Vulcano traicionado



1. Mirar

2. Escuchar

Hefesto –Vulcano para los romanos- era hijo de Hera, quien lo engendró al parecer sin la participación de Zeus.

Nació tan feo, que su madre quiso deshacerse de él y lo arrojó al océano. Allí fue recogido por dos diosas que lo criaron y le enseñaron a moldear el hierro y otros metales. Llegó a ser Vulcano tan hábil en el arte de la forja, que las armas y joyas que fabricaba tenían por destinatarios al mismísimo Zeus y el resto de los dioses.

Enterado Hefesto de lo que su madre había hecho con él planeó vengarse de ella, pero quería hacerlo sin levantar sospechas. Así que un buen día le regaló a Hera un trono de piedras preciosas que cautivó a la diosa. Pero apenas Hera se hubo sentado en él no pudo ya levantarse: unos hilos invisibles la tenían apresada. Tuvo que reclamar el auxilio de Hefesto, que sólo aceptó liberarla si le permitían volver al Olimpo. A Hera no le quedó más remedio que acceder.

¿Cómo acabó Hefesto, feo y cojo, siempre sudoroso y tiznado, casándose con Afrodita, la diosa de la belleza? Eso sí que es un misterio. El caso es que a Afrodita –Venus en la mitología romana- aquel matrimonio no acababa de convencerla, y se buscaba sus distracciones siempre que se ponía a tiro un apuesto joven. Sabemos ya de sus amores con Adonis, pero los que de verdad habría de avergonzarla públicamente fueron los que mantuvo con Marte, dios de la guerra y padre de su hijo Cupido.

Estaban una noche Venus y Marte tan entretenidos en sus juegos amorosos que se les fue el santo al cielo. No se percataron de que llegaba la luz del día, y con ella Apolo, dios del sol, que sorprendió in fraganti a los dos amantes. A Apolo le faltó tiempo para ir a contárselo al esposo ultrajado, Hefesto, que no pudo reprimir la rabia y el dolor. De inmediato, decidió vengarse de su esposa como tiempo atrás se había vengado de su madre. Fabricó una finísima cadena de hierro prácticamente invisible, que colocó en el lecho donde a la noche siguiente habrían de encontrarse Marte y Venus. En el momento en que ambos, despreocupados y absortos, estaban fundidos en amoroso abrazo, la red se cerró sobre ellos haciéndolos prisioneros. Hizo entonces Hefesto entrar en la alcoba a los otros dioses, que rieron y rieron al ver a Venus y Marte en actitud tan comprometida. Hefesto no los liberó hasta que le prometieron poner fin a sus amores, aunque no hay constancia de que una vez libres mantuvieran su promesa.

3. Conversar

La venganza de Venus. Venus, despechada, quiso vengarse de Apolo por haber desvelado sus amores. Como diosa del amor que era, hizo que Apolo se enamorase perdidamente de la ninfa Leucotoe. Era tal el ansia de Apolo por ver a su amada que cada día salía un poco antes y se retiraba un poco más tarde (motivo por lo que los días son cada vez más largos...).

Pero llegó el momento en que ya no le bastaba con contemplarla. Una noche, mientras Leucotoe hilaba acompañada de doce criadas, tomó Apolo la forma de su madre y despidió a las criadas. Ya a solas con su amada, recuperó su forma y le declaró su amor. No queda claro si Leucotoe se resistió o no, el caso es que ambos yacieron juntos. Pero en esta ocasión sus amores fueron sorprendidos por Clicie, también ella enamorada de Apolo. Despechada por lo que consideraba una traición, le contó al padre de Leucotoe lo que estaba ocurriendo.

El padre, airado, ordenó que Leucotoe fuera enterrada viva. En vano intentó salvarla Apolo, que sólo consiguió, abriendo la tierra y ungiendo los restos de la joven con néctar divino, transformarla en la planta el incienso para que, de alguna manera, su amada también tocara el cielo. Apolo, naturalmente, no quiso saber nada en lo sucesivo de Cilicie quien, consumida de amor, ayunó nueve días y nueve noches hasta convertirse en una flor cuyas hojas giran y giran buscando siempre la dirección del sol.

Velázquez y Marte. El propio Velázquez tiene en el Museo del Prado otro cuadro alusivo al dios Marte. Localízalo y comenta qué imagen nos transmite del dios. No estaría mal compararlo con otros cuadros famosos que también tienen al dios Marte como protagonista (quizá en compañía incluso de Venus).