El primer decenio del siglo XXI fueron años de grandes cambios en la exploración y explotación comercial del espacio y a esta nueva era se la denominó la del "New Space" para así diferenciarla del “viejo espacio”, es decir, la etapa de la conquista espacial cuyos logros formaban parte de la guerra fría basados en grandes inversiones públicas de contados países. En realidad, todo comenzó a cambiar a principios de los años 90 del siglo XX, por una parte la URSS se colapsa y por otra, en los  Estados Unidos se busca un cambio en la política espacial, aprovechando que hay que  ir sustituyendo al transbordador espacial.

Por tal causa, en el año 2010 surge en norteamérica la comisión Augustine para estudiar las posibilidades existentes y entre las conclusiones de los expertos se destacó delegar en la empresa privada la mayor parte del envío de materiales y tripulaciones al espacio así como de volver a la Luna. La iniciativa privada no solamente conlleva un alivio en los presupuestos públicos, también ofrece ventajas a los nuevos negocios del espacio y permite abaratar y acceder de forma rutinaria a científicos, ansiosos de descubrimientos y a la industria deseosa de nuevas oportunidades comerciales.

Así, en la primera década del nuevo milenio, visionarios del espacio que triunfaron en los negocios, especialmente en los nuevos negocios surgidos con Internet, deciden realizar grandes inversiones privadas en el sector, destacando a Elon Musk de Space X y a Jeff Bezos de Blue Origin. Pero también surgen multitud de pequeñas iniciativas, entusiastas de las nuevas tecnologías que entorno a start-ups, llevan a cabo nuevos cohetes y satélites de carácter privado “democratizando el espacio” y cambiando por completo las reglas del sector.

Si bien también se piensa en la vieja idea de emprender un viaje a Marte, se planea que se desarrolle de una forma más equilibrada en presupuestos y tecnología, por ejemplo, se estudia la posibilidad de que los primeros vuelos puedan estar enfocados en aterrizar en sus lunas Fobos y Deimos, no más complicado que aterrizar en los asteroides, resultando el viaje menos prolongado. Y es que en esta nueva etapa de la conquista del espacio surge un nuevo objetivo en el viaje espacial tripulado, llegar a los asteroides cercanos que se encuentran entorno al sistema Tierra-Luna. A los asteroides se aterrizó con éxito con sistemas robóticos resultando la hazaña de gran interés científica… y comercial, porque dejó de ser utópico la idea de explotar sus recursos, mayores de lo esperado. Los asteroides resultaron ser no únicamente de interés científico como reliquias de la formación del sistema solar, sus minerales, algunos de gran interés industrial en las actividades humanas actuales como las tierras rraras, pueden producir  beneficios millonarios. Así surgen organizaciones enfocadas a la explotación de los mismos. Los asteroides son además de gran utilidad como etapa intermedia en futuros viajes a Marte, es fácil aterrizar en ellos y limita los problemas de falta de gravedad durante algún tiempo, además, son escudos perfectos en épocas de excesiva radiación solar. También podríamos añadir que son de gran valor psicológico en trayectos de larga duración al estar la tripulación “entretenida” durante gran parte del viaje a Marte preparando su llegada a los mismos y su posterior estudio.

En la comisión Augustine también se estudia la posibilidad de un nuevo tipo de cohete tripulado, como fue el caso de el Ares, posteriormente cancelado, y el SLS, el cual fue probado con éxito en el vuelo lunar sin tripulación de 2022. También se estudia una nueva estación espacial, entorno al sistema Tierra-Luna, que da origen al proyecto Gateway, actualmente en desarrollo.

En este escenario de primer cuarto del siglo XXI surge una nueva potencia espacial, China, si bien lleva desde el año 1945 introduciéndose poco a poco en el espacio, es en estos años cuando comienza a deslumbrar por su logros. También comienza a destacar India, un país que ya superó en habitantes a la misma China y que asimismo quiere adentrarse en los vuelos tripulados; desarrollo, prestigio nacional y aspectos culturales no les sobra a los hindúes y al igual que en China, se está originando un entusiasmo popular en el desafío.

Durante estos años, el sector privado presenta diversos proyectos de estaciones espaciales para la ciencia y la industria. La empresa privada abaratará y facilitará el acceso a este tipo de instalaciones orbitales a un mayor número de países y organizaciones en el deseo de enviar científicos para realizar investigaciones en ambiente espacial o trabajos para la industria con nuevos procesos que tal ambiente ofrece, con grandes ventajas comparando con las instalaciones y laboratorios terrestres,  en especial para producir productos de alto valor añadido. También se espera que se desarrolle el turismo espacial, un negocio que se está pronosticando prometedor. En el año 2023 nos encontramos con dos estaciones espaciales operativas en órbita, la ISS y la estación china CSS, resultando curioso poder observar a ambas cruzarse en el cielo nocturno en determinadas fechas, y en el futuro, vamos a poder contemplar un verdadero tráfico de destellos luminosos en el cielo.

Los carteles y las maquetas 3D en el apartado "vuelos tripulados" en la exposición del espacio.

Los cohetes anteriores están en un avanzado estado de desarrollo, los siguientes son los utilizados en la actualidad como el legendario Soyuz, el CZ-2F de China y los revolucionarios Falcon 9 de Space X y New Stephard de Blue Origin (abajo junto al autor de estas líneas). El nuevo cohete europeo Ariane 6, abajo a la derecha, entrará en servicio en breve y podrá tener asimismo capacidad de portar en el futuro una nave tripulada europea -con importante contribución española- Todos han sido expuestos en las últimas ediciones de la exposición del espacio.