precisión determinadas tonalidades cromáticas. A veces el complemento del adjetivo es otro adjetivo (azul claro, azul oscuro); otras, un sustantivo que remite a un objeto que tiene ese color como propio (verde oliva, rosa salmón). Pon media docena de ejemplos de cada una de estas combinaciones.

  • Pero los colores tienen también connotaciones, como hemos visto en la charla de Angélica Dass: ¿qué connotaciones tiene en nuestro entorno el color verde? ¿Q qué lo asociamos? ¿Y el rojo? ¿Y el morado? Con ello se juega mucho tanto en el ámbito de la publicidad como en el de la comunicación política.

Francesco Tonucci es un pedagogo y dibujante italiano que adopta a menudo la mirada de los niños en sus críticas hacia la escuela o en sus propuestas en torno a lo que deberían ser unas ciudades más respetuosas con las necesidades de la infancia. Su libro más célebre lleva el título de Con ojos de niño. A él pertenece la viñeta que hemos seleccionado, y que dibujó en 1975. En su edición española la imagen aparece con este pie: "Escuela y familia deben uniformar sus actitudes educativas".

  • Explica, en no más de tres líneas, cuál es su tesis, es decir, de qué pretende convencernos Tonucci con ella.

  • ¿Cuál crees que es su destinatario específico?

  • ¿Cuál es tu opinión al respecto? Arguméntala.


Una madre y su hija, abrazadas.Luis De Vega Hernández (El País)

Lee la columna titulada De los nervios, escrita por Luz Sánchez-Mellado y publicada en el diario El País el 23 de julio de 2020.

  • Vamos primero con el significado de algunas palabras que tal vez no conozcas: rictus, envarado, estufido, clueca. Intenta deducirlo por el contexto. Si no puedes, acude al diccionario.

  • Tras esa somera semblanza de su madre, Luz Sánchez-Mellado contrapone lo que le ponía "de los nervios" cuando era adolescente y lo que no llegó a preguntarse en relación a su madre. El tono de la columna, aunque desenfadado, echa mano de algunos recursos retóricos como la repetición y el paralelismo sintáctico. Completa las frases:

      • Solo sabía que me sacaba de quicio... / que me exasperaba... / que me llevaban los diablos...

      • Jamás pensé que.../ que.../que... (en esta última frase aparecen varios grupos nominales separados por la conjunción disyuntiva "o").

  • En el segundo y último párrafo aparece la tesis de la autora. ¿Cuál es? ¿Estás de acuerdo con ella?

  • ¿Qué persona verbal domina en cada uno de los párrafos? ¿Podrías justificarlo desde el punto de vista de la argumentacion desplegada?

  • Todos hemos pensado de niños y adolescentes que no repetiríamos los errores de nuestros padres si alguna vez teníamos hijos o hijas. Redacta un breve texto en torno a ello. Puedes escribir un pequeño párrafo de introducción, y en el segundo ir enumerando todas aquellas cosas que evitarás hacer(les) a tus hijos si algún día eres madre o padre, utilizando el paralelismo sintáctico de que se vale aquí la columnista.

Objetivo: Afinar el destinatario y la intención comunicativa de tu proyecto

A lo largo de la Secundaria te habrás encontrado no pocas veces con el esquema general del acto comunicativo (emisor, receptor, contexto, mensaje, código, canal y contexto) y las funciones lingúísticas asociadas de manera preferente a cada uno de ellos (función expresiva, apelativa, representativa, poética, metalingüística y fática). Confiamos en que el viaje por esta página te haya ayudado a constatar hasta qué punto es importante ser consciente de cada uno de estos elementos si queremos ser eficaces comunicativamente.

Por ello, en este segundo alto en el camino, queremos pedirte que te pares a pensar acerca de a qué receptor específico quieres dirigirte -y esto vale tanto si estás pensando en escribir una novela como en impulsar una campaña medioambiental-, así como el propósito que te mueve: entretener, informar, denunciar, convencer, etc.

Tarea: Elaboración de un vídeo breve (Fecha aproximada: 3 de diciembre)

  • Elabora un vídeo en el que, con el apoyo (o no) de imágenes, vayas definiendo el tema, intención y destinatario de su proyecto. Te ofrecemos dos ejemplos. En primer lugar, el discurso de recepción de Elena Álvarez Mellado del Premio Miguel Delibes de Periodismo, en que explica qué busca cuando se pone a escribir. En segundo lugar, las palabras de Gervasio Sánchez, fotoperiodista, acerca de las razones de su proyecto Vidas minadas.

