LA TROPILLA DE SANTIAGO H. ROCCA

LA TROPILLA

Triunfo

Letra: Santiago H. Rocca

Música: Mario Pardo

Este es uno de los temas más conocidos de aquel verdadero "patriarca" del folklore argentino que fue Don Santiago H. Rocca, nacido en Buenos Aires el 13 de agosto de 1881, quien recordaba: "Vivíamos en Florida 940, en una casona grande que tenía un ombú en el fondo. Puedo evocar con precisión el día aquel en que, con 15 años en el cuerpo, quise mandarme un galope sin rumbo con mi tropilla a buscar destino lejos de casa. El recuerdo de mi madre me hizo volver."

Condiscípulo de Ricardo Güiraldes -el autor de "Don Segundo Sombra"-, este gaucho de alma solía largarse en lindas travesías con tropilla lucida por los caminos de la Patria y pasó muchos años haciendo vida de estancia, por largas temporadas.

El tema que nos ocupa, fue grabado nada menos que por Carlos Gardel en dos ocasiones: a dúo con Razzano, en 1922, y de nuevo en noviembre de 1930, acompañado por sus guitarristas.

Afirmaba Don Santiago que «Gardel ha sido uno de los artistas de mayor personalidad que he conocido. Había tal vitalidad en sus maneras, en su voz, en sus palabras, que la comunicaba a quienes lo rodeaban. Lo conocí en una fiesta donde se festejaba el cumpleaños de Goyena. Allí precisamente me pidió que le entregara "La Tropilla", pues deseaba cantarla. Me emocionó ese pedido, pero más emoción sentí cuando pocos días después escuché en la voz de Gardel las estrofas de mi composición...»

Comentario de Daniel Lopez.

LA TROPILLA

Triunfo

Letra: Santiago H. Rocca

Música: Mario Pardo

La tropilla que monto

de reservados,

de reservados,

es de un pelo y tordilla

como mis años,

como mis años,

y la yegua madrina

más renegrida,

más renegrida,

que las penas que mi alma

lleva escondidas.

Las espuelas que yo uso

pa' mi rodeo,

pa' mi rodeo,

malambiando relucen

mi zapateo,

mi zapateo.

Sus rodajas ya no hincan,

porque yo pienso,

porque yo pienso

que es cobarde quien hiere

los indefensos.

Y los bastos que pongo

de cabecera,

de cabecera,

cavilando me tienen

la noche entera,

la noche entera,

hasta que me sorprende

la madrugada,

la madrugada,

abrazando a quien llamo

"mi pior es nada".

A mi rancho le falta,

y esto no es broma,

y esto no es broma,

una china que sea

muy querendona,

muy querendona,

porque es triste vivir

como quien dice,

como quien dice,

sin tener una china

que lo acaricie.