publicado a la(s) 6 sept 2014, 20:10 por Centro de Cristianismo Práctico
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actualizado el 6 sept 2014, 20:11
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17 de agosto del 2014
Centro de Cristianismo Práctico
En quietud y confianza
“Porque así dijo Jehová, el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y confianza será vuestra fortaleza.” (Isaías 30:15)
En el mensaje del pasado domingo decíamos que cada uno de nosotros va haciendo un camino al andar rumbo al cumplimiento y realización de nuestros anhelos y aspiraciones.
Y cada día nos ofrece una oportunidad para nosotros reflexionar acerca de dónde estamos y hacia dónde vamos.
La vida es una escuela y paso a paso vamos aprendiendo las lecciones que nos dan nuestros maestros para así desenvolver y dar paso a expresión las potencialidades inherentes en cada uno de nosotros.
Nuestra esencia es espiritual, pero estamos revestidos de materialidad y es en este plano de tres dimensiones donde tú y yo tenemos que liberar nuestro esplendor aprisionado.
Y esto no es tarea fácil especialmente cuando estamos envueltos en las diversas actividades y los compromisos que contraemos en el diario vivir. Hay un sin número de tareas que debemos llevar a cabo y casi no hay tiempo para descansar.
Pero si queremos trascender y crecer en consciencia de la Presencia de Dios en nuestras vidas tenemos que hacer el esfuerzo y sacar tiempo diariamente para reflexionar en las cosas del Espíritu.
A medida que vamos haciendo el hábito comenzamos a vivir la vida sencilla, una vida centrada en Dios. Día a día en el silencio, pedimos que Dios dirija nuestros pasos y en la quietud del silencio confiamos en que Dios hará Su parte.
Así lo hizo Jehová Dios con Moisés y el pueblo hebreo; guiando sus pasos por el desierto durante cuarenta años. Igualmente guio a Josué en la conquista de la tierra prometida; y así lo hizo con Jesús guiándolo a través de todo Su ministerio y poniendo en boca de Jesús las enseñanzas universales que la humanidad tenía que aprender.
Ciertamente la vida es una escuela y la mayor y mejor enseñanza que podemos obtener es la educación espiritual. Todos tenemos que prepararnos espiritualmente, sin excepciones. Hasta el mismo Jesús tuvo un período de preparación espiritual antes de lanzarse de lleno en Su activo ministerio.
No podemos darnos el lujo de gastar una vida sin atender la necesidad de educarnos espiritualmente. Esta es la mayor necesidad y debe ser satisfecha con suma prioridad.
Ahora bien, esa educación espiritual comienza con maestros externos; por ejemplo, Jesús fue el Gran Maestro de multitudes. Pero esa educación espiritual tiene que continuar desenvolviéndose en tu interior.
Jesús nos habló acerca de la luz, Él dijo: “Yo soy la luz del mundo…” (Juan 8:12) También dijo: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14). Pero hasta que no haya en ti una revelación directa desde tu interior de ese esplendor aprisionado no habrás encontrado la luz del Cristo que mora en ti.
Puedes oír toda la vida hablar acerca de la luz que hay en ti; pero te toca vivir y tener una experiencia directa con esa luz que mora en ti. Y eso se consigue en quietud y confianza dedicando un tiempo sagrado todos los días para que el Gran Maestro, el Cristo de tu ser, te enseñe todas estas cosas.
Puedes haber oído hablar del poder del Cristo que mora en ti. Puedes haber afirmado mil veces: ‘Todo lo puedo en Cristo que me fortalece’. Pero hasta que no tengas una revelación directa y te apropies de ese poder para sanar tu cuerpo, expresar vida abundante y lograr cumplimiento de tu misión divina en esta vida no habrás tenido la “comunión íntima con Jehová”. Y esto se consigue yendo al Silencio en quietud y confianza.
Has escuchado que “las riquezas y la gloria proceden de Jehová” pero hasta que no hayas manifestado las riquezas de Dios en tu vida así como Jesús produjo alimento para las multitudes, todavía no te has encontrado y comulgado con la plenitud de la divinidad que mora en ti.
Y esto se consigue viviendo una vida centrada en Dios, procurando estar en el silencio en quietud y confianza.
Has oído acerca de las sanaciones que Jesús realizó en Su ministerio, y has escuchado decir que Dios es vida, una corriente de vida sanadora. Pero mientras esté buscando la ayuda de médicos y sustancias terapéuticas no podrás tener una experiencia directa de Dios como corriente de vida sanadora. Y esto se consiguen en el silencio de la oración en quietud y confianza.
Es solo en la comunión íntima con Jehová Dios que podemos adelantar nuestro progreso espiritual. Por medio del Cristo morador, nuestro Gran Maestro, podemos vivir las lecciones que de otra manera hemos aprendido o escuchado de maestros humanos.
Al aquietarnos y estar receptivos a la instrucción y guía de Dios logramos desenvolver el plan de vida que Dios ha diseñado para cada uno de nosotros.
Has escuchado las siguientes palabras del apóstol Pablo: “No todos moriremos; pero todos seremos transformados.” (1 Corintios 15:51) Pero hasta que no sientas la actividad del Espíritu Santo haciendo un trabajo interno, profundo y cambiante en ti, hasta que no sientas el sufrimiento que da sentir que te estás desprendiendo cosas muy preciadas para ti en el pasado, hasta que no sientas que estas cosas que has tenido toda tu vida se han ido para siempre y con dolor y tristeza fluyan las lágrimas por tus mejillas, todavía no has conocido el poder y la actividad de Dios para transformarte y purificarte.
Y esto se consigue buscando la comunión íntima con el Dios de tu ser, en el silencio en quietud y confianza.
Queridos amigos, estamos todos aquí reunidos porque deseamos más de Dios, porque nuestro corazón nos pide más gozo, y bienestar espiritual en nuestra vida. Estamos todos aquí buscando tener una experiencia más profunda y una comunión más íntima con la plenitud de nuestra propia divinidad.
Todos queremos más de Dios. Pero todo tiene su precio, y para conseguir eso que andamos buscando tenemos que pagar el precio. Tal vez no sea un precio tan alto como el que pagó Jesús por el rescate de la familia humana, pero tenemos que estar dispuestos a seguir la voluntad de Dios en nuestras vidas y a recorrer la milla extra.
¿Por qué se nos hace tan difícil seguir la voluntad de Dios? Porque hay cosas muy placenteras para cada uno de nosotros que tenemos que sacrificar. O tal vez estamos realizando ciertas actividades que nos dan un estatus social prominente, actividades sumamente lucrativas pero de naturaleza humana.
Entonces nos parecería que seguir la voluntad de Dios es como si diésemos un paso atrás en nuestro progreso material y personal. Se nos olvida con facilidad que “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4) Y aunque muchos conocen esta cita bíblica de memoria pocos son los que creen en esta gran Verdad.
Muchos vieron a Jesús postrado, clavado y humillado en la cruz. Y hasta le dijeron: “Tú, el que derribas el Templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres el hijo de Dios, desciende de la cruz.” (Mateo 27:40)
Jesús pudo haberlo hecho, pero no lo hizo porque siguió la voluntad de Dios todo el camino desde lo humano en Él hasta Su propia divinidad. Y lo que pareció ser un total fracaso se convirtió en una gran victoria, hasta el punto en donde no ha habido acontecimiento más trascendental en la historia de la humanidad ni antes ni después. Jesús venció la muerte y alcanzó vida eterna.
Pero Jesús se retiraba a orar, y a meditar en el silencio; y en quietud y plena confianza esperaba la guía y la instrucción del Padre. Él hablaba las palabras que escuchaba de Su Padre. “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él hace la obras.” (Juan 14:10) Tal obediencia es requisito para poder evolucionar espiritualmente.
“Por lo demás hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de Su fuerza.”
El verdadero conocimiento del poder de Dios lo tiene aquel que por fe se ha sanado de una enfermedad terminal, el paralítico que se ha levantado de su silla de ruedas y ha comenzado a caminar, el sordo de nacimiento que ahora puede oír, o el mudo que ahora puede hablar.
Tal vez este no sea tu caso, pero en cualquier condición y situación que estés enfrentando, tú que me estás escuchando, a ti te digo fortalécete en el Señor y en el poder de Su fuerza.
El poder y la fortaleza para vencer toda adversidad no viene de nada que podamos ver con nuestros ojos físicos, sino que viene de las profundidades de nuestro ser, de esa parte que no se ve y que solo encontramos cuando entramos en el silencio; porque todo poder nace en el Silencio. “Estad quietos y conoced que yo soy Dios.” (Salmo 46:10)
Pues escrito está: “Porque así dijo Jehová, el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y confianza será vuestra fortaleza.” (Isaías 30:15)
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces. ¡Amén!
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publicado a la(s) 6 sept 2014, 20:03 por Centro de Cristianismo Práctico
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actualizado el 6 sept 2014, 20:08
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10 de agosto del 2014
Centro de Cristianismo Práctico
Calma la Tempestad
“Y se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.” (Mateo 8:24)
Jesús había pasado todo el día realizando un sin número de sanaciones: sanó a un leproso, al siervo del centurión, la suegra de Pedro y a muchos endemoniados y caía la noche.
Entonces Jesús las dijo a Sus discípulos: “–Pasemos al otro lado” (Marcos 4:35), y así se hizo; Jesús y sus discípulos montados en una barca se dirigieron rumbo al lado oriental del Mar de Galilea. Jesús estaba durmiendo cuando “se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba (hundía).” (Marcos 4:37)
Entonces los discípulos llenos de temor pensando que iban a morir ahogados despertaron a Jesús y “entonces levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.” (Mateo 8:26)
Si bien es cierto que de tiempo en tiempo se desatan tempestades en el mar, no es menos cierto que en nuestras vidas también se desatan todo tipo de tempestades, especialmente en nuestras relaciones interpersonales.
Cuando fueron a arrestar a Jesús, Él mantuvo la calma; y cuando lo crucificaron, Él también se mantuvo en calma.
¿No nos enseñan estos acontecimientos en la vida de Jesús algo acerca de cómo debemos enfrentar las tempestades que se desatan en nuestras vidas?
Intuitivamente todos sabemos que ante una amenaza nos conviene mantener la calma; para poder pensar con claridad las acciones que debemos tomar y los pasos que debemos dar.
Sin embargo, a muchos se les agitan los ánimos de manera tal que pierden los estribos y cometen todo tipo de imprudencias. Los pensamientos pasan por la mente sin ningún tipo de control, el miedo los paraliza. El nivel de ansiedad sube, los latidos del corazón se aceleran, aumenta la presión sanguínea y de buenas a primera nos encontramos postrados en una cama o en la sala de emergencia de algún hospital.
Volviendo a la historia de la barca, cuando los discípulos temerosos le pidieron a Jesús que los salvara, “Él les dijo: – ¿Por qué teméis hombre de poca fe?”
Nota que Jesús utilizó la frase “… hombres de poca fe”; porque los grandes desafíos y las grandes tempestades que llegan a nuestras vidas siempre tienen la capacidad de asustarnos y llenarnos de miedo, y el miedo siempre es falta de fe.
Por esta razón lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos es procurar vivir la vida sencilla, que no es otra cosa que vivir una vida centrada en Dios. Es dedicar tu vida a desarrollar la fe en Dios, porque para el que tiene fe, todo le es posible.
