Inversión

Los productos de inversión. Introducción

Cuando se habla de inversión, capital, riesgo, trading, tendemos a pensar en complicadas operaciones de intercambio basados en sesudos informes económicos y operadores trajeados ajenos a nuestro mundo, pero si nos paramos a intentar entender cómo funciona y en qué consiste el mercado, entenderemos, en primer lugar, que no nos resulta ajeno, ya que directa o indirectamente formamos parte del mercado y en segundo lugar, que si entendemos cómo funciona el sistema, podremos tomar decisiones económicas o cuando menos, sabremos lo que necesitamos.

Si pensamos en un mercado tradicional, sabemos que existe un producto o servicio que cambia de manos. Quien lo elabora o lo produce, lo vende por un precio a alguien que lo compra. Quien lo compra, puede desarrollar o añadir valor al producto, convirtiéndolo en un producto final que comprará, a cambio de un precio, un comprador o consumidor final. Hasta aquí todo sencillo, incluso hasta evidente. Pues un mercado financiero funciona exactamente igual, con los mismos actores y la misma trama, aunque cambia el atrezo y el tipo de personajes.

Cuando una persona crea, produce, elabora o presta un servicio, precisa capital para desarrollar su actividad. Para obtener dicho capital acude al mercado para movilizar su ahorro, si dispone de fondos, o a solicitar un préstamo o un crédito (figuras económicamente distintas), cuando carece de fondos para ello. Exactamente los mismo ocurre cuando las empresas, los organismos públicos, estados y demás operadores necesitan fondos para desarrollar su actividad.

En esencia, cuando una empresa precisa fondos tiene dos vías para obtenerlos. Con capital propio o, en su caso, con capital ajeno.

Si utiliza esta segunda vía, puede acudir a una entidad financiera para obtener capital prestado (en este caso el banco se convierte en acreedor), o puede emitir títulos de reconocimiento de deuda a favor de quienes estén dispuestos a comprarlos (acreedores). En uno y otro caso, se endeuda.

Si en lugar de endeudarse decide compartir su proyecto de negocio, estaría dando entrada a nuevos propietarios. Para ello, amplía su capital social y emite títulos (acciones), convirtiendo a esos nuevos propietarios (accionistas), en titulares de una parte del negocio (representada por el valor de la acción).

Resumiendo, una entidad busca dinero para su proyecto emitiendo títulos; títulos de deuda o acciones. Quien los adquiere, se convierte en acreedor (títulos de deuda o renta fija) o copropietario del negocio (acciones o renta variable). Y así, sin darnos cuenta, llegamos a los mercados financieros, que es donde se compran, venden, prestan, pignoran, en definitiva, en donde se negocian estos títulos. Por esta razón estos títulos son activos financieros negociables, porque su tenedor puede a su vez, mercadear con sus títulos en busca de un rendimiento. ¿Y donde se negocian e intercambian estos títulos? pues igual que el pescado, si se me permite la gracia, en el mercado. Igual que el pescador vende su mercancía en la lonja, las entidades venden sus títulos en el mercado (mercado primario). Asimismo, igual que el mayorista compra el pescado en la lonja al pescador para su venta a terceros, los poseedores de los títulos de la empresa, hacen lo propio en los llamados mercados secundarios, como serían las bolsa de valores, que no son más que un mercado secundario donde se mueven los títulos de las entidades.

Las leyes del mercado, la oferta y la demanda, el riesgo y la rentabilidad, son los factores o personajes que entran en juego para fijar los precios de intercambio, y con ello, las ganancias o las pérdidas de la inversión.

(en construcción)