Así fue… Sentado al borde del universo un ángel, miraba al crepúsculo en los fondos del océano, en el mismo lecho marino había una cabeza de piedra apenas diferenciando su perfil de entre vegetación subacuática. Miraba el ángel, y cuanto más concentraba la mirada la cabeza parecía moverse, y cuanto más se movía el sentía como iba quedándose ciego. Saltó el ángel, y se sumergió a lo más profundo, sus pies se hundieron en el fondo, todo él se cubrió de arena salada, y alzó la mirada hacia la luz del sol que vagamente atravesaba hasta dónde se hallaba y el cielo del mar parecía el cielo del universo. Tras el azul que devenía negro, y el negro devenía verde había visto una silueta dorada, y el contorno de su mirada se convertía en hilos de espuma blanca que como el rastro de una telaraña desecha dibujaban caminos. Los hilos atravesaban al océano, y atravesaban al aire y se torcían en el ombligo del cosmos. Cuanto más lejos estaban mas densos y gruesos devenían hasta que dos cuerdas de la talla de un árbol no muy grande convergían en una silueta corvada en los pies de un ángel cuya sombra era la constelación más pequeña y también la mayor que hubo, envolvía al tiempo en su penumbra y esparcía estrellas de fuego que fueron los ojos de ángel los que había perdido en un amanecer al ver su reflejo en el agua y recordar cómo fue. ------------- Mundo de hierro tu ojo de plomo tu ojo de mármol el ojo del pasado, del futuro el eterno déjame ver a través de ti una vez para saber cual es el aspecto que tiene ese cuenco de plata por cual resbalo porque deseo saber dónde camino y desde dónde partí… Sé en el borde del cuenco aguardas con tu boca negra el cosmos mismo fingiendo ser universo pero yo resbalo, siempre después de trepar hacia un horizonte que creo ver blanco que creo ver infinito pero cual nunca supe porque no nací con ojos sino tus oídos llevo en la cara y tu hierro es música para mi y tu óxido es el camino del mar. Cuando despierta en mi el color negro mi fuerza es igual a los vientos del norte y mi aurora mas azul que el cielo pero el negro es un color solitario… ví en el fondo del cuenco un espejo tras el espejo resbalaba en un cuenco de espuma un ser blanco ¿cuándo inventaste la espuma, mundo de hierro cuándo inventaste al blanco…? porque no existen porque los oigo en tu mirada y no sé nombrarlos. - Mundo de espuma tu ojo de cielo tu ojo de agua el ojo del pasado, del futuro el eterno déjame ver a través de ti una vez para saber cual es el aspecto que tiene ese cuenco transparente por cual resbalo porque deseo saber dónde camino y desde dónde partí… Yo no sé mundo de espuma nombrar lo bello yo no creo siquiera en tu nombre existes para no ser visto persistes para no ser olvidado déjame servirme de tu idioma una vez para poder repetir eternamente tu rostro en aquello que creo verdadero y sé jamás será de otra manera, para que el negro fuera mi negro y el blanco sea de quien yo sé, para creer en aquello que veo nombrar aquello que siempre deseé conocer mi camino mejor que tu me conoces y saber decir hasta del color que no existe aun aquello que supe de él, del negro del mundo de hierro del mundo de espuma de un ser, blanco de mi y de tu cuenco, lo que son. En tierras de Odón Parido en las tierras de Odón por la madre negra nació un niño, de mirada transparente. Caído en los rápidos de la corriente asesina al amanecer en su décimo verano fue arrastrado hasta el pórtico celeste para justificarse ante el Magno y pedir permiso para habitar tan solo, un mundo, de promesas, cual su Señoría ensalzaba… Miró el Grande al pequeño, y el pequeño a su vez entreabrió sus ojos por vez primera… y se hizo todo cuanto fue, en transparente velo, el mundo fue la nada y la nada mundo, el Magno suspendido en medio de transparente sueño grito la maldición de los dioses, y desapareció el niño, desapareció el caos… - Fue día del noveno sol, la noche asustaba con la voz de hombre la tierra susurraba del día último el mundo se escondía de los cielos, los cielos alumbraban a las sombras y estas, en chillido de desesperación