Los desafíos vendrán y las tempestades también; pero no te dejes impresionar por lo que ocurre allá afuera. Tienes la libertad de ir a tu propio centro en donde encontrarás quietud, silencio y paz. Y es solo permaneciendo en esa atmósfera que puedes encontrar el pode de Dios para decirle al desafío o a la tempestad: “–¡calla, enmudece!”(Marcos 4:39)
Háblale a los eventos que ocurren en tu vida con autoridad. Di las palabras: “calla, aquiétate, enmudece.”
Hay ciertas situaciones en la vida que nos causan mucha ansiedad y temor. Piensa por un momento cómo te sentirías si de repente el cañón de un revolver tocando tu sien, o sintiendo el filo de un cuchillo en tu garganta.
El fracaso en algún proyecto, o la pérdida de un ser querido, la falta de dinero para cumplir con tus obligaciones, o la misma muerte pueden ser tempestades devastadoras para muchas personas.
El sufrimiento, la depresión que estas condiciones pueden causarnos están a flor de piel. Y muchas veces tenemos que pasar por ese infierno para quemar y destruir esos estados de conciencia. Cada día tenemos que edificar más nuestra fe en Dios.
“Tened fe en Dios.” (Marcos 11:22) y no dudes en tu corazón; porque para Dios todo es posible.
Joan Manuel Serrat escribió una canción que dice que “se hace camino al andar”. Y ciertamente nuestra vida es así. El camino de nuestra vida lo vamos haciendo todos los días al levantarnos y comenzar con nuestros quehaceres cotidianos.
Y tarde o temprano tenemos que aprender a caminar por fe. Recuerdo que después de haber trabajado un par de años en mi profesión de ingeniero quise hacer la maestría en Administración de Empresas (MBA). Me inscribí en la Escuela Graduada de Administración de Empresas de la Universidad de Puerto Rico y comencé a tomar materias.
Asistía a la Universidad en las noches; y luego de haber cursado varios semestres tenía varias materias incompletas. Las cosas no marchaban bien y no me sentía a gusto. Entonces decidí solicitar en los Estados Unidos dispuesto a comenzar de nuevo, y a hacer un nuevo camino.
Fui aceptado en una Universidad y me fui a estudiar a tiempo completo. Pero había un pequeño detalle, y era que tenía el dinero justo para cubrir el 75% de los gastos del primer semestre y el programa tenía una duración de dos años, esto es, cuatro semestres de estudio.
Pero aun así, me fui y comencé a estudiar; hice lo que tenía que hacer. Solicité un préstamo, pero no tenía la garantía de que me lo fueran a dar. Viví día a día y me centré en lo que tenía que hacer, estudiar y entregar los trabajos y tareas a tiempo. No tuve ningún tipo de miedo y el tiempo seguía corriendo.
Continué centrado sin desviar mi atención de mis estudios. Justamente cuando mi dinero se estaba terminando recibí una llamada de la oficina de asistencia económica para informarme que el préstamo había sido aprobado y que pasara al día siguiente por la oficina para buscar el dinero.
No pasó una semana cuando recibí otra llamada del departamento de Administración de Empresas informándome que se me había otorgado una beca que cubriría el resto de mis estudios.
Tened fe en Dios. Ante la tempestad, ¡levántate! Habla la palabra y haz lo que tienes que hacer sin dudar porque para Dios no hay nada imposible.
Tú que estás ahí sentado escuchando este mensaje, sabes que en esta comunidad espiritual hemos hecho camino al andar. Hemos mantenido la fe y hoy estamos donde estamos gracias al poder de Dios.
¿Qué si ha habido tempestades en el trayecto? Claro que sí. Las hemos tenido y las tenemos. Pero tenemos que seguir adelante sin dudar con fe en Dios.
¿Hemos cumplido con nuestra misión y visión? ¿Hemos educado espiritualmente a nuestros congregantes? ¿Los hemos amado? ¿Hemos orado por cada uno de los que han depositado sus peticiones de oración en el cofre? ¿Hemos transformado y renovado vidas?
En mi humilde opinión hemos cumplido con todo eso y seguimos trabajando en esa dirección. Y puedo tener la seguridad de que Dios está consciente de que eso es así. Por esto es importante seguir adelante expandiendo estas enseñanzas a un número cada vez mayor de personas; porque no solo son necesarias sino que también enriquecen la vida de aquellos que las practican.
Ya es hora de que empieces a caminar con y por fe. Comienza a hacer camino al andar y ante el primer obstáculo haz como hizo David, lanza la piedra en el nombre de Jehová. Y declara que la batalla es de Jehová.
Cuando hayas decidido seguir a Dios en todos tus caminos y a hacer Su voluntad sabrás que el fracaso es imposible; que todas las cosas le van bien a los que aman a Dios.
Tienes que estar convencido de esta gran verdad, y tienes que apropiártela hasta que te llegue al tuétano de tus huesos.
Procura descubrir el propósito divino que te ha colocado en este planeta y cumple tu misión porque es lo mejor que puedes hacer por ti mismo. Comienza a moverte en la dirección de tus sueños.
Ora pero que tu oración sea afirmativa, ora con fe porque esa es la verdadera oración.
Afirma diariamente: Confío en el poder de Dios, rehúso estar ansioso por el mañana, sé que Dios provee el cumplimiento perfecto de Sus deseos de bienestar, salud y prosperidad para mi vida. No hay nada que temer.
Continúa orando y afirmando hasta que se convierta en un hábito mental.
No te olvides de usar cuando sea necesario el poder de la no-resistencia, recuerda cómo Jesús lo usó y venció todo tipo de adversidades.
Hay un poema escrito por Lao Tzu un antiguo contemporáneo de Confucio, aproximadamente 500 años antes de la era contemporánea que dice:
Los hombres nacen suaves y flexibles;
cuando mueren están rígidos y tiesos.
Las plantas nacen tiernas y dóciles,
al morir son frágiles y secas.
Así, quienquiera que es rígido e inflexible,
es un discípulo de la muerte.
Quien es suave y flexible,
es un discípulo de la vida.
Ante los vientos huracanados y tempestades de la vida sé como el bambú, que siendo flexible cede sin quebrarse. Pero mantén la fe para que ante la tempestad puedas hablar la palabra con autoridad y decir: ¡calla, enmudece!
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces. ¡Amén!
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publicado a la(s) 18 ago 2014, 9:32 por Centro de Cristianismo Práctico
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actualizado el 18 ago 2014, 10:36
]
3 de agosto del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
El
Poder de la No-Resistencia
“Pero yo os
digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que quiera ponerte a pleito y
quitarte la túnica, déjale también la capa; a cualquiera que te obligue a
llevar carga por una milla, ve con él dos.”
(Mateo 5:38-41)
Las personas que escucharon estas palabras de
Jesús en el Sermón del Monte quedaron boquiabiertas admirando Su doctrina. Pues
hasta ese momento el principio que predominaba era “Ojo por ojo y diente por
diente.” (Mateo 5:38)
Y aunque este principio “sirvió para frenar las
contiendas causadas por venganzas desproporcionadas y sangrientas” limitando el
castigo a una pena correspondiente a la ofensa, era necesario eliminar de raíz
la causa de la venganza.
¿Por qué nos vengamos? Nos vengamos, porque
sentimos que hemos sido humillados y nuestro ego se ha herido. Porque pensamos
que nuestra persona ha sido asaltada, maltratada, abusada, y ultrajada.
La tercera Ley de Newton dice: Para cada fuerza
de acción hay una fuerza de reacción de igual magnitud y en dirección opuesta.
Esta ley se cumple para todas las fuerzas en la naturaleza.
Por estas razones resistimos, y al resistir nos
oponemos con fuerza a algo o alguien. Y ustedes saben que cuando dos fuerzas de
igual magnitud actúan en direcciones opuestas hay un impasse, esto es un punto
muerto donde no hay salida. Y donde no hay salida no hay progreso.
Pero, muchas veces resistimos y buscamos
reaccionar con una fuerza mayor buscando venganza y predominio sobre el sujeto u objeto que nos ha ofendido.
Entonces caemos en una cadena de acciones y
reacciones donde tampoco existe una salida. Nuevamente hay estancamiento y el estancamiento
es muerte.
Cuando hay un desacuerdo hay oposición y la
tendencia común es tratar de buscar vencer al adversario. Pero los problemas no
se pueden resolver en el mismo nivel donde surgió el conflicto. Tenemos que ir
al próximo nivel.
Por ejemplo, los pueblos van a la guerra para
tratar de resolver conflictos y desacuerdos, pero todos aquí sabemos que aunque
uno gane y otro pierda la paz que se produce no es duradera. Eventualmente se
revelarán aquellos que fueron derrotados.
Jesús conocía todo esto y sabía que la única
salida para solucionar conflictos era la ley de la no-resistencia. Hay un dicho
muy popular que dice que para discutir se necesitan dos. Y esto es una gran
verdad.
Piénsalo bien, en toda discusión siempre hay un
punto de desacuerdo, y en el momento en que dejamos de contender sobre ese
punto ya no hay discusión. Por esto, es importante establecer acuerdos en todo
tipo de relación.
Recientemente, tuve una experiencia con una
persona que se me acercó para relatarme un problema que había tenido con su
esposo que estaba afectando su matrimonio.
Esta pareja tiene una hija de dos años que es
locura con su padre. Tal es así que ella nunca le ha dicho a su padre, papi,
siempre lo llama ‘mi amor.’ A su madre le dice ‘mami.’ Resulta que él estaba
buscando su residencia en los Estados Unidos y decidió irse a vivir al Bronx.
Tuvo que dejar un buen trabajo de índole
administrativo para irse a vivir a los Estados Unidos. Luego de tres meses y
cansado de buscar trabajo volvió al país. Y desde entonces ha estado sin
trabajo y lleva casi un año en esta condición.
Me cuenta su esposa que él bebe los fines de
semana y que cuando bebe le sale otra persona. En una ocasión ella me comentó
que él mismo le avisó que se estaba sintiendo que era otro y que se saliera de
su vista.
La esposa, que es cristiana, logró que su esposo
se entregara a Jesucristo dando un paso al frente cuando se hizo este llamado
en su congregación. Y todo iba aparentemente mejorando hasta que de repente
todo comenzó marcha atrás al punto que estaba tomando alcohol ya no solo los
fines de semana sino que los jueves también.
Entre sollozos y lágrimas me confesó que ella la
situación había llegado a tal punto le pidió que se fuera de la casa.
Y ella en su desesperación la noche anterior le
cuestionaba a Dios el por qué esto estaba ocurriendo si él había entregado su
vida al Señor. Por qué las cosas iban para atrás en vez de ir hacia delante.
Desde mi humilde punto de vista le expliqué el
fenómeno de quimificación. Le dije que lo que estaba ocurriendo era que había
un choque, una guerra entre la verdad y el error.
Le expliqué que la mente es la casa de nuestra
conciencia y ahí moran muchos pensamientos de error. Y cada pensamiento tiene
su propio ego y que cuando un pensamiento de verdad entra a morar en la misma
casa, el pensamiento de error que tanto tiempo ha vivido allí protesta. Puede
hasta preguntar ¿qué hace este extraño en mi casa? O ¿quién está invadiendo mi
privacidad? Ahí comienza el conflicto y la guerra comienza.
Y los
efectos de esta guerra se sienten en el cuerpo y en la vida de la persona.
Entonces le recordé que ella era la administradora del hogar y a ella le
correspondía poner las cosas en orden nuevamente. Le expliqué que no era justo
que después de que ambos habían hecho votos de mantenerse unidos en las buenas
y en las malas que ahora ella lo votara de la casa.
