Hero y Leandro



1. Mirar

La despedida de Hero y Leandro, de W. Turner. National Gallery

2. Escuchar

Hero era una joven sacerdotisa del templo de Afrodita, y como tal estaba destinada a permanecer virgen. Sin embargo, con ocasión de una visita del joven Leandro al templo de la diosa, ambos quedaron profundamente enamorados. A la condición de sacerdotisa de Hero se unía la condición de extranjero de Leandro. El suyo, por tanto, no iba a ser un amor fácil. Entre otras cosas, era seguro que los padres de Hero no iban a consentir que su hija se viera con Leandro. Pero es que además estaba el problema de la geografía.

Hero y Leandro vivían en dos ciudades costeras muy próximas en kilómetros, pero cada una en continente. Las separaba un brazo de mar: el que separa Europa de Asia en el estrecho de los Dardanelos.

Sin embargo, Leandro no estaba dispuesto a dejar perder la ocasión de encontrarse con su amada. Así, durante todo el verano, apenas llegaba la noche cruzaba a nado el Helesponto hasta llegar frente a la casa de Hero, quien ponía una antorcha en su ventana para evitar que su amado se perdiera en alta mar. Pasaban juntos noche tras noche, y en cuanto llegaba el alba Leandro volvía a cruzar el estrecho y regresaba a su casa.

Leandro decía que a la ida contaba siempre con el auxilio de la luna, que iluminaba la superficie de las olas y le ayudaba a que se le hiciera más llevadera la travesía. Cuando creía no poder más, ver la antorcha en la torre de Hero le daba nuevas fuerzas para seguir nadando. Y cuando definitivamente creía desfallecer, ver a la propia Hero recortada en la orilla le daba el último empujón. Nada era así a la vuelta, en que el mar parecía ponerse cuesta arriba, pero la promesa de una nueva noche de amor redoblaba los ánimos del joven enamorado.

Todo fue bien, sí, mientras duró el buen tiempo. Pero llegó el invierno, y vientos y oleajes azotaron las antes tranquilas aguas del Mediterráneo. Hero y Leandro no podían ya prescindir de sus furtivos encuentros, pero estos se hacían cada vez más y más peligrosos. Hero se debatía entre el anhelo de que su amado se arriesgara y cruzara el mar aunque fuera en medio de una tormenta, y el deseo de que no corriera peligros aunque ello supusiera un día más de ausencia y de silencio.

Llevaban varios días –varias noches, más bien- sin verse, y Leandro no podía más de impaciencia. Aunque los vientos soplaban con fuerza y las olas medían varios metros, el joven desafió a ambos y se lanzó al encuentro con su amada. Braceó y braceó hasta quedar exhausto, pero siempre lo sostenía la débil llama que divisaba en la fachada de Hero. Las olas lo empujaban de aquí para allá sin que él pudiera avanzar en la dirección deseada, hasta que un nuevo golpe de viento y lluvia apagó la luz que le indicaba el rumbo. Perdido y desorientado, Leandro no pudo sobreponerse a la fuerza del mar y murió ahogado.

Hero, resignada a no verlo una noche más, abandonó la ventana y se echó a dormir. Pero cuando a la mañana siguiente se asomó a ver el estado de las aguas no pudo reprimir un espantoso grito de dolor al ver que la marea había conducido el cuerpo sin vida de Leandro a la orilla misma de su casa. Deseperada, se lanzó Hero desde lo alto de la torre para unirse, ya sin vida, al cuerpo de su amado Leandro.



3. Conversar

La película Wellcome, Protagonizada por Vincent Lindon y por el debutante Firat Ayverdi, cuenta la historia del acercamiento entre un chaval de 17 años del Kurdistán iraquí, que quiere cruzar a nado hacia Reino Unido para reunirse con su novia, y un monitor de natación desencantado, que está en pleno divorcio, y empieza a entrenarlo y ayudarlo. "Son dos historias de amor infelices que se enfrentan al absurdo del mundo", matizó Lioret, que reconoció que hacer la película lo hizo "más ciudadano". (del diario Público). ¿La vemos?