Miguel Strogoff, de Julio Verne. Editorial Vicens Vives. Adpatación de José María Pérez Zúñiga. A mediados del siglo XIX, el Imperio Ruso es amenazado por la rebelión de varios pueblos asiáticos liderados por los tártaros. Las principales ciudades de Siberia van cayendo una tras otra en poder de los rebeldes, y el hermano del zar, el gran duque de Rusia, se apresta a organizar la defensa de Irkutsk, capital de Siberia oriental. Sin embargo, el traidor ruso Iván Ogareff urde un plan para que Ikutsk caiga en manos de los tártaros, y cuando el zar se entera de la conjura de Ogareff, envía a Irkutsk al capitán de correos Miguel Strogoff con el propósito de prevenir al gran duque. Para llevar a cabo su delicada misión, Strogoff emprende un largo y peligroso viaje a través de Rusia en el que ha de sortear toda clase de dificultades y sufrir la barbarie de los tártaros. En el transcurso de su aventura, el protagonista pone a prueba su fortaleza, su coraje y su voluntad, pero, sobre todo, tiene la ocasión de descubrir la generosidad, el sacrificio y el amor que le dispensan sus compañeros de viaje.(De la contracubierta del libro) EL ENCARGO: Reproducimos el capítulo 3 del libro -titulado, precisamente, "Miguel Strogoff"- En él conocemos al protagonista y la naturaleza del encargo que le es encomendado. Además, nos situamos en el espacio en que va a tener lugar la acción. Leedlo con atención y contestad luego a las cuestiones que se plantean. En aquel momento se abrió la puerta y entró el general Kissoff. - ¿Ha llegado ya el correo? - preguntó el zar. - Espera sus órdenes, señor- respondió el general Kissoff. - ¿Se puede confiar en él? - Ha realizado las misiones más difíciles, siempre con éxito. - ¿De dónde es? - Es siberiano, pues nació en Omsk, y habla con soltura las lenguas de las tribus nómadas. Un oficial de sangre fría y apenas treinta años, inteligente y capaz de soportar el frío, la fatiga, el hambre y la sed. Tiene un cuerpo de hierro y un corazón de oro.
- ¿Cómo se llama? Miguel Strogoff. Un instante después entraba en el gabinete el correo esperado. Era un hombre altoy fuerte, de ojos azules y mirada limpia, sobrio y tranquilo en los gestos. Tenía el cabello rubio y abundante. Su cabeza de ancha frente delataba a un hombre de carácter, con una gran confianza en sí mismo y una voluntad inquebrantable. Vestía el uniforme de oficial de los correos del zar, el cuerpo militar más exigente del ejército, al que solo pertenecían militares de inteligencia y valor extraordinarios. Estas eran dos cualidades que Miguel Strogoff había demostrado ya en su infancia, cuando acompañaba a su padre, el cazador Pedro Strogoff, en sus largas caminatas por la estepa helada y por los bosques de abetos, acechando la caza, dispuestos el fusil y el cuchillo, el ojo atento en busca de osos cuya piel venderían depués a los comerciantes de la ciudad. Miguel había matado a su primer oso con catorce años, y, demostrando ya un vigor impropio de su edad, lo había desollado y cargado con su piel hasta la choza de su padre, distante varios kilómetros. Por eso él mismo era como la estepa siberiana, que conocía tan bien: duro como una roca, capaz de pasar días sin comer ni dormir y de orientarse por las huellas más imperceptibles o el más mínimo rastro. Su padre había muerto diez años atrás en Omsk, y la única pasión de Miguel era ya su madre, la anciana Marfa, que se había negado a abandonar el hogar familiar para instalarse con su hijo en Moscú. A los veinte años, Miguel había entrado como correo al servicio personal del emperador de Rusia, y ya hacía tres años (aunque a él le parecían tres siglos) que no había visto a su madre. Y había sido llamado a la presencia del zar justo cuando iba a tomarse un merecido permiso regñamentario para ir a verla. Miguel Strogoff no sabía lo que se esperaba de él. El zar escrutaba su rostro en ese momento, sosteniendo su mirada, en busca de alguna flaqueza; pero Miguel también se la sostuvo, impasible, esperando simplemente sus órdenes. ¿Sería aquel noble correo capaz de cumplir la misión? Satisfecho de su examen, el zar se volvió hacia su mesa de trabajo y le dictó al general una carta en voz baja. La selló y, mandando a MiguelStrogoff que se acercara, le dijo: - Capitán Strogoff, he aquí una carta que debes poner en manos del gran duque y de ninguna otra persona que no sea él. Para ello tendrás que atravesar el país, cruzar el territorio rebelde y burlar a los tártaros. - Así lo haré, señor. - ¿Tienes parientes allí? - Sí, señor; mi anciana madre. - Si ves a tu madre corres el riesgo de ser reconocido. ¡No debes ir a verla! - No iré a verla, majestad – contestó al fin. - ¡Júrame que nada ni nadie te hará confesar quién eres ni la misión que te lleva a Siberia! - ¡Lo juro, señor! - Toma esta carta, de la que dependen la salvación de Siberia y la salud de mi hermano... ¡Que Dios te guíe! - Esta carta será entregada al gran duque, señor. Miguel Strogoff saludó militarmente y abandonó el gabinete privado del emperador; segundos más tarde, se encontraba fuera de Palacio. - Creo
que has elegido bien, general -dijo el zar. - También yo lo creo, señor – contestó el general. - Vuestra majestad puede estar seguro de que Miguel Strogoff hará todo lo que un hombre sea capaz de hacer... - Ojalá sea suficiente... -concluyó el zar. Después de leer:
1. (Pequeño grupo. Escrita) ¿Quién recibe el encargo? ¿Quién lo hace? ¿De qué se trata? ¿Por qué es importante? No contestéis a estas preguntas una por una. Redactad una frase que recoja la respuesta a todas ellas.
2. (Pequeño grupo. Escrita) Con frecuencia, todos los relatos de aventuras se sitúan en espacios y tiempos más o menos lejanos. Las primeras palabras o las primeras imágenes nos sitúan ahí por medio de descripciones más o menos detenidas. Para el francés Julio Verne, autor de la novela Miguel Strogoff, Rusia era un espacio bastante remoto. ¿Y para vosotros?
3. (Pequeño grupo. Escrita). Inmediatamente, a menudo, se nos presenta al protagonista, del que también se nos suele ofrecer una descripción tanto física como de carácter.
3. (Pequeño grupo. Escrita). Y cuando de un relato de aventuras se trata... no tardan en aparecer "los malos".
4. (Pequeño grupo. Escrita) Busquemos algo de información sobre el autor:
5. (Pequeño grupo. Oral) Un relato de aventuras que tuviera en nuestros días como hilo conductor el correo, sería hoy muy diferente.
Caso Snowden TALLER DE ESCRITURA FINAL: Es momento de ir empezando a pensar en el nuestro relato final. Después de haber visto cómo nos preenta Julio Verne a su protagonista, id pensando en el vuestro: ¿Hombre o mujer? ¿Qué edad tiene? ¿Qué aspecto tiene? ¿Cómo es su carácter? ¿Cómo es su familia? ¿Qué vivencias y experiencias le han marcado? ¿Cómo viste? ¿Cuáles son sus aficiones? Y es momento también de empezar a pensar en qué espacios situaremos la acción. Si es un lugar que no nos es muy familiar tendremos que empezar a documentarnos desde ya para que nuestra narración resulte luego verosímil... |