Entonces le expliqué la importancia de
establecer acuerdos en la relación y de comprometerse a respetar esos acuerdos.
Le expliqué que cuando existe un conflicto en el hogar ambos necesitan cambiar.
Mientras una de las partes se mantenga pensando que el problema es la otra,
existirá un impasse.
Le dije que en vez de ella decirle a él que
tiene que cambiar, que diga mejor: tenemos que cambiar. Entonces le expliqué
que los problemas no se pueden resolver en el mismo nivel que se crearon.
Que era necesario que ella subiera al próximo
nivel y desde arriba viera qué estaba faltando en la relación para proveerlo
inmediatamente. Y aunque no se lo dije expresamente, el mensaje era que ella
necesitaba irradiar más amor y tolerancia.
Como cristiana que es, le recordé que la lucha
que Jacob sostuvo con el Ángel no se resolvió mientras ellos se mantuvieron
luchando al mismo nivel. Pero que se resolvió cuando el Ángel subió al próximo
nivel y le dio una bendición a Jacob.
Esta es la ley de la no-resistencia. Cuando el
Ángel dejó de resistir cesó toda la contienda y tanto el Ángel como el mismo
Jacob subieron al próximo nivel.
Y cada vez que soltamos las contiendas y no-resistimos
podemos dar una bendición y en ese mismo momento transformar toda la situación.
La reacción a los conflictos no es la venganza es la no-resistencia y con ésta
una bendición a la situación.
De esta lucha que sostuvo Jacob con el ángel
“salió transformado en un hombre nuevo, con un nuevo nombre; ya no será más
Jacob, el suplantador de su hermano, sino Israel, el padre de las doce tribus.
Así tú y yo somos transformados cuando soltamos
las peleas y los conflictos. Pues a cualquiera “que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que
quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; a
cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.”
Butterworth nos dice: “El mandato de volver la
otra mejilla ha sido malentendido. Ciertamente no significa que debemos
convertirnos en alfombra para ser pisoteados, o invitar más agresiones. [Jesús]
nos está diciendo que si nos encontramos mortificados por lo que otra persona
nos ha hecho… reaccionar a ello desde ese mismo estado de mente [desde el mismo
nivel] solo complica nuestro problema interno. Jesús dice: “Vuélvete al otro
lado de tu naturaleza. Tú eres tanto humano como divino. Hay eso en ti que
nunca puede ser lastimado, que está siempre equilibrado y en paz… en ese estado
de conciencia más divino [o desde tu propia divinidad] la herida se sana, la
influencia de la otra persona sobre ti es anulada, y tú te conviertes en una
influencia sanadora sobre ella.”
Cuando te encuentres en medio de un conflicto,
puedes afirmar en silencio, “el perfecto plan de Dios se desenvuelve en esta
situación estableciendo el bien para todas las personas envueltas.”
En cuanto
a ir la segunda milla, Jesús sabía que los soldados romanos tenían derecho a
“obligar a las gentes subyugadas a cargar sus bultos por una milla.” Jesús
sabía que a nadie le gustaba hacer esto y que cuando lo hacían lo hacían en
contra de su voluntad con una gran resistencia interna. Y cuando hacemos las
cosas de esta manera o de la manera que se nos exige, y no más, somos esclavos.
Añade Butterworth, “Esto es cierto, ya sea
cumpliendo el capricho de un jefe exigente o cumpliendo las leyes del país.
Viajar la primera milla te proporciona un cheque de pago, la sonrisa forzada,
las gracias obligadas y la existencia aburrida. Esto es todo que se espera de
alguien. Pero si quieres que una vida rutinaria se convierta en una vida plena,
tienes que dar más.
“Cuando caminas la segunda milla – das más a tu
trabajo, eres más que considerado y bondadoso con la gente, te conviertes en
dador alegre y recibidor grato, de pronto la vida adquiere un nuevo
significado. En la segunda milla encuentras felicidad, verdaderos amigos,
satisfacción genuina en vivir y probablemente un cheque de pago superior
también. Alguien ha dicho: “Si quieres progresar en tu trabajo, empieza a
imponerte a tu jefe haciendo más de lo que se te pide.”
La vida nos trae exigencias todos los días nos
obliga a caminar la primera milla y muchos de nosotros la caminamos con gran
resistencia. Tal vez la joven que me encontré necesitaba caminar la segunda
milla para resolver el conflicto. Y tú, ¿cómo estás
resolviendo los conflictos que se te presentan? ¿Estás poniendo la otra mejilla
y caminando la segunda milla?
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las
haces. Amén.
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publicado a la(s) 18 ago 2014, 9:24 por Centro de Cristianismo Práctico
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actualizado el 18 ago 2014, 9:25
]
20 de julio del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
Sal
de la esclavitud de la Pobreza
“Hay quienes
reparten y le es añadido más y hay quienes retienen más de lo justo y acaban en
la miseria. El alma generosa será prosperada: el que sacie a otros también él
será saciado” (Proverbios
11:24, 25)
“Obviamente, no puedes estar muy contento si
eres pobre, y no tienes que ser pobre. Es un pecado. La pobreza es un tipo de
infierno causado por la incapacidad del ser humano para ver el bien ilimitado
que Dios tiene para él. La pobreza es una experiencia sucia, incómoda, degradante
y desordenada. La pobreza en realidad es un tipo de enfermedad y [que] en sus
etapas agudas, parece ser un tipo de locura.
La pobreza llena las prisiones de ladrones y
asesinos. Conduce a hombres y mujeres a la bebida, a la prostitución, a la
drogadicción, y al suicidio. Lleva a niños potencialmente buenos, talentosos,
[e]inteligentes a la delincuencia y al crimen. Conduce a las personas a hacer
cosas que jamás hubiesen hecho…. Los resultados pecaminosos de la pobreza no
tienen límites. Esa es una de las razones por las cuales, como ministro, me he
sentido tan fuertemente guiada a hacer todo lo que pueda para ayudar a las
personas a aprender cómo erradicar el pecado de la pobreza de sus vidas.” - Catherine Ponder,
The Dynamic Laws of Prosperity Revised 1985, p.11
Ciertamente la pobreza es un problema social y
por esta razón muchos gobiernos trabajan de lleno y dedican muchos recursos en
la guerra en contra de la pobreza. Sin embargo yo pienso que debemos cambiar en
enfoque al problema de la pobreza y en vez de estar luchando en contra de la
pobreza debemos estar educando para la abundancia.
Hasta el momento el sistema educativo no ha
contemplado tales posibilidades. Pero podemos dar un gran paso si revisamos los
currículos y añadimos cursos de prosperidad y abundancia en todo el sistema
educativo de la nación.
De la misma manera que estamos preparando a la
juventud a salir al mercado laboral técnicamente competentes debemos también
educarlos para que salgan espiritualmente competentes. Preparados para vivir
una vida feliz, saludable, próspera y exitosa.
Y una de las áreas en donde debemos educar a la
juventud es en el conocimiento de que no hay virtud en la pobreza, porque aparte
de ser una experiencia desafortunada y triste nadie quiere ser pobre y es nuestro
derecho de nacimiento ser ricos.
De hecho la prosperidad debe considerarse una
bendición espiritual. Y por esta razón podemos asegurar que dondequiera que
está el Espíritu de Dios hay libertad.
Es importante que entiendas que hablamos de
riqueza en un contexto espiritual. Eres rico en la medida que tienes abundancia
de bien en tu vida. Esto incluye vivir una vida plena, satisfactoria y
balanceada en donde experimentamos armonía y paz, salud, y abundancia en nuestro
mundo.
Vivir así es vivir fuera de la esclavitud de la
pobreza, es vivir en la libertad del Espíritu.
Muchos de nosotros nos quedamos perplejos cuando
leemos en el Evangelio de Marcos la historia de cuando Jesús fue ungido en
Betania.
Se relata que estando Jesús en Betania una mujer
vino a Él con un frasco de alabastro con perfume de nardo puro de mucho valor y
se lo derramó sobre Su cabeza.
Enseguida algunos se enojaron y preguntaron: “–
¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?, pues podía haberse vendido
por más de trescientos denarios y haberse dado a los pobres. (Marcos 14:4,5)
Para que tengan una idea del costo de este
perfume derramado sobre la cabeza del Nazareno, trescientos denarios equivalía
al salario de casi un año de trabajo de un jornalero ya que el denario era el
salario de un día de trabajo.
Al igual que los que estaban con Jesús tú
también podrías decir: ¡que desperdicio! Pudiera aprovecharse mejor si se vende
y se lo dan a la gente necesitada.
Pero la contestación de Jesús fue impactante.
“Jesús dijo: –Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. Siempre
tendréis a los pobres con vosotros y cuando queráis les podréis hacer bien;
pero a mí no siempre me tendréis.” (Marcos 14:6,7)
Jesús dio por sentado que íbamos a tener siempre
a los pobres pero que también significaba que teniéndolos teníamos una
oportunidad maravillosa delante de nosotros siempre para hacerles bien.
Si bien es cierto que a los pobres los tendremos
siempre también es cierto que la pobreza no es cuestión de falta de dinero, así
como la riqueza también no es cuestión de exceso de dinero.
La pobreza es un estado de conciencia, una
manera de pensar y de vivir y no solo “carencia de dinero o cosas.” La riqueza por igual es una manera de pensar y
de vivir y no solo un exceso de dinero y cosas materiales.
Dios te ha dado libertad de pensamiento, tú
eliges cómo vas a pensar, pues por tus pensamientos y tus palabras serás
liberado o serás esclavizado.
De modo que en tus manos está ser y sentirte
libre de las cadenas de la pobreza. Y si es cierto que hay libertad en el
Espíritu y que de Dios es la tierra y sus riquezas, no es menos cierto que Dios
no puede hacer más por ti que lo que puede hacer a través de ti.
En una ocasión le pregunté a una trabajadora
doméstica si ella se consideraba ser una persona pobre. Sin titubear me
contestó que ella era rica. Continuó diciendo que ella tenía su comida todos
los días y tenía su casa.
A mí me sorprendió sobremanera su contestación.
Realmente esa no era la contestación que yo estaba esperando. Aunque vive en un
barrio de la capital me dijo que tiene una casa de tres niveles, ella vive en
el segundo nivel y tiene alquilado el primer y tercer nivel.
Disfruta de tranquilidad, armonía y paz.
Suficiente todo esto para decir que vive una vida abundante. ¿No es así? Y si
una trabajadora que gana un sueldo humilde piensa así, cada uno de los que
estamos aquí no debe pensar menos que eso.
Las riquezas surgen del servicio a los demás y
la dación generosa nos prospera. Consciente o inconscientemente todos y cada
uno de nosotros somos los canales por medio de los cuales se manifiestan las
infinitas riquezas de Dios.
En la clase pasada del curso de Prosperidad que
estamos impartiendo los jueves estuvimos hablando sobre el diezmo. Todos
ustedes conocen la ley del diezmo pero no todos la practican.
Aunque Dios no nos obliga a nada creo que es
nuestro deber como buenos cristianos aportar a la expansión y al
fortalecimiento del ministerio de Dios en la tierra. Y la ley es que dando se
recibe.
Pero para dar libremente y alegremente como Dios
nos invita a dar tenemos que liberarnos de las cadenas del miedo y comenzar a
dar con liberalidad.
Hay quienes todavía aun después de conocer la
ley de dar piensan que dando se empobrecen más. Esto es error y es pecado. No
podemos seguir pensando así si deseamos liberarnos de la esclavitud del
pensamiento de carencia.