desaparecían para siempre con un relámpago de fuego cual arrancaba su último aliento. - Llegó al pórtico del Gran Maestro un desconocido, llevando capa negra, y bastón de sombra, desconocido de pasado, de futuro llegado de la nada, destruida… Entreabrió los labios para nombrar al sol pero pronunció el nombre del Maestro, en susurro abrieron se los pórticos, y él entró al paso, pudo entrever el fin de su futuro… y dándose la vuelta al instante miró al Magno, y el Magno, se heló, pero con alma viva el cielo derritió a sus espumas el océano retomó el aire, la nada fue el mundo el mundo fue la nada… y desapareció, en tierras de Odón un niño aun no nacido, de madre negra, un niño del cosmos transparente, invisible rostro, de voz de canto silencioso, nunca escuchado. No lo sé… Delf, cómo seguir, si aun no silbé un comienzo, por qué iba querer escribir, de unos relámpagos, perdón, fueron imágenes, que me despertaron justo antes de dormirme… y no, no quiero sonar tal como sueno ahora, porque no es así como me oigo, y no quiero que la poesía fuera mi lengua, porque no lo es. Tengo un molde, del cual sacaré la forma que soñé ayer, pero aun no la conozco, ni tampoco recuerdo aquello que me visitó en mi sueño despierto, sí, aquel en cual el sol brilla, y las estrellas están allí, y no las vemos. Por qué necesita forma, aquello que yo no sé, nunca vi, siquiera intuyo su color, por qué no guardarlo simplemente en mi pecho, en reposo, sino he de inventar unos cubitos de hielo con los que esculpir un rostro, cual nada más abro los ojos, se derrite, y el sol me ciega en la inquietud de helar con mi aliento, en mi molde, más trozos, de hielo, de sueño, de infinito… Cómo es la palabra”Delf”, cómo saber de su significado, su imagen, su color, o su destino? Quizá el primer día fue una “d”, el cuarto “e”, el segundo “f”, y el quinto “l”, pero no lo fue, o quizá fuera vacío, o quizá fuera nada, y todo. No lo sé Delf qué decir… si acaso tiene sentido. Un día no conocí a la “d”, un día descubrí su comienzo, un día fue la “d” como si fuera yo, y un día fue verdad tan solo en su recuerdo, y un día fue dos, y dos fue uno, cuatro el cero, y el infinito el reverso de cuanto he dicho ahora… ¿Es verdad que de las palabras puedo aprender de las formas, y de las formas de las sensaciones? ¿Es verdad porque yo lo creí, o porque lo supe? ¿Puedo conocer de aquello que aun no sé, cómo construir, en cubitos de hielo, por ejemplo, y saber de aquello que olvidé, en mis travesías por el desierto? No quiero escribir, porque ya no sé, no puedo. No quiero modelar, porque no hay manera de ver a un objeto sentido. No quiero dibujar, porque es la forma imposible. Pero sé que puedo, porque para ello nací, sé que sé, porque supe nombrar la “d”, la “e”, la “l”, y la “f”, incluso antes de haberlos leído, porque yo no sé… Delf, si yo encuentro al libro, o el libro me halla a mi, y porque no conozco el idioma del que habla, pero me siento capaz de modelar con sus hojas, cubitos de hielo… infinito, un mundo, un cosmos, un sol diminuto… y lo que dudo es que se comprenda algo de cuanto pronuncio, porque no sé cómo comenzar, ya que nunca había seguido. No lo sé… Delf, por qué iba querer escribir de unas imágenes, que mis ojos inventaron. Gigante amarillo El enano de gorro violeta, era de bosque, había nacido el mismo día en el cual el mar sumergió su población natal, y desde entonces se había convertido en un ser acuático, que apenas conocía la existencia del mundo nuestro. Le conocí cuando recién había cumplido cuatro años, lo mismo que yo. Recuerdo fue un día corriente, en cual iba jugando sola a la pelota delante de mi casa, había llovido, y en un charco, al asomarme, me fije que de pronto aparecía algo violáceo en su fondo poco profundo. En el primer instante pensé ver un hada ahogándose, pero al fijar mas la mirada, denoté el gorro de un ser, que jamás había imaginado. Con los ojos ampliamente abiertos, el enano me dio un saludo, yo no respondí, ¿acaso iba hablarle a un charco? Durante varias semanas estuve pensando de mi casual encuentro, dudando de que