Mis primeros pasos con las víctimas civiles de las minas antipersonales coincidió con una nueva etapa de mi vida profesional hace ahora 20 años. En 1995 estaba cansado de fotografiar a moribundos anónimos a los que ni siquiera se les pregunta el nombre.

La muerte de un ciudadano occidental repercute más que la de miles de africanos, asiáticos o latinoamericanos. Ni siquiera hay una numeración ordenada y correlativa de esos muertos. Todos sabemos que las víctimas del Tercer Mundo siempre se suman de miles en miles.

Mi intención no era solo ilustrar y documentar sino provocar el remordimiento. Mi trabajo quería ser un alegato contra el cinismo y la desidia de la clase política, la deshumanización reinante y la superficialidad con que los medios de comunicación presentan los problemas que afectan al Tercer Mundo.

Pensaba que no se puede vivir en una cultura de la banalidad que diluye cualquier toma de conciencia. Quería creer a Albert Camus cuando dice: “Debemos comprender que no podemos escapar del dolor común, y que nuestra justificación, si hay alguna, es hablar mientras podamos, en nombre de los que no pueden.

En 1991, un grupo de seis organizaciones humanitarias no gubernamentales (ONGs) encabezadas por la Fundación de Veteranos de Vietnam, creó la Campaña Internacional contra las minas. En 1994, ocho ONGs españolas lanzaron la campaña conjunta “Eliminemos las minas”.

El Parlamento Europeo aprobó el 29 de julio de 1995 una resolución por la que se solicitó a los países miembros que prohibiesen la fabricación, el uso y la exportación de minas antipersonas. En febrero de 1997, el Congreso de los Diputados español aprobó una resolución parecida.

Entre el 1 y el 17 de septiembre de 1997, se celebró la Conferencia de Oslo encargada de redactar el texto definitivo que se firmó en Ottawa (Canadá) el 3 de diciembre de 1997 por 122 estados. Entre las principales ausencias destacó China, India y Rusia. Estados Unidos, liderado por el presidente Bill Clinton, se retiró de la Conferencia sin apoyar el texto.

El 10 de octubre de 1997, la Campaña Internacional contra las minas y su coordinadora, Jody Williams, recibieron el Premio Nobel de la Paz.

Cuando empecé el proyecto Vidas Minadas hace 20 años las víctimas más jóvenes tenían 13 años y varias historias que contar: la de sus propias vidas como mutilados, la de las guerras que habían sufrido, la de los sueños destruidos por la mala hora que habían vivido.

Mi trabajo tendría un enfoque documental y seguiría la senda del periodismo puro. Los protagonistas deberían convertirse en los símbolos de un drama universal. Pensaba que ya que no éramos capaces de acabar con los conflictos, al menos deberíamos respetar a los que sufren sus consecuencias.

La clave para que este proyecto funcionase debía residir en la paciencia. Habría que regresar una vez tras otra a los lugares originales para mostrar como crecen las víctimas infantiles o envejecen las adultas.

Debía convertir a los protagonistas en parte de mi familia. Sentirme como el padre de los más pequeños y el amigo íntimo de los mayores. Conseguir que mi presencia no condicionase su cotidianidad y alterase su forma de ser. No convertir la cámara en un simple ladrón de sufrimientos ajenos.

Todos los protagonistas de Vidas Minadas tienen nombre y apellido porque cualquier ser humano, independientemente de su situación, su color o su nacionalidad, tiene una gran historia personal que contar aunque la tendencia perniciosa de la mayoría de los medios de comunicación es amontonar a las víctimas en cifras anodinas. Se habla de morir en masa cuando el Hombre, como decía Ryszard Kapuscisnki, siempre sufre o “muere solo”.

Aquellos niños son hoy adultos que se han casado y han tenido hijos. Algunos de los protagonistas adultos tenían hijos recién nacidos cuando los conocí. Hoy algunos ya están en la universidad.

El número de víctimas y de países implicados en el comercio de minas ha descendido en las últimas dos décadas. Pero los países más avanzados no han cumplido con sus compromisos económicos y apenas han donado un 10% de lo prometido.

Una cantidad insuficiente para ayudar a personas mutiladas que necesitan atención completa durante el resto de su vida, que incluye intervención médica de urgencia, rehabilitación física y apoyo psicológico para reinsertase social y laboralmente.

España firmó el Tratado de Ottawa en diciembre de 1997 y lo ratificó en enero de 1999. En enero de 1998, el presidente José María Aznar destruyó la primera mina en un acto simbólico que tuvo lugar en el Hoyo del Manzanares. Unos 800.000 artefactos fueron catalogados y destruidos en tres años, uno menos de lo que exigía el acuerdo internacional.