Una regla para alcanzar el éxito es dar el
máximo de tus talentos y habilidades. Y no es menos cierto que para aumentar
nuestras finanzas debemos dar el máximo para la obra de Dios aquí en la tierra.
Si nunca has diezmado, te invito a que pruebes
la ley, manteniendo en alto tu fe, da de tu aumento y de todo tus ingresos
aparta una parte para Dios. Y a medida que vayas haciendo esto sistemáticamente
te asombrarás de los cambios que van a ocurrir en tu vida.
Te puedo anticipar que cuando
adoptes la práctica de diezmar tendrás varias sorpresas:
Te sorprenderás cómo dando al ministerio de Dios
recibes bendiciones en todas las esferas de tu vida.
Te sorprenderás de la sabiduría y buen juicio
que adquieres en el manejo y uso sabio del restante 90% de sus ingresos. Te
convertirás en un administrador de los bienes de Dios.
Te sorprenderás, a medida que pasa el tiempo, de
la cantidad de dinero que has aportado y que sigues aportando al tesoro de
Dios.
Te sorprenderás como tu vida se establece en
orden divino cumpliendo con sus obligaciones financieras.
Se sorprenderás de la profundidad que alcanzará tu
conciencia de prosperidad al igual que tu vida espiritual.
Y te arrepentirás de no haber comenzado antes.
El dar sistemáticamente al ministerio de Dios te
libera de todo tipo de ataduras y especialmente de la pobreza. De Dios
recibimos libremente, y en agradecimiento debemos dar libremente.
Por esto: “Hay quienes reparten, y le es añadido
más; pues a cualquiera que tiene, se le dará y tendrá más, pero al que retiene,
aun lo que tiene le será quitado.” Dios te bendice hoy mañana y siempre.
¡Amén!
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publicado a la(s) 18 ago 2014, 9:22 por Centro de Cristianismo Práctico
[
actualizado el 18 ago 2014, 9:22
]
13 de julio del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
La
Palabra Liberadora
“Si vosotros
permanecéis en mi palabra… y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo
que queráis y os será hecho.” (Juan 8:31,
15:7)
Yo diría sin temor a equivocarme que cuando
escuchamos la frase “permanecer en la Palabra” nos viene a la mente cosas como
el estudio constante de la Biblia. Decimos que la Biblia es la Palabra de Dios.
Otros piensan en las enseñanzas del Maestro
Jesucristo como la Palabra de Dios. Y yo soy de los que piensan que en Jesús el
Cristo tenemos una revelación más directa de los propósitos divinos de Dios
respecto a Su familia humana.
Tú que me escuchas ahí sentado donde estás
podrías pensar, qué importancia tiene para mí el estudio de la Palabra. Podrías
preguntarte en lo más profundo de tu corazón si verdaderamente la Palabra de
Dios tiene poder para liberar.
Y ciertamente cuando estudiamos la Biblia vemos
como no solo el pueblo hebreo fue liberado de la esclavitud sino como la
palabra de Dios encarnada en Su Hijo Jesucristo nos libera del pecado.
Pues el mismo Jesús dijo: –De cierto, de cierto
os digo que todo aquel que practica el pecado, esclavo es del pecado. Y sabemos
que el pecado son conceptos y pensamientos de error.
Los estudiantes del curso de Prosperidad
aprendieron el pasado jueves que “debemos tratar el pecado como una
transgresión mental en vez de considerarlo una desviación moral” (Prosperidad
p. 126)
Y ciertamente a medida que estudiamos las
enseñanzas del Maestro Jesús vamos conociendo la Verdad que nos hace libres.
Por esto decimos que la Palabra de Dios es la Palabra Liberadora.
Seamos prácticos y realistas; todos los que
estamos aquí presentes no solo creemos en la muerte sino que sabemos que con
seguridad un día moriremos. ¿No es así?
Sin embargo, una de las cosas que nos dice el
Maestro Jesucristo es “De cierto, de cierto os digo que el que guarda mi
palabra nunca verá muerte.” (Juan 8:51)
Cuando Jesús hizo esta declaración a los judíos,
ellos no le creyeron y hoy día la mayoría
de los que están aquí y fuera de aquí tampoco la creen.
Y sabemos y reconocemos que es la Verdad expresada
y sin embargo no la creemos. Las Escrituras nos dan testimonio de como Jesús
venció la muerte y al tercer día resucitó. Las Escrituras nos dicen cómo Jesús
resucitó a Lázaro después de haber estado varios días en la tumba y con un
cuerpo en proceso de descomposición.
Escrito está que Jesús pronunció la Palabra
Liberadora cuando clamando a gran voz dijo: “– ¡Lázaro, ven fuera!” (Juan
11:43) “Y el que estaba muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas”
(Juan 11:44)
Y te pregunto yo a ti: ¿no es esto un testimonio
del poder de la Palabra para liberarnos aun de la misma muerte? ¿Qué situación
en tu vida te mantiene atado de manos y pies con vendas en tus ojos? A esa
situación afirma con fe la Palabra Liberadora. Di con firmeza: “Te desato y te
dejo ir. Vete de mí.”
Si te encuentras confundido y no sabes qué hacer
hazte la pregunta que liberó a Pablo del error para finalmente poder ver la
Verdad. Con un corazón receptivo di: –Señor, ¿qué quieres que yo haga? Repite
una y otra vez esta pregunta hasta que recibas la contestación de Dios.
Y cuando sientas libertad en tu corazón, un
mayor ánimo y amor al prójimo y un sentimiento de cumplimiento con el propósito
de Dios para tu vida sabrás que has recibido la contestación.
Sin oración ni meditación espiritual no puede
haber [el sentimiento y la seguridad] de libertad espiritual.” (LPR p.135)
Ten la
disposición de invertir “largas horas de comunión con Dios en el silencio” para
que puedas disfrutar de los beneficios que te trae la libertad espiritual. Es
un proceso y no viene de la noche a la mañana.
Y así es el conocimiento de la Verdad, un
proceso, algo que se va desenvolviendo continuamente en nosotros a medida que
vamos descubriendo la Verdad y conociendo la verdadera naturaleza de Dios.
La única manera de liberarnos del pecado es
mediante el conocimiento de la Verdad. Y la Verdad es que la muerte es error y
es el “postrer enemigo que será destruido” (1 Corintios 15:26)
Y el primer gran paso que tenemos que dar para
liberarnos de la muerte es considerar la vida eterna como una posibilidad real
para cada uno de nosotros. Sabemos que el pecado es muerte, pero también
sabemos que el pecado es error.
Y si el pecado es error y muerte entonces hay
error en la realidad de la muerte; y el primer gran paso que tienes que dar para
liberarte de la muerte es afirmar con firmeza: “–Yo soy la resurrección y la
vida; el que cree en mí aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que cree en mí
no morirá eternamente.” (Juan 11:25)
¿Crees esto? Esta pregunta se la hizo Jesús a
Marta la hermana de Lázaro, el que había muerto y Marta le dijo: –Yo sé que
resucitará en la resurrección, en el día final.” (Juan 11:24)
Sin embargo, vemos que eso no fue necesario ya
que Lázaro fue resucitado en aquel mismo día.
Así como la resurrección es liberación de la
muerte tú tienes que liberarte del error que te ha mantenido en cautiverio por
tantos años. Esa condición limitante tiene que disolverse para liberarte.
Un análisis profundo de tu situación en comunión
con Dios y en el Silencio te revelará lo que tienes que hacer para desatar la
causa que por tanto tiempo ha permanecido en tu mente manteniéndote
esclavizado. Esta causa no es otra cosa que un pensamiento de error ocupando un
lugar fijo en la mente consciente.
Afirma a gran voz: Día a día, paso a paso, soy liberado de toda atadura por medio del poder
de Dios que mora en mí. Afírmalo continuamente y verás el poder que se
desata en ti para liberarte.
Permite que estas palabras vayan delante de ti
todos los días y verás que no pasará mucho tiempo sin antes ver cómo se van
derribando las paredes de que te mantenían encerrado y separado de tu bien.
Día a día,
paso a paso, soy liberado de toda atadura por medio del poder de Dios que mora
en mí.
Esta es una gran afirmación apréndela de memoria y úsala todos los días.
“Si vosotros
permanecéis en mi palabra… y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo
que queráis y os será hecho.” (Juan
8:31,15:7)
Hay veces que tememos por la seguridad y el
bienestar de nuestros seres queridos y pasamos toda una vida buscando
protegerlos de todo posible mal que podamos imaginar.
Aunque esto que voy a decir pueda sonar doloroso
para muchos de ustedes, debo decirles que lo mejor que podemos hacer por ellos
y por nosotros es “–Desatadlo y dejadlo ir.” (Juan 11:44)
Desde el principio fuimos creados para ser
libres, ese fue el propósito la intención y el plan de Dios.
En la Palabra de Dios hay libertad y el ser
humano es la consumación de la Palabra de Dios. Y el espíritu de Dios que mora
en el ser humano contiene en sí todo lo que está contenido en la Palabra.
“Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré.”
(Hebreos10:16)
Dentro de nosotros está la sabiduría y el buen
juicio para vivir una vida libre y exitosa. Tú sabes y conoces intuitivamente
lo que es el bien para ti.
Pero deja que Dios se encargue de guiar a tus
seres queridos de la misma forma que Él te ha guiado a ti. Permite que Dios
pueda expresarse libremente a través de tus seres queridos permitiendo que
vivan la vida que Dios ha dispuesto para cada uno de ellos.
Desátalo de tu vida, y déjalo ir. Sabemos que en
lo humano podemos sufrir especialmente cuando vemos que caen en el error. Pero
cada cual tiene que vivir su vida y alcanzar su propia libertad espiritual.
Tú no puedes hacer esto por tus seres queridos,
cada cual tiene que hacerlo por sí mismo. Entonces ten cuidado de no
esclavizarte tratando de proteger demasiado a tus seres queridos, especialmente
a tus hijos.
Ora medita y ve al silencio diariamente. Ora por
el bienestar espiritual de aquellos que están muy cerca de tu corazón pero deja
que Dios se haga cargo y no interfieras en los planes de Dios
sobreprotegiéndolos y coartándoles su libertad.
En espíritu y en verdad no hay padres ni hijos
porque todos somos hijos de un mismo Padre, y si somos hijos de un mismo Padre,
hermanos somos todos.
Lo mejor que puedes hacer por tu hermano es
amarlo con amor eterno dejándolo libre así como Dios nos ama a cada uno de
nosotros con libertad y sin condiciones.
Entonces di la palabra
liberadora y afirma: Día a día, paso a
paso, soy liberado por medio del poder de Dios que mora en mí. ¡Dios te
bendice! |
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publicado a la(s) 7 jul 2014, 13:40 por Centro de Cristianismo Práctico
[
actualizado el 7 jul 2014, 13:40
]
6 de julio del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
Libertad
a los cautivos
“Porque el
Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad.” (2Corintios
3:17)
Una de las historias más conocida e interesante
del Antiguo Testamento es la historia de José y de Moisés. Detrás de estas
historias está el tema de la libertad.
Así como a toda noche oscura le sigue un bello
amanecer, después del cautiverio viene la libertad.
La historia de José es una bella historia de
cautiverio y libertad. José fue vendido a los egipcios (Gen. 45:5) y estuvo
también preso en la cárcel. “Pero Jehová estaba con José” (Gen. 40:21) y lo
prosperó en todo lo que hacía. Su extraordinaria habilidad administrativa y su
capacidad de interpretar sueños lo llevaron a convertirse en Primer Ministro de
Egipto. (Génesis 45:8).
