Teseo y el Minotauro



1. Mirar

Teseo y el Minotauro, de Antonio Cánova. Kunshistoriches de Vienna

2. Escuchar

La esposa de Minos, rey de Creta, había tenido amores con un toro. Fruto de esa relación había nacido una criatura mitad hombre, mitad animal, a quien llamaban Minotauro. El rey, para ocultar esta vergüenza, mandó a Dédalo construir un intrincado laberinto en el que encerrar a la bestia, que se alimentaba de carne humana.

Hacía tres años que Minos había vencido a Egeo, rey de Atenas, y le había impuesto la obligación de entregarle anualmente siete muchachos y siete doncellas, que eran luego sacrificados al Minotauro. Pero los atenienses empezaban a rebelarse y fue el propio hijo de rey, Teseo, quien se ofreció a ir al frente de la siguiente expedición. Pensaba que quizá él podría matar al Minotauro. El rey Egeo aparejó las naves con velas negras, como hacía siempre, pero entregó además como repuesto una vela blanca. Caso de que Teseo pudiera regresar con vida el cambio de vela anunciaría a los suyos ya desde la distancia el éxito de la misión.

Llegaron Teseo y el resto de los jóvenes a la isla de Creta y fueron presentados al rey Minos. Junto a él estaba su preciosa hija, Ariadna, que quedó prendada de Teseo. Buscó la ocasión de hablar con él a solas y, además de confesarle su amor, le entregó un ovillo de hilo y una pequeña espada. Cuando fuera lanzado al laberinto, le dijo, no tendría más que ir desenredando el ovillo hasta llegar frente al Minotauro. Una vez allí, la espada le permitiría matarlo. A continuación no tendría sino que desandar el camino trazado por el ovillo para volver a encontrar la salida sano y salvo.

Así lo hizo Teseo que, de nuevo junto a Ariadna, embarcó con ella rumbo a Atenas. De camino descansaron en la isla de Naxos donde Ariadna fue abandonada por Teseo. Ya en alta mar, Teseo olvidó cambiar la vela negra de la nave por la blanca que habría de anunciar su triunfo, por lo que cuando su padre Egeo, que todos los días desde el muelle vigilaba el posible regreso de su hijo, avistó las velas negras símbolo de muerte, se precipitó desde lo alto poniendo fin a su vida. Y cuentan que es desde entonces cuando las aguas que lo acogieron pasaron a llamarse mar Egeo.



3. Conversar

  • Teseo, Fedra, Hipólito. Con el tiempo casó Teseo con la hermana de Ariadna, Fedra. Previamente había tenido Teseo ya un hijo con una amazona. El muchacho, llamado Hipólito, se había atraído la animadversión de Afrodita pues no daba muestras de tributar ningún tipo de homenaje al amor, del que Afrodita es diosa: jamás Hipólito se había enamorado ni había mirado con deseo a mujer alguna. La venganza de Afrodita fue terrible.

Hizo que Fedra, esposa de Teseo, se enamorara de Hipólito, mucho más próximo a ella en edad que su propio esposo. Horrorizada ante esa pasión Fedra le contó lo que le estaba ocurriendo a su anciana nodriza que, imprudentemente, lo reveló a Hipólito. Este rechazó con repulsión aquel amor. Fedra, humillada, decidió poner fin a su vida pero culpando de su muerte a Hipólito: escribió una última carta a Teseo diciéndole que su hijastro había mancillado el lecho conyugal, por lo que ella no podía seguir viviendo. Teseo, cegado por la furia, no quiso escuchar a Hipólito y pidió al dios de las aguas, Poseidón, que matara al muchacho. Solo cuando a este le quedaban unos minutos de vida supo Teseo lo que había ocurrido en realidad, pero ya nada pudo hacerse.

  • ¿Por que no hacer un catálogo de animales imaginarios, como el Minotauro, ese ser mitad animal y mitad humano? Hipogrifos, unicornios... DeEl paquete parlante de Gerald Durrell al mismísimo Harry Potter estos seres siguen apareciendo en la literatura contemporánea.