Decíamos antes que dentro del relato de aventuras, aquellos que giran en torno a la búsqueda de un tesoro constituyen un subgénero muy fecundo. Y hemos visto también que la naturaleza de ese tesoro puede ser diversa: puede tratarse de un barco desaparecido, de una joya valiosísima, de unos documentos secretos, de una persona secuestrada por unos malos malísimos... En fin, que el paso desde el relato de aventuras a la novela policíaca o de misterio no es tan enorme.
Los autores del libro que antes citábamos, Jordi Balló y Xavier Pérez, proponen tres descendientes cinematográficos
de Jasón: el espía, el detective, el arqueólogo.
- Del arquéologo, de Indiana Jones, ya hemos hablado
suficientemente.
- Del espía, veamos lo que dicen Balló y Pérez:
Que Hitchcock sintiera una probada
debilidad por las películas de espías era normal y coherente con su gusto por
la acción y la ambigüedad moral. En pocos géneros como el del espionaje queda
más de manifiesto que lo que realmente importa no es el tesoro (o la fórmula, o
el microfilm), sino la riqueza dramática que provoca llegar a conseguirlo. Un
caso extremo de este placer manierista nos lo proporciona el espía más
carismático y popular de la historia del cine, el británico James Bond, que vivirá
sus aventuras como fiel secuaz del esquema argonáutico. Este moderno jasón de
la era pop está definitivamente alejado de cualquier tesoro espiritual, y no
tiene ningún inconveniente en adoptar el cinismo como forma absoluta de
conducta. En cualquiera de los filmes de la serie, Bond recibe al inicio el
encargo de sus dioses particulares (el Servicio secreto británico) para viajar
hasta algún remoto lugar del planeta y rescatar un arma robada o algún otro
artefacto que ponga en cuestión la seguridad del mundo, caída en manos de algún
científico loco y megalómano. La recuperación del nuevo vellocino de oro que ha
de garantizar la paz universal no se basa casi nunca en la pureza e integridad
del protagonista. Bond cuenta con la colaboración de un catálogo de
sofisticados gadgets – sustitutos tecnológicos de las ayudas
mágicas de los dioses- y, sobre todo, con la imprescindible cooperación de una
mujer vinculada, por motivos oscuros, al científico diabólico (una Medea
necesariamente erótica), que traicionará a su amo, ayudará a liberar al agente
007 de la fortaleza oculta donde acaba fatalmente prisionero, para acabar
huyendo junto con el objeto rescatado.
- El detective puede también asimilarse a este grupo: a menudo
recibe al comienzo del relato un encargo
– localizar un objeto robado, o al responsable de un crimen-, y hasta dar con
él encontrará innumerables obstáculos así como inesperadas ayudas. Muchas de
las películas protagonizadas por detectives han inspirado su guion en
narraciones literarias anteriores. Así las protagonizadas por Sherlock Holmes
–el héroe literario de Conan Doyle-, o por el belga Hércules Poirot, criatura
de ficción puesta en pie por la británica Agatha Christie. No debemos olvidar
que ambos son “hijos literarios” de Arsenio Dupin, el sagaz investigador creado por Edgar Allan Poe. Además de estas, son muchísimas las películas nacidas de
guiones originales cuyos protagonistas se proponen desenmascarar al responsable
de diferentes muertes, extorsiones o desfalcos.
1. (Gran grupo. Oral) ¿Cuántas novelas o películas conocéis que se ajusten a cualquiera de estos subgéneros (novela policíaca o de espías)? ¿Habéis leído alguna novela de protagonizada por un detective? ¿Habéis visto alguna película -o alguna serie- que os haya hecho temblar? En gran grupo, id compartiendo con el resto de la clase vuestros títulos o protagonistas favoritos. |
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