Administró los bienes y la producción de
alimentos de forma tal que de todos los lugares venían a Egipto en busca de
alimento.
Hubo mucha hambre en la tierra y la familia de
José tuvo que ir a Egipto en busca de alimentos. Y liberó a su familia del
hambre que hubo en todos los países (Génesis 41:54) Porque allí donde está el
espíritu de Dios hay libertad.
Logró que su familia se estableciera en la
tierra de Gosén, una de las regiones más fértiles de Egipto, (Génesis 45:10
nota d) y allí se multiplicaron en gran manera y vivieron protegidos no solo
por José sino también por el Faraón.
Después de la muerte de José, pasaron muchos
años y “los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, llegaron a ser
numerosos y fuertes en extremo y se llenó de ellos la tierra.” (Éxodo 1:7)
Vino entonces un Faraón que no conocía a José y
éste le dijo a su pueblo: “«Mirad, el pueblo de los hijos de Israel es más
numeroso y fuerte que nosotros.»” (Éxodo 1:9) Y para evitar que se rebelaran
contra de ellos “los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza,
y amargaron su vida con dura servidumbre… en todo su servicio, al cual los
obligaban con rigor.” (Éxodo 1:13)
Entonces, “los hijos de Israel, que gemían a
causa de la servidumbre, clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos desde lo
profundo de su servidumbre.” (Éxodo 2:23) Después de ver la aflicción de Su
pueblo Jehová llamó a Moisés para que liberara al pueblo de la servidumbre y
del cautiverio egipcio.
Dijo Jehová: “Ven, por tanto, ahora, y te
enviaré al faraón para que saques de
Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel.” (Éxodo 3:10) Moisés tuvo muchas
adversidades pero finalmente logró sacar al pueblo del cautiverio egipcio;
porque dondequiera que permanezca el
Espíritu de Dios habrá libertad.
Y estas historias del pasado tienen un gran
significado hoy día en nuestras vidas. La moraleja es que Dios nos ha hecho
libres, pero nosotros mismos nos hemos esclavizado producto de maneras erróneas
de pensar, del miedo y del egoísmo y solo Dios puede liberarnos de tales
condiciones.
Entonces: ¿a qué condiciones estás atado?
El jueves pasado en el curso de Prosperidad que
estamos ofreciendo yo decía que existen muchos “gurús de prosperidad” que
cobran grandes cantidades de dinero por sus charlas y conferencias. Pero que al
final del día son conchas vacías porque su discurso se queda sin considerar que
el fundamento de toda prosperidad es el reconocimiento y la fe en Dios como la
Fuente Inagotable de todo lo que necesitamos.
Buscan liberarte del yugo de las deudas
vendiendo un producto que “promete” libertad, o se basan en un plan o una
fórmula que “promete” proveerte todo el oro que necesitas.
Cada vez que pienso en este tipo de charlas o
seminario me recuerdo de Aladino frotando su lámpara mágica para pedirle al
Genio la concesión de sus deseos. Una fabulosa historia de entretenimiento
infantil.
Pero la
vida no es así. El Genio que buscamos no necesariamente aparece ante nosotros
sino que está dentro de nosotros y puede conceder nuestros deseos en la medida
de nuestra fe.
Y el mayor deseo de Dios para cada uno de Sus
hijos es que sean libres y conozcan que en espíritu y en verdad Él nos creó
libres desde el principio.
Ahora bien, como he dicho anteriormente,
nosotros mismos nos hemos esclavizados producto del pensar erróneo. Por
ejemplo, hay mucha gente esclavizada por la pobreza.
Pensarás que le toca a los gobiernos crear
empleos para que una mayor cantidad de personas encuentren un modo de ganarse
la vida. Y tienes razón, pero dejar que solo el gobierno se encargue de esto
nunca solucionará la condición de pobreza. Jesús lo dijo: “… a los pobres
siempre los tendréis con vosotros.” (Juan 12:8)
El mejor antídoto contra la pobreza es la
creatividad. Identifica las necesidades de las personas que tienes a tu
alrededor y piensa en maneras creativas de satisfacer esas necesidades.
Algunas personas se hacen esclavos del dinero
pensando que en el futuro no habrá dinero o escaseará. Piensan que no serán
capaces de rendir un servicio al prójimo y para estas personas la ley se cumple
“porque cuales son sus pensamientos íntimos tal es él.” (Proverbios 23:7)
Hay personas que se hacen esclavos de la
enfermedad. Viven enfermos toda la vida, quejándose de su condición buscando
quién se haga cargo de ellos.
Este tipo de personas nunca gozarán de plena
libertad porque no han aprendido a hacerse responsables de su propia vida ni
tampoco han aprendido que la libertad de todo tipo de condición viene de Dios.
Desconocen que “donde está el Espíritu
del Señor allí hay libertad.”
Hay personas que son esclavos de la mentira y
viven mintiendo todo el tiempo, haciéndose pasar por lo que no son y engañando
a los demás. Dan falso testimonio de otras personas y de ellas mismas también, engañándose
a sí mismas creyéndose lo que no son.
Poco a poco se van quedando solos porque las
personas a su alrededor van perdiendo la confianza en ella y esas mismas
personas terminan perdiendo la confianza en sí mismas. Terminan creando
alrededor de ellos una telaraña de problemas y falsedades.
Hay
quienes son esclavos del miedo. Viven una vida de miedo, miedo a relaciones
afectivas por temor a sufrir un desengaño, miedo a emprender proyectos de
envergadura por temor al fracaso, miedo a perder sus empleos por temor a no
poder afrontar el pago de sus
obligaciones, miedo a la vejez por temor a quedar inútiles y miedo a la muerte
por temor a ir al infierno.
El remedio a esta condición es desarrollar la
confianza y la fe en Dios. Dios nos dice: “¡Esforzaos y cobrad ánimo! No temáis
ni tengáis miedo…, porque Jehová Dios es el que va contigo; no te dejará ni te
desamparará.” (Deuteronomio 31:6)
Todo aquel que pueda apropiarse de estas
palabras y llevarlas hasta el tuétano de sus huesos jamás tendrá miedo. Porque
estas palabras más que palabras son una gran promesa para lo que creen en el
poder de Dios obrando en sus vidas.
Hay quienes se esclavizan por los placeres
carnales. En todos los niveles sociales encontramos personas que son adictas a
relaciones sexuales ilícitas. Esto lo vemos todos los días, hasta en el clero.
Muchas de estas personas se sienten presas de
este tipo de adicción y otros han sentido el peso de la ley en su contra.
Eventualmente el alma desea y anhelan liberarse de esta condición. Aunque estas
personas están buscando satisfacción ignoran que lo que están buscando
realmente es a Dios. Solo Dios puede liberar porque donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad.”
Hay quienes son esclavos del alcohol y las
drogas. Cada día vemos cómo aumenta el consumo de estas sustancias y el tráfico
y consumo de las drogas ya ha llegado a las escuelas. Cada día hay más jóvenes
esclavos de las drogas y del alcohol.
Lo que hace falta es una educación cristiana en
el hogar como en las escuelas en donde cada día se practique la presencia de
Dios. Solo así lograremos libertad porque donde
está el Espíritu del Señor allí hay libertad.” Entonces, procura educarte
espiritualmente.
Existen personas que son esclavas de la
corrupción. Vemos agentes de la policía envueltos en actividades ilícitas y
corruptas. Empleados de gobierno buscando lucrarse ilícitamente.
Todo esto es error y nos confirma cada vez más
las palabras del Maestro Jesucristo cuando dijo: “–De cierto, de cierto os digo
que todo aquel que practica el pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:36) pues donde está el Espíritu del Señor allí hay
libertad.”
Hay quienes todavía no han aprendido a controlar
su lengua profiriendo toda clase de insultos, calumnias y maledicencias contra
los demás. A tales personas Jesús les dijo: “… por tus palabras serás condenado”.
(Mateo 12:37)
Las grandes batallas se llevan a cabo dentro de
nuestro ser y las grandes conquistas se logran también dentro de cada uno de
nosotros. Cada uno de nosotros debe
tomar la decisión de liberarse del cautiverio del error.
El que libera está dentro de ti y tuyo es el
privilegio de buscarlo. Búscalo y lo hallarás, toca Su puerta para que entres
en su reino porque donde está el Espíritu
del Señor allí hay libertad.”
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las
haces.
¡Amén!
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publicado a la(s) 25 jun 2014, 13:32 por Centro de Cristianismo Práctico
[
actualizado el 25 jun 2014, 13:32
]
22 de junio del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
El
Poder del Entusiasmo
“Yo soy el
pan de vida. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de
este pan vivirá para siempre…” (Juan 6:48,51)
Aprendimos que la palabra entusiasmo significa
“en Dios estamos.” Y cuando pienso en entusiasmo pienso en la energía de Dios
fluyendo a través de nosotros.
Visto desde este punto de vista el entusiasmo
procede de Dios, especialmente cuando se fundamenta sobre un pensamiento
positivo y verdadero.
Jesucristo era un verdadero entusiasta por la
vida; y lo digo porque solo una persona que siente entusiasmo por la vida puede
hacer de la manera que Él lo hizo expresiones como “Yo soy el pan de vida” o “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si
alguien come de este pan vivirá para siempre…”
Jesús hizo estas afirmaciones y muchas otras
porque vivía entusiasmado por lo que estaba haciendo. Vivió entusiasmado porque
“en Dios estuvo y vivió siempre.” Por medio de las obras que hizo Jesús vemos
el poder del entusiasmo en acción.
Ese mismo entusiasmo, que es energía de Dios
vive también en ti. Podrías protestar en este momento diciendo, “yo no tengo
entusiasmo”. “No existe nada en mi vida en este momento para sentirme
entusiasmado”. Y visto de esta manera puedes que tengas razón, pero una vez más
caes en el error que cometen la mayoría de las personas.
El hecho es que el entusiasmo no es algo que hay
que buscar allá afuera, sino algo que descubrir dentro de ti. Y lo descubres a
medida que entras en periodos frecuentes de oración, meditación y de silencio.
Y comienza a surgir en ti a medida que te acercas cada día más a Dios, a medida
que “vives en Dios.”
En Espíritu y en Verdad tú posees el poder del
entusiasmo, pues es una de esas doce facultades que Dios nos ha dado, pero de
ti depende avivarlo. Y una manera práctica de avivar el entusiasmo es lograr
que el amor fluya a través de ti.
Y el primer gran paso para avivar ese poder en
ti es comenzar todos los días amándote a ti mismo y valorándote por lo que
realmente eres; luego afirma: “amo la vida y tengo entusiasmo en todo lo que
hago en este nuevo día.”
Si comienzas cada día amándote a ti mismo,
amarás lo que hay dentro de ti, esto es, la Presencia de Dios y a tu prójimo
más cercano, el Cristo divino y viviente que mora en ti.
Aquí tienes un verdadero fundamento donde puedes
edificar una actitud positiva que te acompañe todo el día. Y cada día será una
oportunidad para expresar tu entusiasmo por la vida.
Emerson dijo: “Jamás lo grandioso se logró sin
entusiasmo.” Por esto digo que no ha habido persona más entusiasta en el mundo que
Jesucristo, pues nadie ha logrado hacer algo más grandioso que Él.
Pero también puedes pensar en personas que han
logrado grandes cosas y puedes concluir que han sido personas muy entusiastas
en lo que hacían. Por ejemplo, tenemos a Cristóbal Colón; un explorador
incansable, apasionado y entusiasta que anduvo por muchos caminos y cruzó más
de siete mares, descubridor de América.