fuera cierto, hasta que una tarde, mis padres estaban aun trabajando, y yo me ocupaba de mis asuntos en el hall del piso, empezó a llover de nuevo. Oí llamar en la ventana, al creer que eso me había parecido tan solo, no presté atención, hasta que en un momento, se escuchó como si se rompiera el cristal. Corrí a ver qué ocurre, la ventana estaba intacta, tumbado delante de esta yacía mí recién conocido, empapado hasta los huesos… Con el paso de los años fui adquiriendo costumbres adultas, cumpliendo funciones, creando artefactos, eso si, por voluntad propia, pero cada vez mas me fui invirtiendo con mi escaso tiempo en los asuntos de los gigantes. Durante los primeros años, aun guardaba la capacidad de ver a través de la cáscara, la esencia de cada ejemplar cual me rodeaba. Según transcurrían los días sin embargo, mi vista fue empeorando, hasta acabé confundiéndome en tener algo en común con muchos de aquellos, aun así, a costa de mi graduado de gafas, que tuve que llevar no tanto por necesidad, como por obligación, no hubo más remedio que inventar la imaginación. Yo no sé cuándo me lo había propuesto, o si acaso fue la ocurrencia de otro, que por algún arte de magia oculta se me incrusto el imaginar en mi virgen pensamiento, pero bajo su caleidoscopio a veces de colores, otros de blancos y negros, mi caleidoscopio particular. El mundo por cual caminaba diariamente, y ocasionalmente de noche, fue adquiriendo así la forma de mi pensamiento. Ocurre sin embargo que en mi pensamiento, los gigantes no hablan, tan solo expresan mímicas más que evidentes, o muestran gestos de ridiculez, pero el mundo diario estaba y sigue estando repleto de habladurías, y sonidos guturales de difícil descifrado. Los sonidos para los cuales el oído esta diseñado, apenas son percibidos, y un constante gruñir de motores no mecánicos, obstruye el equilibrio de una caminata a solas. Apenas unos meses antes que hoy, llovió. Hacía más de década que las nubes se habían olvidado de la parte del mundo cual yo recorría. Recuerdo el cielo se cubrió de violeta, y los gigantes, todos aquellos, fueron para mi no más que mogollón de pequeños hombrecitos, que se empujaban por las calles resbaladizas. Recuerdo casualmente conocí un gigante, que sin embargo parecía un enano, cual me hablaba de por qué los charcos eran de color violeta. No comprendí nada. Descubrí que aparte del violeta existían otros colores, porque cada vez que me decía algo, mi recién conocido, llovía, y cada vez que llovía, yo miraba en los charcos, tratando de recordar, algo que había olvidado, pero no hacía mas que inventar el arco iris, tratando de ver el sol. Fuera, la nada, nada hay, nada habrá abro los ojos y proyecto su color en cuanto pose mi mirada el afuera es de color blanco si no fuera por mi el arco iris no existiría el mundo no sería azul la tierra no del negro del abismo hay una flor de una docena de pétalos con cada pétalo de color diferente y a mi esa flor no me gusta porque sus colores no me agradan pero una vez la olí, lo recuerdo en su aroma mis párpados se abrieron por primera vez y vi que la flor era aun mas blanca que las nubes y que yo era un mago inventor de colores la paleta del mundo esta dentro y hay que aprender a usarla, borrando los colores antes de que posen en el lugar equivocado, mis ojos cambian con el color de la ropa que llevo y el color de la ropa cambia con el arco iris de mi paleta si no fuera por mi todo sería tal como es blanco y todo gustará a mi, y a si mismo vivo dentro de mi así que afuera sea como yo y yo sea no como mi interior sino como fuera es blanco, de sombras de tintes o transparente, de olor a colores imposible de oler de colores, imposibles de imaginar, de colores míos, que hagan de mi un pintor que desdibuja el mundo para que este sea de mi y yo sea del mundo. Fue ayer, cuando, todo fue ayer hubo un ave amarilla de ojos perlas hoy, un lobo, de mirada negra ave o animal, persona o aire que importará, hoy, quién pregunta los un poco mas pequeños, son un amanecer los que como yo, son hoy mi estar aquí son un remolino