Orfeo y Eurídice



1. Mirar


2. Escuchar

Orfeo, Hijo del dios Apolo y de la musa Calíope había heredado de su madre el don de la música. Con su lira embelesaba hasta las fieras. Era feliz, pues acababa de casarse con la joven Eurídice.

Una tarde en que Eurídice paseaba por el campo – hay quien dice que huyendo del acoso de Aristeo - fue mordida por una serpiente en el talón y murió repentinamente. Orfeó lloró desconsolado la muerte de su amada. Tanta era su tristeza y tanto el deseo de volver a verla, que se atrevió a lo que nunca se había atrevido un mortal: a descender a los infiernos para rescatar a su esposa.

Cruzó la laguna Estigia, aquella que separa el reino de los vivos del de los muertos, pasó entre espectros y fantasmas, y se presentó ante los señores del Averno: Hades y Perséfone. Entonó su canto y explicó cómo había intentando inútilmente hacerse a la idea de la pérdida y soportar la vida sin Eurídice. Pero era tanto su dolor, explicó, era tan fuerte su deseo de recuperar la compañía de su esposa, que no había tenido otra salida que ir a buscarla a los mísmísimos infiernos. En su afán de ser escuchado apeló a la fuerza del amor, que los propios Hades y Perséfone habían de conocer bien. Y suplicó a los dioses que volvieran a tejer la trama del destino de Eurídice. No pedía para ella la inmortalidad, sino tan sólo unos años más de vida. Si podía salvarla, regresarían los dos a la faz de la tierra. Si no, también Orfeo prefería descender antes de tiempo al reino de los muertos.

Por una vez, el reino de los muertos se paralizó. Todas las criaturas que lo poblaban quedaron inmóviles escuchando a Orfeo. Los propios Hades y Perséfone, conmovidos, accedieron a llamar a Eurídice, que estaba entre las sombras llegadas en los últimos días, y decidieron darle una segunda oportunidad. Pero eso sí: habría una condición. Orfeo habría de marchar primero; Eurídice detrás. Y aquel no podría girarse ni una sola vez a contemplar a su esposa. Si lo hacía una sola vez antes de regresar a la luz, Eurídice sería arrastrada de nuevo, y esta vez definitivamente, al reino de los muertos.

Orfeo y Eurídice emprendieron la marcha. Habían de ascender por un camino escarpado y oscuro. Cuando ya se vislumbraba la luz del día, Orfeo, impaciente por ver de nuevo a su esposa, no pudo reprimir el gesto y volvió los ojos a Eurídice. Inmediatamente, la joven empezó a resbalar hacia atrás y rodó hacia el abismo de donde acababa de salir.

Y nos cuenta Ovidio que fue tanto el dolor de Orfeo, tanta su desesperación, que nunca más quiso unirse ya a ninguna mujer.



3. Conversar

¿Bajar al Reino de los muertos por amor al esposo o la esposa? No es el de Orfeo el único caso. Busca información sobre Alcestis, esposa de Admeto, protagonistas ambos de una tragedia de Eurípides y di en qué se parece su historia a la de Orfeo y Eurídice.

Busca luego información sobre la princesa Savitri, protagonista de uno de los relatos recogidos en el Mahabbarata. ¿Con cuál de todos estos personajes te quedas?

Glück es autor de alguna ópera centrada en alguno de estos mitos. ¿En cuál(es)? ¡Escuchemos un fragmento!