Piensa en los payasos, cómo nos hacen reír y son
muy entusiastas con los niños. Observa el entusiasmo de los niños a medida que
van descubriendo su mundo.
Si no te sientes entusiasmado por lo que haces
te invito a que pienses sobre algún tipo de actividad que puedas llevar a cabo
de ayuda a la comunidad o a alguien. Esto le da sentido a tu vida y valor a lo
que haces.
Te aseguro que no pasará mucho tiempo cuando
empieces a sentir el entusiasmo en ti. Nuevamente, es el fluir de la energía vital
de Dios a través de ti.
Cuando interactúes con las personas proyecta
alegría y entusiasmo. Evita la preocupación, porque la preocupación tiene
efectos nocivos en tu cuerpo. Piensa cuando eras niño lo mucho que disfrutabas
todos los días.
Los atletas son modelos de entusiasmo, observa
cómo se desborda el entusiasmo en las competencias mundiales.
Dr. Robert Schuller nos ofrece unos pasos que
podemos dar para avivar el entusiasmo: piensa en posibilidades, vive las
posibilidades, comprométete, ten confianza en ti mismo, persevera, ten valor,
la paz esté contigo, y amorosamente perdona.
¿No es esto es un modelo a seguir para mantener
el entusiasmo? Yo pienso toda persona que es entusiasta sigue estos pasos al
pie de la letra.
Volvamos nuevamente a Jesús; Él comenzó su
ministerio diciendo: «¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado! » (Mateo 4:5)
Estaba claro en la mente de Jesús la posibilidad
de que el reino de los cielos podía establecerse aquí en la Tierra. No solo
pensó en esa posibilidad, sino que la vivió por medio de sus enseñanzas y demostraciones,
se comprometió cabalmente con su obra redentora, tuvo confianza en sí mismo y
en Su Padre, tuvo el valor del culminar Su Obra dando Su vida, fue un
pacificador, y amorosamente perdonó.
Jesús encaja perfectamente con el modelo de la
persona entusiasta que ofrece el Dr. Robert Schuller.
Jesús dijo: “Bienaventurados seréis cuando por
mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros,
mintiendo. » Gozaos y alegraos
porque vuestra recompensa es grande en los cielos…” (Mateo 5:11,12)
Como puedes ver, estas no son palabras de una
persona triste, frustrada, abatida, preocupada o depresiva. Todo lo contrario,
son palabras de un entusiasta por la vida y por lo que hace.
Puede ser que en esta etapa de tu vida estés
enfrentando una crisis. Tal vez estés pensando no tengo nada porque estar
entusiasmado. Te invito a que pruebes el poder del entusiasmo. Mañana por la
mañana comienza a hablar con entusiasmo a tu esposo o esposa o a quien tengas
alrededor y sigue hablando y actuando con entusiasmo con toda persona con la
que hagas contacto.
Pensarás que esto una locura pero si perseveras
se convertirá en una rutina y un hábito positivo. Recuerda y nunca lo olvides,
puedes producir entusiasmo si puedes comenzar a amar la vida.
Mira a tu alrededor, mira a las personas que te
rodean, cada una de ellas es una bendición para ti. Mira a la persona que
tienes a tu lado, esa persona es una bendición para ti, de alguna manera que
solo Dios sabe, ha llegado a tu vida para bendecirte y amarte también.
Piensa en cada uno de tus seres queridos, están
a tu lado para que los ames y para que le des gracias a Dios todos los días por
la bendición que ellos son en tu vida. ¡Cuánta riqueza! Y cuando hagas esto
hazlo con entusiasmo y verás cómo toda tu vida comienza a cambiar, y
particularmente como tú comienzas a ser cada día más entusiasta por la vida.
El Dr. Norman Vicent Peale nos ofrece cuatro
pasos para lograr una existencia más entusiasta.
El primer paso es: Busca lo bueno que hay en
ti. Esto es, deja de menospreciarte y de pensar en tus errores y fracasos
del pasado. Mírate como la persona competente y valiosa que realmente eres. Comienza
a sentirte bien contigo mismo.
El segundo paso es: elimina todo los
pensamientos de autocompasión. Comienza a pensar en lo bueno que has
logrado y no en lo que has perdido. Haz un inventario de todas las bendiciones
que Dios te ha dado.
Paso 3: Deja de pensar en ti mismo y busca a
una persona que te necesite. Olvídate de ti e involúcrate en asuntos y
causas. Desarrolla intereses apasionados dando tu tiempo y energía. Comienza a
pensar en las cosas positivas que puedes hacer ahora y sé constructivo y no
destructivo. Cada día te ofrece un nuevo comienzo y una nueva oportunidad.
Paso 4: Ve toda tribulación como un reto que
puede convertirse en un tesoro si lo enfocas con entusiasmo. El entusiasmo
es contagioso, apréndelo, vívelo y pásalo.
Cuando yo miro a esta comunidad espiritual los
veo a cada uno de ustedes con el poder del entusiasmo. Busco ver el potencial espiritual
que hay dentro de ustedes capaz de grandes realizaciones. En mis oraciones los
veo alertas, receptivos, felices, saludables, prósperos y entusiastas por la
vida.
Cada vez que finaliza un servicio dominical veo
la corriente del amor divino fluyendo a través de cada uno de ustedes a medida
que se saludan y se dan la paz.
Ciertamente esta es una comunidad vibrante, amorosa, próspera y entusiasta.
Reconozco que pueden estar pasando por retos en
sus vidas, pero confío en el poder que mora dentro de ustedes para convertir
esos retos en valiosos tesoros que al final del camino terminarán enriqueciendo
sus vidas con mayor sabiduría y fe.
Dr. Peale nos ofrece una fórmula de 11 pasos
para mantener el entusiasmo toda la vida. Orar en grande, pensar en grande,
creer en grande, actuar en grande, soñar en grande, trabajar en grande, dar en
grande, perdonar en grande, amar en grande, ser en grande y reír en grande. http://grooveshark.com/#!/album/Pensamiento+Positivo+Vol+1/4709092
Y recuerden, el entusiasmo es contagioso. Apréndelo,
vívelo y pásalo.
Dios te bendice.
¡Amén!
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publicado a la(s) 25 jun 2014, 13:31 por Centro de Cristianismo Práctico
[
actualizado el 25 jun 2014, 13:31
]
15 de junio del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
Entusiasmo,
clave para el éxito
“Al vencedor
le daré de comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios”. (Apocalipsis
2:7)
Cuando hablamos acerca de alguien que ha
alcanzado el éxito, generalmente hablamos de los obstáculos que tuvo que vencer
para lograr alcanzar su meta.
Y cuando estudiamos a las personas que han
alcanzado el éxito vemos que se han acogido a una norma de vida. También
observamos que estas personas estaban comprometidas con lo que hacían.
Una de las mejores definiciones de éxito que he
escuchado es la siguiente: “El éxito es la realización progresiva de una meta
noble.” La mayoría de las personas piensan que el éxito se adquiere cuando
alcanzamos la meta.
Pero por esta definición encontramos que
cualquiera que esté en curso hacia el logro de su meta es exitoso aquí y ahora.
Jesús como Hijo y Emisario de Dios vino a salvar
al mundo. El comenzó Su ministerio con las siguientes palabras: «“¡Arrepentíos,
porque el reino de los cielos se ha acercado!»” (Mateo 4:17)
Cuando leo estas palabras, puedo sentir el gran
entusiasmo que tenía Jesús cuando comenzó con Su ministerio. Jesús nos dejó un
plan de salvación, pero ese plan todavía no se ha culminado y sigue en progreso
desenvolviéndose cada día más. Sin embargo, por el mero hecho de que su plan no
se haya culminado todavía en la familia humana no nos da el derecho a decir que
Jesús no tuvo éxito.
Ahora bien, para tener éxito tenemos que tener
metas. Y estas metas deben estar bien definidas. Y las buenas nuevas es que
somos exitosos en la medida que vamos en el camino de la realización de
nuestras metas.
Esta es una buena manera de ver el éxito, esto
es acompañándonos todo el camino. Alguien ha dicho: “el viaje es mucho mejor que
la llegada”.
Tú que estás sentado ahí escuchando este mensaje
tal vez te sientas fracasado, o podrías estar pensando que no has tenido éxito
en la vida.
Pues tengo noticias para ti. La mayoría de la
gente mide el éxito de una persona en función del dinero que esta persona tiene
o ha acumulado. Hoy te voy a hacer una fuerte advertencia, no caigas en ese
error, el éxito no se mide de esa manera, es una manera errónea y pecaminosa, y
al final del día nos trae más problemas y menos armonía y paz mental.
El éxito
se mide en función de nuestro arrepentimiento, esto es, en función de cómo nos
vamos ajustando a una nueva norma de vida superior.
Hay una cita que dice: “Nadie se enriquece sin
enriquecer a los demás.” Cuando yo pienso en Jesucristo, pienso en los fabulosos
obstáculos que tuvo que vencer cuando estuvo aquí en la Tierra en carne y hueso
con nosotros. Pero no hay duda alguna que Jesús vino a enriquecer nuestras
vidas, y esa meta sigue realizándose hasta el día de hoy.
Toda persona que practica diariamente las
enseñanzas de Jesús, habla refiriéndose a su propia vida, de un ‘antes’ y un
‘después’. Por eso pienso que todavía no existe persona alguna que haya
superado el éxito que Jesús alcanzó y que continúa alcanzando.
Y si bien es cierto que nadie se enriquece sin
enriquecer a los demás no es menos cierto que Jesús se sigue enriqueciendo cada
vez más en su servicio viviente a toda la familia humana.
Recientemente tuve una conversación telefónica
con mi hija, y me relató su experiencia al dirigir una meditación a un grupo de
ancianos. Comenzó pidiendo que hicieran una respiración profunda y luego les
dijo que iban a hacer un viaje y que seleccionaran a su guía.
Después
que terminó la meditación ella comenzó con su musicoterapia pero observó que
varias personas en el grupo comentaban entre sí hasta que escuchó que muchos de
ellos habían visto a Jesús guiándolos por el camino.
Este es un ejemplo claro de que Jesús continúa
su trabajo de enriquecer nuestras vidas aún desde el plano espiritual en donde
se encuentra.
Cristo Jesús también está esperando que tú le
des una oportunidad de enriquecer tu vida. Él usó la Ley Divina como su norma
de vida; y para que tú puedas tener un verdadero éxito en tu vida debes seguir
esta norma de vida.
Y esta norma de vida requiere la aplicación
sería de la ley de Dios. Te toca a ti y a mí cumplir con la ley de Dios, de la
misma manera que Jesús el Cristo cumplió con la Ley.
Y así
como Él venció todo tipo de obstáculos a ti y a mí nos toca vencer grandes
obstáculos. Pero nuestro mayor obstáculo no es el enemigo, o el adversario,
somos nosotros mismos.
Tenemos que levantarnos por encima de la pereza,
la apatía, y la indiferencia con entusiasmo por la vida y dispuestos a hacer la
diferencia.
En el curso de Prosperidad que estamos
ofreciendo se dijo al principio que se establecieran una meta para alcanzar
durante la duración del curso. Esto es una meta a la vez, esto es importante.
Y en este punto es donde la mayoría de la gente
sin darse cuenta comenten su error. No se concentran en una meta
suficientemente hasta alcanzarla, sino que toman otro rumbo, luego otro camino
terminando en una total confusión sin haber logrado nada.