Pero España apenas dedicó 700.000 euros anuales hasta 2005 a la ayuda a las víctimas y al desminado. A partir de 2006, el gobierno español de José Luis Rodríguez Zapatero realizó aportaciones directas a distintos fondos internacionales y a proyectos de ayuda a supervivientes por valor de 7,2 millones de euros, diez veces más que durante el periodo político anterior.

Lamentablemente, esta actitud más generosa coincidió con el periodo más negro de la historia de España en el negocio de armas al duplicarse las ventas españolas entre 2005 y 2006 y sextuplicarse durante los ocho años de gobiernos socialistas liderados por Rodríguez Zapatero.

Cuando finalizó el gobierno de José María Aznar en 2004 vendíamos 400 millones de euros en armas y 2.400 millones de euros a finales de 2.011. Durante los años del gobierno del presidente Mariano Rajoy estas cifras se han disparado hasta los 3.900 millones de euros.

Mi trabajo me reconforta y recibo muchas compensaciones de los protagonistas de este tipo de historias. Ellos me enseñan los valores vinculados a la lucha por la supervivencia y la superación.

Frente a los desastres de las guerras es difícil ser optimista. La verdad queda oculta por el fragor de los combates y el comportamiento de los asesinos. El contacto con las víctimas permite tener esperanza e, incluso, confiar en una mejora del comportamiento humano en el futuro.

Creo con pasión en mi trabajo y considero que la obligación de un periodista es documentar los horribles hechos que se producen a lo largo y ancho de este mundo injusto, pero muchas veces he tenido serias dudas sobre si este trabajo sirve para algo. Aunque, como escribió el portugués Fernando Pessoa, “prefiero la angustia a una paz que me pudra”.

Los responsables de tanto sufrimiento se esconden detrás de una nebulosa de intereses o siglas. Multinacionales del petróleo, industrias armamentísticas, gobiernos indeseables. Los demonios de las crisis tienen muchas patas.

Un dato que lo explica casi todo: los cinco países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU son los mayores fabricantes de armamento del mundo.

En España se fabrican armas y se venden a países con conflictos internos, vecinales o guerras abiertas violando sistemáticamente nuestras propias leyes de control de armas. La rutina permite que armas vendidas a un país pacífico aparezcan en los campos de batalla de un conflicto olvidado.

El cinismo reglamenta cualquier decisión sobre el mercado de armas. No hay que criminalizar a las personas que trabajan en las fábricas armamentísticas, pero si a los gobiernos que permiten este inmoral negocio.

Todos los gobiernos españoles desde que se inició la transición a mediados de la década de los setenta encabezados por Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez y Mariano Rajoy han permitido la vergonzosa venta de armas.

Si hubiese justicia universal quizá estos gobernantes podrían ser encausados en un tribunal internacional por su permisividad y complacencia con los negocios armamentísticos.

La tendencia de los políticos de nuestro país es gritar cuando están en la oposición y subordinarse al pragmatismo cuando alcanzan el salón del poder.

Los responsables socialistas eran muy sensibles a las peticiones que se hacían desde la sociedad civil para, al menos, ordenar el vergonzoso mercadeo de armas, en aquellos tiempos en que esperaban su turno para gobernar.

Ya en el poder lo trataron como un tema menor. Eran capaces de refugiarse en el secreto de Estado para ocultar datos a los ciudadanos mientras reivindicaban valores universales en los foros internacionales. ¿Se podía condenar la guerra y al mismo tiempo sextuplicar las ventas de armas que permitió escalar a nuestro país hasta el sexto lugar del ranking mundial? Sí se podía y así lo hicieron.

Vidas Minadas nació con el ánimo de superar las trabas mediáticas, las modas temáticas, el esquematismo y el sensacionalismo. Cuando finalicé la primera parte en 1997 sentí mi propio agotamiento y pensé que nunca podría implicarme en la continuación de estas historias. Después presenté dos nuevas partes del proyecto cuando se cumplían cinco y diez años de la firma del Tratado de Ottawa. Ahora ya trabajo para un Vidas Minadas, 25 años que presentaré en noviembre de 2022. No me extrañaría que hiciese un Vidas Minadas, 40 o 50 años porque las guerras sólo se acaban cuando sus consecuencias se superan.

Albert Schweitzer, Premio Nobel de la Paz en 1952, dijo que “las tumbas de las guerras son las grandes predicadoras de la paz”. Me gustaría que las víctimas de las minas se convirtieran en las grandes predicadoras contra el martirio provocado por esos “soldados” metálicos o de plástico, escurridizos, insensibles y mortíferos que duermen escondidos y pueden mutilar o matar décadas después de haber sido creados.

(2015)

Material complementario