inacabable, de mezclas, conocidas y demasiado cercanas los un poco mayores, están en el camino, igual que yo deambulan… perdernos, atraparnos vernos, y soltarnos, otra vez los mayores, están, quietos, esperando, un alcance, sin porvenir, una meta, irrealizable fue hoy, cuando todo es mañana tras un ave amarilla de ojos perlas vendrá el lobo, de mirada negra ave o animal, persona o aire qué importa, fue, nadie pregunta. Cuando vuelva lo sabré Crupius la luz no será amarilla sino azul la materia no será blanda sino endurecida el aire no del hermoso verano sino otoño fresco los contornos no difuminados sino claros el viento no sonará en melodía sino en silencio mi alma no será fuego sino agua y yo seré de nuevo lo que fui tu, Crupius, y aquello verdadero, que veo. De alas en el cielo, color fuego de pies en la arena, invisible de cabeza en el infinito blanco, los ojos en blanco las manos en blanco el aliento en blanco flota en la nada, flota en el aire flota en el agua sin peso, pronuncia sin decir, escucha sin mirar, ve sin observar, oye lo transparente, fuera y dentro arriba y abajo en uno fuera de sus propios bordes fuera de sus propios deseos fuera de sus propios sueños dentro del infinito en el centro de lo eterno y en todas partes en un átomo y en billón en el primero y en el último en el interior del mundo y el mundo en su interior en el interior de la esfera y la esfera alrededor suyo en el centro del círculo y en el borde y en el medio camino y fuera del círculo de párpados cerrados y corazón abierto no hay ser hay eternidad no hay ojos hay espacio no hay ideas hay Crupius fuera y dentro dentro y fuera siempre y hoy siempre y nunca. Alguien dijo, dibuja un invernadero, dentro estará tu rosa no, no lo dijo así, y en verdad eran dos, los que dijeron… uno se copió del otro, y yo me copié del uno cuál fue el primero, ¿hubo un primero? son tres diferentes, lo somos, dijimos de lo mismo, lo fuimos, hablando de… la belleza, lo seremos la belleza o el amor el amor o la belleza cada uno de tres es único y cada tres de uno igual, a los otros tres de uno y a los otros fuera de tres… el holograma de una rosa partido en tres contiene la imagen integra de la rosa original uno dentro de otro otro dentro de unos… un pétalo sin la rosa, es la rosa misma tres pétalos, sin la rosa, son la rosa misma qué importa la rosa qué importa la imagen en negro tres es uno, y uno es tres lo bello es nada en nuestra mente, más allá de la idea de lo bello está, el tres, el negro, el mundo, y yo o el uno, la nada, lo blanco y… una rosa qué importa el orden qué importa el lugar qué importa el número qué importa la idea cerrados los ojos, esta todo una vez abiertos, esta ella rosa o hermosura tres o uno negro o rojo son lo mismo en uno. Las malas metáforas dan lugar a bellas ideas indefinibles, es porque la buenas metáforas existen, perfectas dan lugar a imágenes imposibles en nuestra mente e imposibles en nuestras palabras, a quien no le ha sucedido no saber decir lo que piensa a quien no le ha sucedido no saber pintar lo que ve a quien no le ha sucedido no saber componer lo que siente el resultado siempre es inferior a la intención una mala metáfora, pero cual indefinible es ésta… agua o tierra hombre o mujer frío o calor blanco o negro lejos o cerca dentro de o fuera de son uno, y son, uno dentro de uno dentro de uno… pintemos la palabra ola castellana, pintemos la ola inglesa, pintemos la ola china pintemos la ola rusa ¿imposible? fácil de pensar difícil de hacer una mala metáfora y es, porque la buenas metáfora existe en la perfección en lo inalcanzable mas allá de la intención ¿existirá de veras? ¿Escribirlo?, imposible la hoja se arruga por los bordes del interior de mi mente la tinta escurre en un dibujo negro como el bosque virgen un instante que ya ha volado apenas surgió de la nada ya está en un recuerdo que apenas fue sentido por mi y el recuerdo no es recuerdo sino nebulosa del blanco de la espuma de mar, y el azul del horizonte ¿dibujarlo?, imposible sin forma, sin comienzo y sin fin rebota en mi mente, transparente como