Hace mucho tiempo vivían frente a mi casa una
familia cubana. Estos llegaron de Cuba resultado de la emigración que hubo
cuando Castro llegó al poder. Ellos vivían alquilados por que no tenían el
dinero para comprar una casa. Sin embargo ellos se establecieron una meta. La
meta era comprar una Farmacia.
La esposa consiguió trabajar en una farmacia,
porque tenía experiencia en esta rama. En Cuba ella había sido farmacéutica,
pero para ejercer su profesión en Puerto Rico tenía que irse a la Universidad
cursar estudios universitarios de Farmacia y luego pasar la reválida. Esto
significaba para ella comenzar de nuevo ya que se requerían cuatro años de
estudio.
En este punto ellos pudieron haberse dado por
vencido; ya que volver a la universidad a estudiar 4 largos años eran un gran
obstáculo no solo de tiempo y esfuerzo sino también económico. Todo lo
contrario, la meta se mantenía, y ambos se mantuvieron firmes; ella iba de
noche a tomar sus clases en la universidad.
El esposo, Don Ramón continuó trabajando
disciplinadamente durante este tiempo. Llegó el tiempo cuando su esposa, Doña
Norma, se graduó de farmacia, pero con altos honores. Ella continuaba
trabajando en la farmacia que la contrató originalmente. Pero ahora ella les
ofrecía un valor añadido, y era el hecho de que ella era farmacéutica porque
pudo pasar exitosamente el examen de reválida. Los primeros y mayores
obstáculos quedaban atrás. Ahora todo era cuestión de tiempo y dinero.
Yo estaba acostumbrado a ver a Don Ramón salir
por las mañanas a su trabajo y a verlo regresar por las tardes. Pero de momento
deje de verlo regresar por las tardes. Note que por las mañanas el regresaba y
salía de nuevo con los niños y Doña Norma. Me enteré que Don Ramón había tomado
un segundo trabajo y trabajaba en las noches también. Cómo lo hacía no me
pregunten pero pienso que la fortaleza vino del compromiso y la determinación
de lograr su meta.
Yo sabía que ya ellos estaban buscando una
farmacia para comprar, y no pasó mucho tiempo cuando los dueños de la farmacia
donde ella trabajaba se la ofrecieron en venta porque ya se querían retirar.
Ellos se habían preparado para dar este paso y compraron la farmacia.
Don Ramón continuó un tiempo más en sus dos
trabajos pero dejó uno de ellos para ayudar a su esposa en la farmacia y
eventualmente se dedicó por completo a trabajar en la farmacia.
No pasó mucho tiempo cuando lograron comprar su
casa propia en una urbanización mucho más exclusiva y cuando vino el tiempo de
costear los estudios universitarios de sus hijos lo hicieron con el fruto de lo
que producía la farmacia. Tenían dos hijos, la hija estudió farmacia y el hijo
estudió ingeniería.
Su meta fue una meta digna, porque a través de
la farmacia ellos pudieron servirle a un número creciente de personas,
supliéndoles los medicamentos a sus clientes, que más que clientes eran sus
amigos.
Si ellos, inmigrantes cubanos que llegaron a un
país desconocido, sin dinero, pudieron lograr su meta, tú que vives en un país
que conoces puedes lograr mucho más que eso. Pero tienes que demostrar
compromiso, determinación, fe y entusiasmo para lograr tu meta. Suficiente para
hablar del poder de una meta a la vez.
Hoy yo te invito a que te establezcas una meta
que sea de naturaleza espiritual. Puedes ponerte como meta perdonar a todos
aquellos que te han ofendido, o puede ser confiar plenamente en Dios, o lograr tu propia salvación. Estas son grandes metas y los
obstáculos no necesariamente están allá afuera, todos están dentro de tu propio
ser. Pero hay una gran promesa para todos aquellos que puedan vencer.
Recuerda que el éxito es la realización
progresiva de metas nobles, metas honrosas y estimables. De modo que es
importante comenzar con una a la vez, recordando que el “viaje es muchas veces
mejor que la llegada”; estoy seguro que Don Ramón y Doña Norma estarán de
acuerdo con esto.
Y hay una promesa para ti y para mí: “Al vencedor le daré
de comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios”. Y
este árbol es la vida abundante, omnipresente y eterna de Dios dentro de ti y
de mí.
¡Dios te bendice si sabiendo estas cosas las
haces!
¡Amén!
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publicado a la(s) 25 jun 2014, 13:29 por Centro de Cristianismo Práctico
[
actualizado el 25 jun 2014, 13:29
]
8 de junio del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
Prosperando
con Gozo y Entusiasmo
“Bienaventurados
los que oyen la palabra de Dios y la obedecen”. (Lucas 11:28)
En Pentecostés vemos como estando “unánimemente
juntos” los apóstoles “fueron llenos del Espíritu Santo” y predicaban con gran
gozo y entusiasmo.
El libro de Los Hechos de los Apóstoles relatan
la vida de los primeros cristianos. Se dice que “tenían en común todas las
cosas” (Hechos 2:44) y la iglesia crecía cada vez más.
En el curso de Prosperidad que estamos dando el
jueves pasado decíamos que el fundamento de la prosperidad es Dios. Y decíamos
esto porque muchos creen que el fundamento de la prosperidad es el dinero.
Tenemos que establecer claramente esta
diferencia. Porque cuando hablamos de prosperidad tenemos que situarnos dentro
de un ámbito o dominio espiritual donde Dios es fuente proveedora de todas las
necesidades del alma.
Cuando el ser humano se desconecta de su fuente
primaria, esto es, de Dios el alma sufre toda tipo de limitaciones. Los ojos
del alma ven a través de nuestros ojos físicos y caemos en el engaño de los
sentidos.
Cuando nos desconectamos de la Fuente primaria,
Dios, comenzamos a sufrir todo tipo de carencia. En el salmo 34:10 encontramos
las siguientes palabras: …”los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún
bien.”
Esta es una gran Verdad y a la vez una gran definición
de la palabra prosperidad. Y es
importante que cambies tu manera de pensar en cuanto a tu prosperidad personal
se refiere. Esto requiere que cada vez que pienses en tu prosperidad personal
pienses en Dios y no en dinero.
Si en algún momento de tu existencia sientes que
tu alma clama por más dinero, arrepiéntete y clama por más fe. La fe hará por
ti grandes maravillas.
Cuando mantienes tu fe en tu aposento alto te
apropias de la sustancia divina todo proveedora y la moldeas para suplir y
satisfacer todas tus necesidades materiales. Entonces el dinero aparecerá, o su
equivalente en recursos y tu necesidad será satisfecha.
Es importante que vayas expandiendo tu
conciencia acerca de la prosperidad ya que toda manifestación física de
prosperidad y aumento tiene su contraparte en una idea espiritual subyacente
que sostiene lo manifestado.
Así también, las riquezas materiales, tienen una
idea espiritual subyacente. Tal vez algunos de ustedes sepan cual es esta idea,
pero para los que no lo saben, la idea detrás de las riquezas materiales es la
idea de provisión.
Es mejor y más práctico pedir a Dios por
provisión que por dinero. Cuando pides provisión todos los infinitos canales
que Dios tiene para proveerte se ponen en acción. Cuando pides dinero limitas
grandemente los canales por medio de los cuales Dios puede proveerte dinero.
Pero
recuerda que Dios no puede hacer más por ti que lo que puede hacer a través de
ti. Y cuando Dios te pregunte ¿con qué cuentas hijo(a) mío(a)? Detente y lleva
a cabo en ti un minucioso examen de conciencia. No contestes a la ligera.
No digas “no tengo nada”, o “solo tengo” porque
este tipo de contestación no solo es un reflejo de una conciencia de escasez
sino que también es una gran mentira, y es pecado. Todos tenemos algo que
ofrecer, todos tenemos algo que dar.
Haz un buen inventario de lo que tienes en tu
casa, especialmente en la casa de tu propia consciencia. Y por nada en el mundo
dejes fuera tu gozo y entusiasmo; y tus talentos y habilidades especiales.
Piensa que allá afuera hay gente necesitando eso
que tú tienes de sobra. Entonces tu trabajo es estar abierto y receptivo a la
instrucción, a la guía y a la inspiración de Dios. Y a medida que oras por esto
comienza a mover tus pies.
Volviendo a la experiencia en Pentecostés vemos
como los apóstoles predicaron el evangelio “en otras lenguas, según el Espíritu
les daba que hablaran.” (Hechos 2:4)
El significado que esto tiene para ti y para mí
hoy día es que si estás receptivo, el Espíritu te impulsará a hacer obras que
nunca antes has realizado. Permite que el Espíritu de Dios obre a través de ti siendo
obediente y receptivo. El Espíritu de Dios te inspirará y te entusiasmará de maneras
nunca antes vistas en ti.
El mismo Espíritu de Dios te llenará de gozo y
entusiasmo. Entonces comenzarás a ver por medio de tus propios ojos como se
comienza a expandir la dimensión de tu
propia vida y cómo comienzan a surgir delante de ti nuevas y mayores
posibilidades.
Esto no significa que no habrán obstáculos en el
camino. Los obstáculos aparecerán tal y como les aparecieron a los apóstoles
cuando comenzaron su ministerio.
Ellos fueron perseguidos y encarcelados. Pero
nunca disminuyó ni un ápice su entusiasmo y prosiguieron con su misión. Muchas
fueron las señales y maravillas que los apóstoles realizaron y muchas fueron
las sanaciones que el Espíritu de Dios hizo por medio de los apóstoles.
Y te pregunto, si Dios te diera el don de la
sanación, ¿carecerías de provisión para satisfacer tus necesidades? Las
Escrituras relatan que fueron muchas las sanaciones que Pedro y Pablo
realizaron. Y ninguno de los dos carecieron de nada.
Todo lo contrario, la iglesia se fortalecía cada
vez más y Pablo continuaba con sus viajes misioneros predicando el evangelio en
todo el mundo gentil.
Permítanme darles un ejemplo de los lugares que
él visitó en solo uno de sus viajes misioneros, y recuerden que fueron tres. En su tercer viaje Pablo
salió de Antioquia en Siria a
recorrer “por orden la región de Galacia y de Frigia (Tarso, Derbe, Listra, Iconio, Antioquía de Pisidia),
animando a todos los discípulos.” (Hechos 18:23) “Pablo, después de recorrer
las regiones superiores, [es decir, la región montañosa, el interior de la
provincia de Asia] vino a Éfeso.”
(Hechos 19:1 & nota b) Estuvo como dos años viviendo en Éfeso y desde allí
predicó el evangelio [y] “todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos,
oyeron la palabra del señor Jesús.” (Hechos 19:10) Luego del alboroto en Éfeso,
Pablo “salió para Macedonia. Después
de recorrer aquellas regiones, y de exhortarlos con abundancia de palabras,
llegó a Grecia. Al cabo de tres
meses... tomó la decisión de volver por Macedonia.”(Hechos 20:1-3) Lo acompañaron hasta Asia y zarpó de Filipo y llegó a Troas. De Troas fue por tierra a Asón. “Cuando se reunió con nosotros en Asón, tomándolo a bordo,
vinimos a Mitilene [puerto de la
isla de Lesbos, cercano a la costa occidental de Asia Menor]. (Hechos 20:14 y
nota K) “navegando de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío [isla situada al sur de Lesbos,
frente a las costas de Esmirna]. Y al otro día tocamos puerto en Samos. Hicimos
escala en Trogilio, y al día
siguiente llegamos a Mileto. (Hechos
20:15) Allí Pablo da su discurso de despedida y zarparon “directo a Cos; al día siguiente, a Rodas, y de allí a Pátara. Y hallando un barco que pasaba a fenicia, nos embarcamos y
zarpamos. Al avistar Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria y
llegamos a Tiro.” (Hechos 21: 1-3)
“Nosotros completamos la navegación saliendo de Tiro y llegando a Tolemaida.” (Hechos 21:7) “Al otro día...
fuimos a Cesarea.” (Hechos 21:8) Y
de Cesarea fueron a Jerusalén. Aquí tenemos, por lo menos veintidós
ciudades del mundo antiguo visitadas en un solo viaje .
