# 14 ¡¡¡NO SE OLVIDEN DE CABEZAS!!!

¡¡¡NO SE OLVIDEN DE CABEZAS!!!

PRÓLOGO (*)

Ya pasaron mil treinta y cuatro días, de ese negro sábado de enero, sí, sí, casi tres años, tantas horas sufriendo y recordando ilusiones desaparecidas para siempre.

¡Lo juramos!, ya no sabemos más qué hacer para que nuestro hijo descanse en paz: imploramos justicia, reclamamos verdad todos los días, ante uno, ante todos, pero sabemos que jamás podremos parar este dolor, que no afloja desde ese día horrendo que fijaron sus asesinos para matarlo.

Él como nadie lo sabés, cómo desde ese sábado veinticinco no hacemos más que hablar de cómo era y de lo que quería ser. Cada mes al caer el 25, una espada de hielo nos atraviesa el alma.

En ésta, como en tantas otras oportunidades seguiríamos hablando sin cansancio sobre nuestras sensaciones, nuestro sentimiento y nuestro dolor.

Pero hoy nos debemos hablar acerca de sus asesinos y sus cómplices que también matan, de sus doctores y escribanos desalmados que mienten y destruyen.

Debemos hablar de todas esas personas despiadadas, que desde ese mismísimo 25 de enero se juntaron para embarrar con impunidad este asesinato. De todos esos que siguen hoy para tapar su muerte. ¡¡¡Quieren silenciar la poca justicia que nos queda!!!

El autor en este libro ha puesto aquí verdad y justicia, por eso estamos junto a él sin otra esperanza que la de colaborar con quienes colaboran con nosotros. Este libro es una denuncia valiente y profunda que pretende poner las cosas en su lugar, contra el dinero que quiere confundir y comprar espacios en los medios y en la Justicia. Él escribió pensando en vos.

Estamos seguros que José Luis nos sigue viendo, también sabemos que desde donde esté hará de todo para proteger a esta gente, que como testigos, jueces, investigadores o nuestro propio defensor, declararon y lucharon contra estos mafiosos que hoy los persiguen, los intimidan, los querellan y desprestigian.

Ayúdanos para que se sepa la verdad, quiénes fueron y por qué mataron a nuestro hijo

Nosotros nunca, nunca jamás podremos olvidarlo, llevaremos siempre y hasta nuestro último momento de vida y en el alma, el grito desgarrante del dolor que te provocaron los asesinos y que toda la sociedad hizo suyo en estas simples palabras que han recorrido el mundo ¡NO SE OLVIDEN ... DE JOSÉ LUIS CABEZAS!

Sólo Dios sabrá cuándo habrá justicia, pero algo es cierto y es que el dolor queda y no hay nada que lo borre.

Norma y José

Noviembre 25, de 1999

(*) Prólogo de José y Norma Cabezas al libro “Testigos en la mira. Entre el ejército de Yabrán y la Bonaerense”, de Daniel Otero, Editorial García Alonso, Bs. As., 1999.

Nota de editor:

Muchas veces hube oído hablar del caso “Cabezas” preguntándome cuánto era cierto de todo lo que se decía.

Pensé qué difícil sería llegar a la verdad, de dónde se sacarían pistas para incriminar a también a los culpables mediatos y hacer justicia.

Desde mi pequeña óptica de novel editor jurídico (ESIL), acostumbrado a leyes y códigos (15 títulos), pero desprovisto de formación penal, siempre aprecié sólo la contundencia de las pruebas materiales (documentos), sin comprender la verdadera eficacia de los testimonios.

Al ser anoticiado por simples informaciones mediáticas, que en este caso que conmueve a la ciudadanía y tan presente a nuestra prensa, se habían presentado a los estrados judiciales quiénes conocieron hechos que podríamos llamar “vinculantes”, para descubrir lo imposible de hallar (autoría objetiva) y sobre las difíciles situaciones que ellos vivieron luego de decir lo que sabían. Pensé que desde mi posición empresaria, podría ayudar a crear una conciencia en favor del amparo de los testigos, pues son “torres” en el ajedrez de las investigación criminal.

Por qué otras sociedades, quizás más organizadas y menos desamparadas, contemplan leyes con amplios programas protectores de testigos, que van desde su total amparo estatal hasta el delicado cambio de identidad. La inteligencia es sabia, ¡la impunidad debe quebrarse con todas las armas legales!

El omnipotente Estado debe proteger celosamente a los arriesgados testigos, para poder salvaguardar la justicia para sus habitantes. Una nación sin justicia, pierde una de las razones fundamentales de su existencia.

Aquí va una valiente investigación de nuestro autor, que nos muestra la difícil trama de quiénes deben participar como testigos en causas criminales en nuestra vapuleada Patria.

Joaquín García Alonso

co-editor