un pájaro pequeño mientras la tinta se diluye, existe frágil y eterno una vez seca, desaparece, para siempre oscurece y queda como un punto nulo dentro de un tiempo sin nombre ¿pensarlo?, sin sentido fuera imagen, palabras o forma no atrapa su esencia química y efímera poción de magia de plata existió o fue imaginado fue sentido o fue inventado nadie sabrá decirlo yo no sabré suponerlo es como un fantasma, dudoso y como el mar, de real ameno para mi tiempo largo, de memorizar fragmentos demasiado puro para un mundo, igual y permanente transparente, para siempre se queda en un presente innombrable desde siempre estuvo allí, en mi, y en todo, en todo y en mi. Ligereza Dolmnibas solo ligereza y efímeros sentimientos, son, en mi ser pronuncio, y nada digo reflexiono, y mi pensar no se extiende leo, y no me ensimismo escribo, sin comprenderme escribo para escuchar mi pensamiento y que mi alma fluya en río de mármol pero no oigo. En mis horizontes, un castillo de negro rojizo consolida mis sentimientos en granito de mis ideas mi habla fluye, mis pies caminan por sus senderos ligeros ligeros, pero de pasos firmes no como en mi humilde cabaña donde un ave hunde sus pies de elefante en vía transparente, de agua, de mar y no vuela sino parpadean sus alas de plata, de plumaje aire. Un castillo, no lo veo a lo lejos mi mirada se hunde en cal blanca lo creo estar, lo intuyo pero no traspaso las propias fronteras de un espíritu, de ligereza humana. Dime Dolmnibas, hacia dónde he de mirar para que si parpadeo, llore lágrimas de nácar en su charco, que dibuje estrellas estrellas rojas, del castillo grande, qué he de ver para saber decir palabras árbol, del sentido de mi ser deletrear en sus contornos invisibles la esencia del presente. No cuentes Dolmnibas si he de saltar siete piedras, cazar dos deseos di dónde son las siete hundidas y cómo un deseo viene ser libre, di cuánto tarda el mundo en ser de mis ojos, y los ojos del mundo mi mundo Dolmnibas, mi eternidad que ansío que sean sólidos, de castillo. Veinte días en el mar nadando entre los tiburones grises encontraremos al gran capitán ante quien el sol cesa de apagarse. Cantamos con las olas del norte gritamos como los lobos del sureste encontramos nuestras mujeres solas en casa, esperando alegres. Nadad todos en la gran madera juntos, con el barco del amanecer negro suplicad al dios del océano dejarnos volver vivos sin tristezas. Veinte días en el mar un año en el olvido encontraremos al gran capitán nos guiará hacia la luna llena. dejando los sueños un paso a la izquierda la cabeza se descompone en manchas redondeadas toda la vida, aun lejos su final empujando hacia la cumbre y pisando apenas su comienzo siempre lo será apenas su comienzo los árboles que vemos delante, están detrás los de atrás, se vienen delante el cuadro no existe, pero estima hacerlo el color no es posible, pero se imagina entre el paisaje apenas en su comienzo lo será. en todos los lugares los poco productivos, no gustan los últimos, no son estimados los vagos en inspirarse, son rechazados los que se equivocan, son despreciados cuando es en ello, en pocas palabras la mas calidad con mas tiempo mas sutileza con calma, bella imaginación cuanto mas erróneos, mas encerrada la verdad si, lo es en todos los lugares sin importar latitud geográfica. Cuando el mar hecha encima tuyo sus olas grises, de las profundidades negras ten tu cabeza erguida y orgullosa hacia el horizonte blanco dirige tus ojos. Cuando te dicen que nada te sucede que tus días son oscuros y sin recuerdos bellos da una patada viva a quien así de abrumador sea haciendo rodar sus horizontes, bajo, donde los linces. Si vieras que te da pereza subir el centenar de vez la misma colina y si vieras que te salpican los que dicen que tu voz falsea canta fuerte, o apenas pronuncia las sílabas mudas de tu tierna canción la que con largos días trajiste al mundo triste, en tu sola presencia. Cuando el mar es personas, y las olas palabras de infames que creen conocer tu alma se el cielo, el mal presagio que serán pocos sus días del alba. |