¿Pueden ustedes calcular lo que costaría hacer
los viajes misioneros que Pablo realizó? El costo de transportación, las
comidas, las estadías, etc. ¿Puedes ponerle un costo a este viaje misionero?
Podría hoy estar por encima del millón de dólares. ¿No es así? Tal vez dos o
tres millones, ¿quién sabe?
¿Tenía Pablo el dinero suficiente para realizar
y costearse estos viajes? No creo haber leído en ningún lugar de las Escrituras
de que Pablo contara con tal cantidad de dinero. Al contrario, se dice que
Pablo tenía un oficio, el de hacer tiendas.
Pero Pablo tenía el gozo y el entusiasmo que se
requería para hacer la obra y eso lo prosperó sin duda alguna más allá de su
propia imaginación. Para mí fue el más entusiasta de todos los apóstoles.
Conocí a una persona que se dedica a predicar el
evangelio. Sufrió una condición de salud y recibió el tratamiento médico
adecuado para remover esta condición y restaurarlo nuevamente a la salud
física. Esto requirió una cirugía del corazón y tratamiento post operatorio. El
costo de todo estuvo por encima de los $250,000.00 dólares. ¿Clasificarías a
esta persona como una persona próspera?
Mi respuesta es claro que sí. Porque tuvo los
medios para recibir dicho tratamiento, pero al él particularmente, no le costó
ni un centavo. Sin embargo, esa experiencia lo ha traído a desarrollar planes
de sanación por medios naturales, que están produciendo resultados asombrosos.
Personas con cáncer han sido curados totalmente. Nuevamente, ¿puedes ponerle
precio a este tipo de logro?
Los proyectos que Dios pone delante de ti Él los
costeará; puedes estar seguro de esto y los grandes desafíos que se ponen
delante de ti debes enfrentarlos sin miedo, con gozo y entusiasmo.
No te preguntes cuánto cuesta, ni cuestiones si
tienes o no el dinero para enfrentarlo o para lograrlo. Solo recuerda estas
palabras: …”los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.” Solo
confía y encomienda a Jehová tu camino y el hará Su parte.
Cuando te
encuentres delante de un desafío, económico, o de salud o relaciones o de la
índole que sea haz la pregunta: –Señor, ¿qué quieres que haga? (Hechos 9:6) Y
con gozo y entusiasmo prepárate a hacer la obra que Dios te encomienda, porque “Bienaventurados son los
que oyen la palabra de Dios y la obedecen”.
Dios te bendice, amén.
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publicado a la(s) 25 jun 2014, 13:27 por Centro de Cristianismo Práctico
[
actualizado el 25 jun 2014, 13:28
]
1 de junio del 2014
Centro
de Cristianismo Práctico
El
Secreto del Entusiasmo
“Entonces el
Señor dijo a Pablo en visión de noche: «No temas, sino habla y no calles,
porque yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal,
porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad»”. (Hechos 18:9)
Cuando el apóstol Pablo escuchó estas palabras
estaba en Corinto, realizando su segundo viaje misionero por el mundo antiguo.
Jesús se le reveló a Pablo esa noche alentándolo
a que continuara su predicación porque tenía mucho pueblo en esa ciudad. Las
escrituras dicen que Pablo permaneció en Corinto “un año y seis meses”. (Hechos
18:11)
La figura de Pablo es interesante pues siempre
lo vemos activo identificado con alguna causa. A principio lo vimos identificado
con el Sanedrín persiguiendo a los cristianos, y luego de su conversión leemos
que “enseguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que este era el
Hijo de Dios.” (Hechos 9:20)
Antes de su conversión Saulo era animado por el
orden religioso, la Ley que Moisés le dio al pueblo judío. El deseaba que se
cumpliera la Ley al pie de la letra. Esto es, un cumplimiento intelectual y
legalista de la Ley.
Pero él mismo, luego de su conversión, en su segunda
carta a los Corintios les dijo que Dios lo había capacitado “para ser ministro
de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata,
pero el Espíritu da vida.” (2 Corintios 3:6)
Y ciertamente para que nuestro entusiasmo
permanezca y sea perdurable debemos estar animados por el Espíritu, pues es el
Espíritu de Dios en ti y en mí quien nos anima verdaderamente.
La conversión de Pablo es un ejemplo de esta
gran verdad; la inspiración que recibió de la letra fue pasajera, pero la
inspiración que recibió del Espíritu de Dios fue eterna.
Entonces uno de los secretos del entusiasmo es permitir que solo te inspire el Espíritu
de Dios que mora en ti. Pablo murió por Cristo y ninguno de los apóstoles que
vinieron antes que él trabajó más que él en la predicación del evangelio.
Existe una historia interesante que acerca del
origen de la palabra entusiasmo.
“La palabra entusiasmo procede del
griego enthousiasmós, que viene a significar etimológicamente
algo así como ‘rapto divino’ o ‘posesión divina’.
En efecto, el sustantivo griego está formado sobre
la preposición en y el sustantivo theós ‘dios’. [Esto es, en Dios, y pienso que una nueva
definición basada en estas raíces podría ser, en Dios estamos.]
La idea que hay detrás es que cuando nos dejamos
llevar por el entusiasmo es un dios el que entra en nosotros y se sirve de
nuestra persona para manifestarse, como les ocurría —creían los griegos— a
los poetas, los profetas y los enamorados.
Todos ellos estaban
poseídos por la divinidad y por ello merecían respeto y admiración, pues
llegaban a alturas que no podían ni siquiera vislumbrar las gentes de a pie,
por no decir pedestres.” (http://blog.lengua-e.com/2011/etimologia-de-entusiasmo/)
Jesús comenzó Su ministerio muy entusiasta y Su
dedicación por completo a Su ministerio es prueba fehaciente de que el mantuvo
su inspiración en Dios.
Jesús hablando de la Ley nos dijo: No penséis
que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a
cumplir.” (Mateo 5:17) Jesús nos dio una nueva y mayor interpretación de la Ley
o de la letra; interpretación que fue inspirada por Dios.
Pablo dice que: “… aparte de la Ley se ha
manifestado la justicia de Dios” (Romanos 3:21) y la justicia es por medio de
la fe. La justicia de Dios siempre es el bien para ti, y el cumplimiento de Su
divina voluntad.
Jesús al igual que Pablo se mantuvieron
entusiastas predicando el evangelio y fueron justificados no tanto por la letra
sino por la fe. De modo que el secreto
del entusiasmo es mantener la fe en Dios. Entonces para que perdure nuestro
ánimo interior tenemos que mantener la fe en Dios a pesar de todo lo que dicten
las apariencias.
Tanto Jesús, como Pablo y los apóstoles
enfrentaron grandes peligros, incluyendo la muerte pero pudieron mantenerse
entusiastas y siguieron adelante porque no solo mantuvieron la fe en Dios sino
que también se mantuvieron obedientes al llamado de Dios.
Todos hemos sentido alguna vez el llamado de
Dios, algunos lo hemos ignorado, otros lo han intentado pero rápidamente lo han
abandonado por presiones externas; pero otros sintiendo la inspiración de Dios han
sido obedientes y con fe y entusiasmo han respondido al llamado de Dios.
El secreto del entusiasmo es entregarse totalmente al querer y el hacer que produce Dios en cada
uno de nosotros. Los grandes personajes de la historia de la humanidad que
han respondido al llamado de Dios se han distinguido por su incansable labor y
entusiasmo en favor y en servicio de la humanidad. Tenemos a Jesucristo,
Ghandi, el Papa Juan Pablo II, Nelson Mandela, el Presidente Lincoln, Walt
Disney, Martin Luther King, y otros más.
Todos estos fueron gigantes de la historia que
entregaron sus vidas a grandes ideales, ideales que solo Dios pudo haber puesto
en el corazón de cada uno de ellos.
Otro de los secretos
del entusiasmo es mantenerse en una actitud positiva ante la vida. Todos
sabemos que una actitud positiva no solo nos acerca más a Dios sino que nos
ayuda a tener éxito en todo lo que emprendemos.
En el mundo mercantil los vendedores más
exitosos son los más entusiastas y los
más entusiastas son los que mantienen una actitud positiva, siempre dispuestos
a servir a los demás.
Estos vendedores conocen bien sus productos y
están enamorados de lo que hacen. Muchos piensan en los beneficios que sus
productos traen a las personas que los consumen y piensan a menudo que están de
alguna manera aportando al bienestar de la sociedad.
Si sientes que la vida no tiene sentido para ti,
si sientes desánimo, pesadumbre, apatía, o decepción busca algo que te
entusiasme. Puede ser un pasatiempo, lo que sea y dedícale tiempo a esta
actividad. Si es posible consigue personas con las que puedas compartir esta
actividad y verás que todo comienza a cambiar en tu vida.
Hablemos de la esperanza “porque con esperanza
debe arar el que ara y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.” (1
Corintios 9:10)
Tal vez no puedas ver el fruto de algo que estás
haciendo con entusiasmo. Pero nunca dejes de hacer por razones externas. Porque
lo importante es mantener la esperanza viva, sabiendo que todo lo que hacemos
con gozo y entusiasmo eventualmente dará mucho fruto; por eso no desmalles ni
te desanimes, sigue adelante abierto y receptivo a la instrucción y la guía de
Dios. De modo que otro de los secretos
del entusiasmo es mantener viva la esperanza.
En la clase de prosperidad que estamos
impartiendo los jueves, hemos leído que Fillmore nos dice que cuando ponemos el
amor, la sabiduría y la fe a trabajar juntos grandes milagros ocurren en
nuestras vidas. ¡Imagínense que ocurrirá si a estos le añadimos el entusiasmo!
El entusiasmo nos anima a la acción pero unido
al amor, la sabiduría y la fe producirá resultados extraordinarios. Estos
cuatro ingredientes son indispensables para que cualquier idea logre alcanzar
el éxito.
Sin temor a equivocarme puedo afirmar que el
verdadero entusiasmo es la energía de Dios fluyendo a través de cada uno de
nosotros.
A medida que nos entusiasmamos por las cosas
espirituales somos inspirados en mayor grado por el Espíritu de Dios. Una gran
idea es que vayas cultivando el gusto por las cosas espirituales. Procura
consumir la leche espiritual de la cual habla Pedro para que por medio de ella
te purifiques y vayas preparando tu camino para tu propia salvación.
Entonces el secreto del entusiasmo es:
Receptividad a la inspiración espiritual
Mantener tu fe en Dios
Entregarte totalmente al querer y al hacer de
Dios en ti
Mantener una actitud positiva ante la vida
Mantener viva la esperanza
Dar a luz al Cristo que mora en ti.
Cuando te levantes por la mañana afirma con
convicción: En este nuevo día con gozo y
entusiasmo llevo a cabo las tareas que tengo delante de mí.
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las
haces. ¡Amén!
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