Diana y Calisto



1. Mirar

2. Escuchar

Estaba un día Zeus paseando por la Arcadia, vigilando que los prados estuvieran verdes y corrieran las aguas, cuando descubrió a la ninfa Calisto, hija de Licaón, rey de Arcadia.

Llegaba Calisto de cazar, con su arco y su lanza, y se tumbó, exhausta, sobre la tierra. Zeus pensó que probablemente Hera no se enteraría de esa nueva infidelidad y que, en cualquier caso, si lo hiciera, habrían valido la pena sus reproches. Se disfrazó Zeus de Diana, diosa de la caza, a quien Calisto servía, y se tumbó junto a ella. Conversaron, requebró Zeus a Calisto, y para cuando esta se quiso dar cuenta ya estaba inmovilizada por el dios presa de su abrazo. Violó Zeus a Calisto y se alejó de allí. Quedó Calisto tan afligida, tan rota, que al levantarse por poco dejó olvidados su arco y sus flechas.

Diana regresaba con sus ninfas de una favorable cacería. Vio a Calisto y la llamó para que se les uniera. Dudó Calisto pensando en un primer momento que podría tratarse nuevamente de Zeus, aunque al ver a las ninfas se convenció de que, efectivamente, era la diosa quien la llamaba. Temía Calisto que se descubriera su deshonra. Por eso iba rezagada y sin poder evitar el rubor en su rostro. Su temor fue mayor cuando sus compañeras descubrieron un arroyo y decidieron bañarse en él. No quería Calisto desnudarse, pues a su propia vergüenza por lo ocurrido se sumaba la seguridad de que Diana, la diosa virgen por excelencia, la repudiraría en cuanto descubriera que había ella perdido su virginidad.

Calisto argumentó que no le apetecía darse un baño, que prefería quedarse en la orilla, pero sus compañeras, extrañadas, se lanzaron a quitarle la ropa. Fue así como descubrieron lo que acababa de ocurrirle a Calisto, y fue así como Diana, efectivamente ofendida, la arrojó de su lado para que no manchara la pureza de las aguas.

También Hera descubrió la nueva infidelidad de su esposo, y su cólera creció cuando se percató de que Zeus había dejado embarazada a Calisto. Fue en el momento en Calisto dio a luz a su hijo Arcas cuando Hera, enfurecida, la increpó con violencia por no haberse limitado a yacer con Zeus, sino por dar aún más publicidad al hecho teniendo un hijo de él. Cogió Hera a Calisto por los cabellos y golpeó su cabeza contra el suelo. De tanto golpe, quedó Calisto desfigurada. De los brazos empezó a salirle un vello recio y negro, sus manos se convirtieron en garras y su boca en unas horribles fauces; ya no podía hablar, sino tan solo emitir un ronco rugido... Calisto había sido convertida en una osa, y durante años vagó asustada, temerosa al tiempo de hombres y fieras, rogando en vano a Zeus su auxilio.

Arcas, el hijo de Calisto, había cumplido quince años. Estaba un día persiguiendo a las fieras y tendiéndoles trampas cuando súbitamente se dio de bruces con su madre. A ella le pareció reconocerlo. Él, asustado, trató de dar media vuelta; sin embargo, había algo en la mirada de aquella osa que lo estremecía. Como quisiera Calisto aproximarse un poco más, Arcas, temiendo un ataque, sacó un venablo para clavárselo en el pecho.

En ese momento intervino Zeus. Tomó a uno y otra y los lanzó al firmamento convirtiéndolos en dos constelaciones hermanas y para siempre visibles: la Osa Mayor y la Osa Menor.


3. Conversar

La Osa Mayor y la Osa Menor.

  • ¿Cómo son estas constelaciones? ¿Qué dibujo trazan?
  • Busca información acerca de ambas constelaciones y recógela junto a la reproducción del trazado de cada una de ellas.

Hera y los caprichos de su esposo

  • ¿Qué opinión te merece la reacción de Hera? ¿Qué hubieras hecho tú en su lugar?
  • ¿Y Zeus? ¿Qué piensas de él?