15 de junio del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
Entusiasmo,
clave para el éxito
“Al vencedor
le daré de comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios”. (Apocalipsis
2:7)
Cuando hablamos acerca de alguien que ha
alcanzado el éxito, generalmente hablamos de los obstáculos que tuvo que vencer
para lograr alcanzar su meta.
Y cuando estudiamos a las personas que han
alcanzado el éxito vemos que se han acogido a una norma de vida. También
observamos que estas personas estaban comprometidas con lo que hacían.
Una de las mejores definiciones de éxito que he
escuchado es la siguiente: “El éxito es la realización progresiva de una meta
noble.” La mayoría de las personas piensan que el éxito se adquiere cuando
alcanzamos la meta.
Pero por esta definición encontramos que
cualquiera que esté en curso hacia el logro de su meta es exitoso aquí y ahora.
Jesús como Hijo y Emisario de Dios vino a salvar
al mundo. El comenzó Su ministerio con las siguientes palabras: «“¡Arrepentíos,
porque el reino de los cielos se ha acercado!»” (Mateo 4:17)
Cuando leo estas palabras, puedo sentir el gran
entusiasmo que tenía Jesús cuando comenzó con Su ministerio. Jesús nos dejó un
plan de salvación, pero ese plan todavía no se ha culminado y sigue en progreso
desenvolviéndose cada día más. Sin embargo, por el mero hecho de que su plan no
se haya culminado todavía en la familia humana no nos da el derecho a decir que
Jesús no tuvo éxito.
Ahora bien, para tener éxito tenemos que tener
metas. Y estas metas deben estar bien definidas. Y las buenas nuevas es que
somos exitosos en la medida que vamos en el camino de la realización de
nuestras metas.
Esta es una buena manera de ver el éxito, esto
es acompañándonos todo el camino. Alguien ha dicho: “el viaje es mucho mejor que
la llegada”.
Tú que estás sentado ahí escuchando este mensaje
tal vez te sientas fracasado, o podrías estar pensando que no has tenido éxito
en la vida.
Pues tengo noticias para ti. La mayoría de la
gente mide el éxito de una persona en función del dinero que esta persona tiene
o ha acumulado. Hoy te voy a hacer una fuerte advertencia, no caigas en ese
error, el éxito no se mide de esa manera, es una manera errónea y pecaminosa, y
al final del día nos trae más problemas y menos armonía y paz mental.
El éxito
se mide en función de nuestro arrepentimiento, esto es, en función de cómo nos
vamos ajustando a una nueva norma de vida superior.
Hay una cita que dice: “Nadie se enriquece sin
enriquecer a los demás.” Cuando yo pienso en Jesucristo, pienso en los fabulosos
obstáculos que tuvo que vencer cuando estuvo aquí en la Tierra en carne y hueso
con nosotros. Pero no hay duda alguna que Jesús vino a enriquecer nuestras
vidas, y esa meta sigue realizándose hasta el día de hoy.
Toda persona que practica diariamente las
enseñanzas de Jesús, habla refiriéndose a su propia vida, de un ‘antes’ y un
‘después’. Por eso pienso que todavía no existe persona alguna que haya
superado el éxito que Jesús alcanzó y que continúa alcanzando.
Y si bien es cierto que nadie se enriquece sin
enriquecer a los demás no es menos cierto que Jesús se sigue enriqueciendo cada
vez más en su servicio viviente a toda la familia humana.
Recientemente tuve una conversación telefónica
con mi hija, y me relató su experiencia al dirigir una meditación a un grupo de
ancianos. Comenzó pidiendo que hicieran una respiración profunda y luego les
dijo que iban a hacer un viaje y que seleccionaran a su guía.
Después
que terminó la meditación ella comenzó con su musicoterapia pero observó que
varias personas en el grupo comentaban entre sí hasta que escuchó que muchos de
ellos habían visto a Jesús guiándolos por el camino.
Este es un ejemplo claro de que Jesús continúa
su trabajo de enriquecer nuestras vidas aún desde el plano espiritual en donde
se encuentra.
Cristo Jesús también está esperando que tú le
des una oportunidad de enriquecer tu vida. Él usó la Ley Divina como su norma
de vida; y para que tú puedas tener un verdadero éxito en tu vida debes seguir
esta norma de vida.
Y esta norma de vida requiere la aplicación
sería de la ley de Dios. Te toca a ti y a mí cumplir con la ley de Dios, de la
misma manera que Jesús el Cristo cumplió con la Ley.
Y así
como Él venció todo tipo de obstáculos a ti y a mí nos toca vencer grandes
obstáculos. Pero nuestro mayor obstáculo no es el enemigo, o el adversario,
somos nosotros mismos.
Tenemos que levantarnos por encima de la pereza,
la apatía, y la indiferencia con entusiasmo por la vida y dispuestos a hacer la
diferencia.
En el curso de Prosperidad que estamos
ofreciendo se dijo al principio que se establecieran una meta para alcanzar
durante la duración del curso. Esto es una meta a la vez, esto es importante.
Y en este punto es donde la mayoría de la gente
sin darse cuenta comenten su error. No se concentran en una meta
suficientemente hasta alcanzarla, sino que toman otro rumbo, luego otro camino
terminando en una total confusión sin haber logrado nada.
Hace mucho tiempo vivían frente a mi casa una
familia cubana. Estos llegaron de Cuba resultado de la emigración que hubo
cuando Castro llegó al poder. Ellos vivían alquilados por que no tenían el
dinero para comprar una casa. Sin embargo ellos se establecieron una meta. La
meta era comprar una Farmacia.
La esposa consiguió trabajar en una farmacia,
porque tenía experiencia en esta rama. En Cuba ella había sido farmacéutica,
pero para ejercer su profesión en Puerto Rico tenía que irse a la Universidad
cursar estudios universitarios de Farmacia y luego pasar la reválida. Esto
significaba para ella comenzar de nuevo ya que se requerían cuatro años de
estudio.
En este punto ellos pudieron haberse dado por
vencido; ya que volver a la universidad a estudiar 4 largos años eran un gran
obstáculo no solo de tiempo y esfuerzo sino también económico. Todo lo
contrario, la meta se mantenía, y ambos se mantuvieron firmes; ella iba de
noche a tomar sus clases en la universidad.
El esposo, Don Ramón continuó trabajando
disciplinadamente durante este tiempo. Llegó el tiempo cuando su esposa, Doña
Norma, se graduó de farmacia, pero con altos honores. Ella continuaba
trabajando en la farmacia que la contrató originalmente. Pero ahora ella les
ofrecía un valor añadido, y era el hecho de que ella era farmacéutica porque
pudo pasar exitosamente el examen de reválida. Los primeros y mayores
obstáculos quedaban atrás. Ahora todo era cuestión de tiempo y dinero.
Yo estaba acostumbrado a ver a Don Ramón salir
por las mañanas a su trabajo y a verlo regresar por las tardes. Pero de momento
deje de verlo regresar por las tardes. Note que por las mañanas el regresaba y
salía de nuevo con los niños y Doña Norma. Me enteré que Don Ramón había tomado
un segundo trabajo y trabajaba en las noches también. Cómo lo hacía no me
pregunten pero pienso que la fortaleza vino del compromiso y la determinación
de lograr su meta.
Yo sabía que ya ellos estaban buscando una
farmacia para comprar, y no pasó mucho tiempo cuando los dueños de la farmacia
donde ella trabajaba se la ofrecieron en venta porque ya se querían retirar.
Ellos se habían preparado para dar este paso y compraron la farmacia.
Don Ramón continuó un tiempo más en sus dos
trabajos pero dejó uno de ellos para ayudar a su esposa en la farmacia y
eventualmente se dedicó por completo a trabajar en la farmacia.
No pasó mucho tiempo cuando lograron comprar su
casa propia en una urbanización mucho más exclusiva y cuando vino el tiempo de
costear los estudios universitarios de sus hijos lo hicieron con el fruto de lo
que producía la farmacia. Tenían dos hijos, la hija estudió farmacia y el hijo
estudió ingeniería.
Su meta fue una meta digna, porque a través de
la farmacia ellos pudieron servirle a un número creciente de personas,
supliéndoles los medicamentos a sus clientes, que más que clientes eran sus
amigos.
Si ellos, inmigrantes cubanos que llegaron a un
país desconocido, sin dinero, pudieron lograr su meta, tú que vives en un país
que conoces puedes lograr mucho más que eso. Pero tienes que demostrar
compromiso, determinación, fe y entusiasmo para lograr tu meta. Suficiente para
hablar del poder de una meta a la vez.
Hoy yo te invito a que te establezcas una meta
que sea de naturaleza espiritual. Puedes ponerte como meta perdonar a todos
aquellos que te han ofendido, o puede ser confiar plenamente en Dios, o lograr tu propia salvación. Estas son grandes metas y los
obstáculos no necesariamente están allá afuera, todos están dentro de tu propio
ser. Pero hay una gran promesa para todos aquellos que puedan vencer.
Recuerda que el éxito es la realización
progresiva de metas nobles, metas honrosas y estimables. De modo que es
importante comenzar con una a la vez, recordando que el “viaje es muchas veces
mejor que la llegada”; estoy seguro que Don Ramón y Doña Norma estarán de
acuerdo con esto.
Y hay una promesa para ti y para mí: “Al vencedor le daré
de comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios”. Y
este árbol es la vida abundante, omnipresente y eterna de Dios dentro de ti y
de mí.
¡Dios te bendice si sabiendo estas cosas las
haces!
¡Amén!
|